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martes, 25 de junio de 2024

BULOS Y DESINFORMACIÓN: LA AMENAZA QUE LA DERECHA PROTEGE


BULOS Y DESINFORMACIÓN: LA AMENAZA QUE LA DERECHA PROTEGE

JUAN ANTONIO DELGADO 

Es crucial que todos tengamos acceso a una información veraz para tomar decisiones correctas. La democracia depende de ciudadanos y ciudadanas bien informadas, y no podemos permitir que los bulos sigan corrompiendo nuestra sociedad

Hace unos días defendí en el Parlamento de Andalucía una Proposición no de Ley para combatir los bulos y la desinformación. Lamentablemente y como era de esperar, la derecha y la ultraderecha, es decir, el Partido Popular y Vox, votaron en contra de esta propuesta.

Como todos sabemos, un bulo es una mentira disfrazada de noticia. Se crean y se difunden con la intención de engañar a la gente. Pueden ser sobre cualquier tema, desde política hasta salud, y tener graves consecuencias. Por ejemplo, durante la pandemia de COVID-19, muchos bulos sobre las vacunas hicieron que algunas personas decidieran no vacunarse, poniendo en riesgo su salud y la de los demás.

La desinformación corrompe la voluntad popular y debilita la confianza en nuestras instituciones. Si la gente no puede distinguir entre lo que es verdad y lo que es mentira, no puede tomar decisiones correctas. Esto es especialmente peligroso en una democracia, donde el poder está en manos de los ciudadanos y las ciudadanas.

A menudo, los bulos son difundidos por personas o grupos con intereses políticos o económicos. Estos grupos utilizan los bulos para manipular la opinión pública y conseguir sus objetivos. En algunos casos, incluso se utiliza dinero público para financiar medios de comunicación que difunden estas mentiras.

Un ejemplo claro de bulo en España es el que se difundió contra Irene Montero, ex ministra de Igualdad. Se dijo que había contratado a una niñera con fondos del ministerio para cuidar a sus hijos. Esta noticia fue completamente falsa, abrió portadas y tertulias y fue compartida miles de veces, dañando su imagen pública y desviando la atención de su trabajo en políticas de igualdad. Incluso se abrió una causa judicial que se dilató más de 15 meses y que fue sobreseída porque según el propio Juez, “no había ni un solo indicio”.

Otro ejemplo es el bulo sobre Pablo Iglesias y el falso informe PISA (Pablo Iglesias Sociedad Anónima). Este informe supuestamente revelaba tramas de corrupción y delitos cometidos por Iglesias, pero resultó ser completamente inventado por la conocida como policía política. A pesar de su falsedad, este bulo se difundió ampliamente, sobre todo, por los platós de televisión, perjudicando en aquel momento, la reputación de Iglesias y creando desconfianza entre algunos de sus seguidores. El objetivo era claro, cargarse a un adversario político. Incluso el hoy presidente del gobierno, Pedro Sánchez, que ahora forma parte de la diana de la ultraderecha, llegó a utilizar algunos bulos contra Podemos para obtener réditos políticos.

Otro ejemplo es el bulo sobre las vacunas contra el COVID-19, donde se decía que causaban infertilidad o que incluían microchips para controlar a la población. Estos bulos, sin ninguna base científica, crearon miedo y desconfianza, afectando la campaña de vacunación.

Por eso, desde Podemos, hemos propuesto medidas en el Parlamento Andaluz para combatir los bulos. Queremos que la Junta de Andalucía deje de financiar con dinero público a medios basuras que difunden mentiras. Además, proponemos que se retiren las subvenciones a estos medios basuras y que se exija transparencia en el uso de los fondos públicos.

Es crucial que todos tengamos acceso a una información veraz para tomar decisiones correctas. La democracia depende de ciudadanos y ciudadanas bien informadas, y no podemos permitir que los bulos sigan corrompiendo nuestra sociedad.

La extrema derecha, representada por el Partido Popular y Vox, votaron en contra de esta iniciativa. Este rechazo me plantea una pregunta fundamental: ¿por qué la derecha y la ultraderecha no quieren combatir los bulos? La respuesta la encontramos en su estrategia política. Estos partidos han utilizado y se benefician de la desinformación para atacar a sus adversarios y manipular a la opinión pública. La existencia de una "policía política" y las campañas de acoso, como las sufridas por líderes de Podemos, demuestran cómo se utilizan estos mecanismos ilegales para socavar la democracia. Cabe recordar que la cúpula del que fuera ministro del interior del PP, Jorge Fernández Díaz, para quien anticorrupción pide 15 años de cárcel, está investigada e imputada casi al completo, entre otras cosas, por utilizar a policías y medios públicos para acabar con adversarios políticos a través de los bulos y la desinformación.

Podría seguir con cientos de ejemplos de bulos y desinformación, pero, en definitiva, lo que quiero decir, es que la desinformación y los bulos son una amenaza real para nuestra democracia y, por ende, para nuestros derechos y nuestras libertades. Necesitamos medidas claras y efectivas para combatirlos y garantizar que la información que recibimos sea veraz y objetiva. Solo así podremos proteger nuestra democracia y asegurar que todos tengamos la capacidad de tomar decisiones tras haber recibido una información veraz y contrastada. No podemos permitir que la mentira y la desinformación sigan dañando nuestra sociedad.

 

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