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lunes, 20 de mayo de 2024

LA DERECHA ESPAÑOLA Y EL CÍRCULO DE TIZA

LA DERECHA ESPAÑOLA Y EL CÍRCULO DE TIZA

Si tuviese que explicar sin palabras lo que es un paradigma de “urbanita” exhibiría una foto de Feijóo. Pero ya lo verán en la campaña de las europeas subido a un tractor John Deere

MANUEL RIVAS

Plataforma 6F. / J. R. Mora

Todas las elecciones son decisivas, como todo el tiempo político es campaña incesante, pero está claro que las europeas de junio de 2024 son de alto voltaje histórico. Un titular que resume el rumbo dominante en el reciente gran cónclave de la derecha en Bucarest, rampa de lanzamiento para estos comicios: “El Partido Popular Europeo gira a la derecha para retener el voto ultra” (El País, 7.3.2024).

De acuerdo con el sentido común circulatorio, eso significa que la derecha gira hacia las posiciones de la extrema derecha para asegurarse el apoyo de la derecha extrema. De hecho, según las crónicas, todos los palos fueron para la izquierda y el ecologismo, el demonio del greeenblaming (la culpa verde) que es ahora el enemigo a quemar, y nunca mejor dicho. Donde veas humo, hay fuego.

 

Todavía hay tiquismiquis que se preguntan si la socialdemocracia es izquierda o no. La derecha caníbal, que de eso sabe un huevo, lleva unos cuantos años practicando la ley de especias picantes para condimentar el churrasco del sanchismo. Quizás desde Azaña, es la pieza de caza mayor más codiciada en la cinegética conservadora en España. ¿Por qué esa inquina? Porque es un demócrata no domesticado, que no se ha prestado al desmontaje del estado del bienestar. Es decir, la socialdemocracia no como coartada cínica sino como izquierda eficaz. Lo que la derecha caníbal se ha empeñado en presentar como un caos, el Gobierno de coalición, es en realidad la experiencia española de mayor diversidad y a la vez integración como comunidad política.

 

Pero estábamos con el triunfal malabarismo de una derecha que quiere ganar terreno girando siempre en el mismo sentido. Hacia el extremo. En gran parte ya está fuera de eje, como demuestra el crecimiento exponencial de los delitos de odio en casi toda Europa. Y la expansión de esa otra misión maloliente que se está volviendo la principal arma ideológica de la nueva contrarreacción. El antiecologismo es la vistosa bandera de combate, pero la verdadera guerra es contra toda legislación de protección ambiental, incluso aquella que garantice el futuro sostenible del mundo agrario y pesquero.

 

La verdadera guerra es contra toda legislación de protección ambiental

 

Las grandes corporaciones, macrogranjas y latifundistas, escudándose en el justificado resentimiento de los que van en la grupa de un tractor, presentan como “dogmatismo ambiental” lo que son simples leyes de supervivencia, incluso aquellas que la derecha aprobó en el Parlamento europeo y en los convenios internacionales. Los ecologistas son, en la realidad, un inefable enemigo “urbanita” que lo que quiere es destruir el modo de vida tradicional. Así, Feijóo se presentó en Bucarest como un entusiasta vocero del “sector primario”. Si yo tuviese que explicar sin palabras lo que es un paradigma de “urbanita” exhibiría una foto de Feijóo. Pero ya lo verán en la campaña de las europeas subido a un tractor John Deere.

 

¿Qué es lo que significa esta ofensiva contra el “ecologismo punitivo”? Intimidación e intoxicación. Es una forma de contaminar el medioambiente político y mediático. La derecha compró, está haciendo suyo, el lenguaje de la extrema derecha. Pero eso no parece preocupar a estos frívolos conductores. Piensan que siempre aciertan en el giro, con tal de que sea más y más a la derecha, aun a costa de perderse en un viaje sin retorno intentando cazar leones en Escocia.

 

Me hacen recordar la historia de aquel general ruso que visitó un destacamento en un campo de tiro. Cada soldado trazaba círculos de tiza en un gran muro. Disparaban. En la inspección, aparecían fallos y aciertos. Tiros que daban dentro y otros que quedaban fuera del círculo. Pero había un tirador ufano por acertar todos y cada uno de los disparos. El general preguntó cómo había sido posible semejante precisión y el soldado respondió con desvergonzada naturalidad: “Muy sencillo. Primero disparo a la buena de Dios y después voy dibujando con la tiza un círculo alrededor de cada agujero, esté donde esté”.

 

Así de contenta está la derecha española. Siempre acierta, por grande que sea el disparate.

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