EL PERIODISMO SEGÚN IKER JIMÉNEZ
Y PABLO MOTOS
DAVID
TORRES
Iker Jiménez y Pablo Motos
El lunes, después
de la comparecencia de Pedro Sánchez, hubo un movimiento sísmico que advertía a
voces de que el presidente, después de tomarse cinco días de descanso, iba a
emprender un ataque contra la libertad de prensa inédito en nuestro país, como
si España hubiese despertado el lunes en Corea del Norte o como si Sánchez
hubiese descubierto el pasado fin de semana que en realidad es bisnieto de
Stalin.
De primeras, resultaba extraño que la misma gente asustada ante la posibilidad de quedarse sin publicar bulos no hubiera abierto la boca ni una vez contra una ley denominada precisamente "mordaza", utilizada, entre otras cosas, contra gente que habla en catalán, denuncia el maltrato animal o fotografía un coche de policía aparcado en una plaza de discapacitados.
Sin embargo, el
susto tenía su lógica, ya que de no publicar bulos, inventos y noticias de
cartón-piedra, tal vez esa pobre gente podría quedarse sin trabajo. La mitad de
los que salieron a protestar con las manos en la cabeza no eran periodistas y
la otra mitad como si no lo fueran. Lo malo no es que el presidente de un país
tenga que salir a explicar que buena parte de la prensa nacional es una mierda
pinchada en un palo; no, lo malo es que haya salido a decirlo siete u ocho años
tarde, cuando la gente ya se ha acostumbrado a leer la primera ocurrencia que
tiene Eduardo Inda por la mañana, la misma por la que, por la tarde, un
magistrado considera que merece la pena abrir una causa judicial, dedicando
varios años a ver si es cierto que las ranas crían pelo. Una falsa niñera, un
teléfono móvil robado, una cuenta en el extranjero atribuida a Pablo Iglesias.
Es muy burdo, pero vamos con ello.
Una de las
reflexiones más serias la hizo Iker Jiménez, quien se preguntaba cómo
distinguir un medio respetable de un medio de pacotilla, si es cuestión de
estructura, alcance, ideología, titulación o audiencia. No deja de ser curioso
que esta meditación sobre el periodismo la haga un señor dedicado en exclusiva
a investigar apariciones de ultratumba, contactos extraterrestres, fantasmas,
psicofonías, vampiros, pirámides egipcias, Atlántidas, ovnis, estatuas mayas,
caras de Bélmez y otras hierbas del más allá. Alguien que da voz a teorías de
lo más papanatas sobre las vacunas contra el Covid, las estelas químicas que
dejan los aviones en el cielo o un perro que ladra después de muerto. ¿Qué es
periodismo, Iker? ¿Y tú me lo preguntas? Periodismo no eres tú.
Más incisivo aun
fue Pablo Motos en una tertulia política que acabó reconvertida en un
linchamiento oral contra Pedro Sánchez, al estilo de esas algaradas de Ferraz
en las que unos cuantos energúmenos le pegan una paliza a una piñata y luego se
vuelven a casa tan a gusto. En el mismo plan, Motos anunció que no pensaba
volver a invitar a Sánchez al programa, una verdadera lástima porque en ningún
otro sitio se atreverían a preguntarle de qué color lleva los calzoncillos.
Hemos perdido la
cuenta de las veces que el presentador estrella de El hormiguero ha denunciado
censura contra la bazofia que vierte cada semana en televisión ante una
audiencia de millones de personas. Menos mal que estos profesionales se han
dedicado al periodismo en lugar de dedicarse a pilotar aviones o a la
neurocirugía. A quien sí llevó Pablo Motos al programa días atrás es a Vicente
Vallés, quien acaba de recibir un doctorado honoris causa endogámico. Una
entrevista de altura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario