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jueves, 14 de marzo de 2024

AMNISTÍA Y 11M

 

AMNISTÍA Y 11M

¿Por qué hay tres partidos mintiendo cuando defienden la amnistía? ¿Por qué otros dos mienten más aún al atacarla? Supongo que, tras 20 años, la política es algo ya autónomo, sin relación con la realidad

GUILLEM MARTÍNEZ

Pedro Sánchez y Miriam Nogueras, durante una reunión

mantenida el 13 de octubre de 2023. / Junts

1- La semana pasada hubo, como todos los niños y niñas saben, un acuerdo entre PSOE, Junts y ERC para cerrar un acuerdo para la ley de amnistía. ¿Qué supone ese acuerdo?

2- Supone que, lo dicho, va a haber una ley de amnistía. Algo que no estaba nada claro que sucediera. Recordemos que, hace un mes, el acuerdo, que ahora ha resultado fácil, resultó imposible, debido a la presión del Judicial. La aparición de la cosa terrorismo en la AN y, posteriormente, en el TS, fue eso, presión sobre el Legislativo para enviar a paseo esa ley. Así como suena. Y –ojo, cuidado– en un primer momento funcionó absolutamente, con un Junts que negó el acuerdo, al no ver en él solución a la situación de sus líderes.

 

El gran cambio en la ley es que la ley no se argumenta desde el Código Penal

 

3- Analizándolos más detenidamente, los cambios en la ley afectan al preámbulo –lo que da un poco igual; una ley, si nos ponemos minimalistas, es su articulado, y no los violines previos– y a matices como su temporalidad, o la conmutación, bajo condiciones estrictas, de los multones consecuencia de la ley mordaza, que cuando la amnistía despertó, seguía ahí. Pero también han afectado al articulado. Básicamente se recurre, para el caso de terrorismo, a la definición del género que realiza una directiva europea de 2017. Para el caso de traición –me dicen que es la figura que ahora queda, tal vez, más resuelta y apañada–, se recurre al dibujo que realizó la ONU en 1979. Y, para el caso de malversación, se refiere a lo señalado al respecto por la Comisión de Venecia. Por así decirlo, el gran cambio en la ley es que la ley no se argumenta desde el Código Penal, sino desde textos europeos e internacionales, jerárquicamente vinculantes.

 

4- Lamentablemente, esta ley no es esencialmente diferente a la que había hace un mes. No limita la interpretación que los jueces puedan hacer del Código Penal, ni está blindada –por utilizar un palabro muy utilizado estos días– ante los jueces.

 

5- El itinerario de la ley será, previsiblemente, el mismo que hubiera cursado sin estas reformas. A saber: la ley a) será aprobada en el Congreso, con facilidad. Posteriormente b) se pudrirá unos meses –dicen que dos; me parece poco; veremos– en el Senado. Será importante la forma que el Senado elija para que la ley acceda a la putrefacción. Lo más probable es que c) acudan al Senado un sinfín de personajes del ámbito jurídico y/o académico a explicar a sus señorías, entre estupor y temblores, que la amnistía es el fin del mundo. Toda esa ola propagandística, que copará portadas, telediarios, tertulias, y que se irá mezclando con la koldomanía, d) irá acompañada de la aparición sincronizada de informes de altas instituciones del Estado –hasta es posible que también de informes de las bajas instituciones; universidades, colegios, asociaciones, etc.–, que demostrarán al mundo que la ley dará lugar a simios que hablan y que dominarán el planeta. Luego la ley e) volverá al Congreso, donde cabe suponer que será votada con cierta celeridad. Antes del verano, o después del verano, la ley será f) promulgada. Y aquí empieza lo más divertido: no habrá ley de amnistía.

 

6- O, al menos, la ley de amnistía no será aplicada. De una manera que aún no conocemos, pero coral, con una escenografía única, jamás vista, tal vez fundadora de una nueva época, la ley será enviada al TC, mientras, a la vez –y, vete a saber, también de una manera coral, con una escenografía etc.–, uno o diversos tribunales emitirán una cuestión prejudicial al TJUE. La respuesta del TJUE, si no hay cambios en su costumbre, podría dilatarse un par de años. Lo más plausible es que el TC, a su vez, no solucione lo suyo hasta después de que el TJUE abra la boca de la cara. En todo caso, y hasta ese momento, la ley estaría suspendida. Sí, la amnistía dice sobre sí misma que, en caso de esa suspensión –normal, ya prevista–, también se suspenderían las hipotéticas cautelares sobre los afectados –ya saben, órdenes de búsqueda, preventiva, todo ese mal rollito–. Pero, en caso de suspensión de la ley, la ley que asegura eso estaría, lo dicho, suspendida, por lo que todo dependería de la buena predisposición de los jueces que, rayos, me ha dado la risa. Pasen al otro punto, mientras me realizo un masaje cardíaco.

 

No habrá ley de amnistía. O, al menos, la ley de amnistía no será aplicada

 

7- Pero pongámonos en que tanto el TJUE como el TC dan su OK a la ley. ¿Se aplicaría la amnistía? Sí. Por supuesto. Pero, tal vez, no mucho. Para ello los jueces a) solo tendrían que ubicar los delitos fueran del campo semántico procés –por ejemplo, que al manifestante acusado de desórdenes graves, detenido por la poli en una mani, no se le aplique la amnistía, en tanto la mani era, pongamos, contra el rey, y no por la indepe–. O b) los jueces solo tendrían que cambiar la descripción del delito, de manera que no sea un delito contemplado por la amnistía. Eso, por cierto, ya ha pasado recientemente. Un tribunal ha condenado, el pasado octubre, a más de dos años a un manifestante, acusado, no por el delito de disturbios graves sino, zas, por el de coacciones. Este caso, especialmente creativo, es muy importante. No solo apunta las maneras que podrían gastar algunos jueces, sino que explica las maneras gastadas por los negociadores de la amnistía. O punto 8.

 

8- La asociación Alerta Solidària –una asociación jurídica indepe– alertó a Junts y a ERC de este agujero negro en la amnistía, que, al menos para este caso concreto, se podría haber solucionado introduciendo este nuevo delito en la ley, durante su larga negociación. La asociación, de hecho, denuncia que las últimas reformas de la ley son para intentar solucionar –diría que de manera poco fructífera, además; recuerden puntos 6 y 7– casos concretos que afectan a los staffs de Junts y ERC, antes que a la situación de manifestantes anónimos.

 

9- En todo caso sorprende el optimismo generalizado generado por la ley de amnistía pactada. Sí, puede ser que, una vez promulgada la ley, el TS, pongamos, caiga de la mula y asuma la amnistía. Si bien, todo apunta más bien a que el TS, pongamos, caiga de la mula y asuma un nuevo nivel de enfrentamiento con el Legislativo y el Ejecutivo, tal vez histórico. ¿A qué se debe, por lo tanto, ese optimismo fuera de lugar?

 

10- Junts es, sin duda, el partido más optimista. Se trata de un optimismo sorprendente, si pensamos que, el pasado mes de enero, Junts, por medio del abogado privado que ha negociado la amnistía, demostraba, en una entrevista, un conocimiento llamativo de los puntos 6 y 7. Por primera vez en –diría– años, Junts sabe lo que se cuece. ¿Por qué mienten, por tanto, en esta ocasión? Ni idea –es decir, no se pierdan el punto 14–. Tal vez ese optimismo/retorno sería la gran baza electoral para las próximas elecciones europeas –si le votas, volverá, etc.–. O para las –más próximas que tardías– elecciones autonómicas.

 

11- ERC ha gastado un optimismo más matizado. De hecho, ha emitido que las últimas reformas de la ley no son importantes. Vamos, que sabe lo apuntado en los puntos 6 y 7. ¿Por qué no lo explica abiertamente? Ni idea –es decir, no se pierdan el punto 14–. Tal vez, no obstante, ese optimismo matizado de ERC responda a su dinámica –vocación casi– de no abandonar el vehículo mientras avanza a toda leche hacia el barranco, ese chicken game, ese terror a explicar que no hay nada detrás de las palabras y que tan caro han pagado algunos de sus líderes.

 

12- El caso PSOE es diferente. Defiende la amnistía con la boca pequeña, porque no le queda otra. La amnistía es algo que tendría que tener una dimensión cívica, que no tiene. A saber: la última es que es una ley que afectaría a 372 ciudadanos –poco–, en la que prima más la atención al dirigente que al currito, y que no está claro que se aplique en todo su potencial. Su componente cívico se sitúa, a falta de otro, fuera de la investidura y de la política, y eso no está claro que sea algo deseado por el PSOE. Se trataría de, por primera vez, un límite serio, duro, a un Judicial que –hace tiempo que– ha perdido su neutralidad. Lo que es la verbalización de un conflicto, esa cosa que ningún político quiere. Y se trataría también de un serio cuestionamiento al discurso del rey del 3-O. ¿Por qué el PSOE, el único partido que defiende el R’78 –PP, Vox y Judicial ya están en otro modelo de Estado; lo que es dramático– emite esa seria crítica implícita al R’78?

 

La amnistía es algo que tendría que tener una dimensión cívica, que no tiene

 

13- Sencillamente porque la amnistía, que no está claro que acabe siendo una amnistía, es otra cosa: el precio de la investidura. Y el PSOE no se puede permitir no gobernar, pues es muy posible que, hoy por hoy, no subsistiría a un periodo de oposición.

 

14- Me gustaría decir que la amnistía existe. De hecho, me gustaría sentir lo que se siente al decir eso. O al decir, ya puestos, que el procés era un meditado proceso de autodeterminación, o que, todo lo contrario, fue un sofisticado golpe de Estado. O que el Judicial está defendiendo el Estado de derecho. O que lo de Atocha fue titadyne, o que sus autores intelectuales no están en desiertos lejanos. Desde lo de Atocha, hace 20 años, el uso de la falsedad, que ya era intenso en España, ha adquirido una nueva dinámica. Única, en su profundidad y precocidad. Hoy, la dinámica de la falsedad implica, con grados y matizaciones, a toda la política y a todos –todos– sus sujetos. Permite que, a la izquierda del PSOE, haya un partido entregado a la Guerra Cultural, ese género de ficción, y otro que ha emitido que la anterior reforma laboral fue derogada. Si eso es así, imagínate lo que ocurre a la derecha de esos partidos. Ahora que lo pienso, he dedicado el grueso de mi carrera periodística, no a explicar lo que ocurre, sino lo que no ocurre, a hablar de la mentira. Mi oficio ya, supongo, consiste en eso. Lo que describe, a su vez, la política. ¿Por qué hay tres partidos mintiendo cuando defienden la amnistía? ¿Por qué otros dos mienten más aún al atacarla? Supongo que, tras 20 años, la política es algo ya autónomo, sin relación con la realidad.

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