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viernes, 19 de enero de 2024

IMPOSIBLE ALQUILAR EN BUENOS AIRES

 

IMPOSIBLE ALQUILAR EN BUENOS AIRES

PABLO GARCÍA

Las ofertas suben tras derogar Milei la Ley de Alquileres pero los precios crecen en enero un 150%, seis veces más que la inflación

En apenas un mes de mandato de Javier Milei, la inflación ha sido del 25% en diciembre y los precios en Argentina se han puesto patas arriba tras la tremenda devaluación económica y los anuncios de recortes masivos. Y la derogación el 29 de diciembre por parte del ultraderechista libertario de la Ley de Alquileres que aprobó en 2020 —ampliada y reformada en octubre pasado— el gobierno de Alberto Fernández ha trasladado las tensiones al sector inmobiliario: mientras la oferta se dispara según diversas fuentes de mercado parciales, los precios de los alquileres en enero se incrementaron casi un 150% (145%).

 

Pero todavía, se espera un 160% para febrero y un 190% para marzo, según estima La Nación a partir de varios especialistas del sector. Una inflación que también reconoce el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO), que sostiene que la inflación de los alquileres en 2023 alcanzó el 300% en 2023, frente a la inflación general acumulada el ejercicio pasado, que llegó al 211%.

 

Inicialmente, la Cámara Inmobiliaria Argentina (CIA), favorable a la derogación de Milei, aportó datos sin ninguna fiabilidad: según la CIA, la oferta se habría duplicado y los precios, caído un 20%. Algo que contrasta con todas las demás estadísticas, incluida la de Zonaprop o Argenprop, los Idealista argentinos y, al igual que la empresa española controlada por el fondo EQT, actores de parte en el mercado inmobiliario. Pero sobre todo, la idea de que bajan los precios choca con las vivencias relatadas por boca de los principales afectados, los inquilinos.

 

Esto no ha sido óbice para que el medio de ultraderecha en España Libertad Digital compre la dudosa mercancía de la Cámara Inmobiliaria: “Vuelco inmobiliario en Argentina: las reformas de Milei duplican la oferta de pisos en Buenos Aires”, titula LD.  “Además, los precios del arriendo en la capital están bajando entre un 15% y un 35%”, una bajada que nadie reconoce por las calles porteñas.

 

Especialmente en el Gran Buenos Aires. “Vivía en Avellaneda con mis padres y tardaba 15 minutos en llegar al laburo en moto”, señala Lucas, que votó a Milei y trabaja en el garaje de un edificio entre Palermo y Recoleta. “Ahora alquilo una vivienda en Adrogué y tardo 45. Todo está imposible y carísimo, nuestros sueldos no dan”.

 

“Alquilé con el dólar [paralelo] a 400 [ahora está en casi 1.200 pesos por dólar]. Pensé que mi casera me iba a doblar el alquiler ahora que me toca renegociar y que me iba a tener que ir. Pero no, al final me sube solo el 50%, de 150.000 a 230.000 pesos, así que me puedo quedar”, celebra Natalia, profesora de inglés y traductora. “Eso sí, voy a empezar a ir a Liniers, donde los precios están más baratos, a hacer la compra y a aprovisionar stock porque si no no puedo con esta inflación”.

 

La Política Online ha hablado con empresas dedicadas al alquiler. En un artículo de este medio, Gervasio Muñoz, de Inquilinos Agrupados, asegura que las renovaciones de contratos “tuvieron aumentos de entre 500 y 600%” y cuestiona los últimos informes que han circulado estos días, tanto de la CIA como de la Cámara de Propietarios, otra institución defensora de la norma de Milei.

 

Protección desde hace más de un siglo

 

La derogación de la Ley de Alquileres no solo ataca medidas desplegadas durante las últimas etapas del peronismo. Ataca cláusulas vigentes desde al menos 1921, cuando el movimiento peronista ni siquiera existía. Por ejemplo, el plazo mínimo de los contratos de alquiler fue incorporado a la legislación hace 103 años para evitar que los propietarios manejaran a su antojo el mercado inmobiliario. Ese plazo mínimo se subió hasta tres años en la Ley de Alquileres de 2020. Pero con la nueva medida, “el plazo de los contratos de alquiler será el que las partes hayan establecido” y, en caso de no quedar este punto aclarado, el plazo baja a dos años. De esta manera, por primera vez en un siglo los propietarios podrán decidir cuánto tiempo alquilan, ya que se encontrarán en posición de fuerza.

 

Hay más cosas: desaparecen el Índice de Contratos de Locación (ICL) y el Índice Casa Propia para actualizar los precios de los contratos: inquilino y casero podrán ponerse de acuerdo en el precio, otro beneficio para el arrendador. Además, antes de Milei, las rentas debían pagarse en pesos para evitar que los dólares fuera de la economía circulasen libremente. Ahora los contratos se podrán hacer en euros o dólares, lo que interesa a los propietarios ante la debilidad congénita del peso.

 

Igualmente, la Ley de Alquileres imponía una fianza que ahora queda a la libre determinación de las partes tanto en la cantidad como en la divisa. Otra medida: desaparece el derecho del inquilino en caso de desperfecto de descontar el arreglo a cargo de la cuota de alquiler; ese derecho ya no existe salvo que se recoja en el contrato. Y también desaparece la mediación prejudicial obligatoria para iniciar un proceso de desalojo, mientras que la ley derogada imponía una mediación previa a la instancia judicial que podía llevar dos meses o más.

 

En Buenos Aires, al igual que en otras partes del mundo, la cuestión del alquiler choca con el turismo: la proliferación de viviendas de uso turístico ha encarecido el parque inmobiliario. El candidato derrotado a la Jefatura de Gobierno de la capital, el peronista Leandro Santoro, propuso en este sentido regular los Airbnb. El Jefe de Gobierno Jorge Macri, del PRO y primo del ex presidente Mauricio Macri, no está tan a la derecha como Milei y ha propuesto una regulación para los alquileres turísticos pero negociada con las plataformas.

 

Con o sin Airbnb, alquilar casa o renovar el contrato es ahora todavía más difícil. “Me van a hacer mierda con la renovación de septiembre”, vaticina Alex, trabajador del estado que vive en Palermo Hollywood, una zona que se gentrifica a marchas forzadas. “Aunque en Argentina hablar de septiembre es como hablar de 2050”, ironiza.

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