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viernes, 15 de diciembre de 2023

¿Y AHORA QUÉ?

 

¿Y AHORA QUÉ?

El archivo del caso Neurona no es una buena noticia; es la prueba del éxito del periodismo corrupto de la derecha y del periodismo de la progresía mediática que no ha tenido que mancharse tanto para moldear una izquierda a su medida

PABLO IGLESIAS

Lawfare Corral. / La Boca del Logo

Ayer un compañero me propuso que mandara a Willy Veleta a hacerle alguna pregunta a Escalonilla y ya, de paso, ponerle cara como hicimos con el hermanísimo de Ayuso. Recuerden: tuvo que ser Canal Red quien hiciera la primera pregunta a un presunto corrupto al que denunció el propio Pablo Casado. El hombre de la mordida que provocó la caída del presidente del PP no resultaba de interés para los periodistas en España.

 

Mi padre, más prudente por viejo que por diablo, me decía en cambio que no llamara prevaricador a ningún juez en concreto, que son peligrosos y vengativos. Y que tuviera cuidado. Cuídate, hijo, me dice siempre.

 

Pero es que esto de Neurona en realidad no va de jueces. El lawfare no va solo de jueces. Escalonilla siempre podrá decir que archivó todo y que, por lo tanto, no hay voluntad prevaricadora alguna, en la medida en que él y la ley han acabado dando la razón a Podemos. Él, al fin y al cabo, solo se ha dedicado a investigar. García Castellón también podrá decir que no ha condenado a nadie de Podemos, que solo lo ha investigado y que no entiende que le denuncien por prevaricación, y dirá también que el hecho de que su nombre apareciera en las conversaciones grabadas por la policía a Ignacio González y a Eduardo Zaplana, que le presentaban como su hombre, no prueban que trabaje para el PP.

 

 

El lawfare va más de periodistas que de jueces. Los segundos son solo la excusa de los primeros para organizar sus cacerías y lograr destruir reputaciones y vidas. Horas y horas de televisión y radio, portadas y portadas apuntalaron la idea de que Podemos y sus dirigentes eran, cuanto menos, tan corruptos como los del PP. Aquella práctica profesional corrupta de decenas de periodistas, muchos de ellos premiados, cumplió sus objetivos. Sirvió para perjudicar electoralmente a Podemos de una forma irreparable, hizo mucho daño a muchas personas inocentes y consiguió también convencer a muchos cuadros políticos de la izquierda de que hay cosas que no se pueden cambiar, de que hay temas de los que no se puede hablar y de que con los periodistas corruptos hay que aliarse, no señalarles. Hay una izquierda a la que se le hace lawfare y otra a la que no. Esta es hoy una verdad incuestionable y por eso los jefes de Sumar no han dicho esta boca es mía sobre el tema Neurona.

 

Hoy El País es el único periódico con edición en papel que lleva el archivo del caso Neurona brevemente a su portada, pero le da mucho más espacio a la rajada de un exdirigente de Podemos que un día después de marcharse acude a la llamada del periódico de Prisa a hablar mal del que hasta ayer fue su partido y de Canal Red. Ese es también el éxito del lawfare.

 

Vente aquí, guapo, que te voy a hacer ahora todas las entrevistas que no te hice en campaña. Vente que con un poco de suerte te ofrecen un puesto en Sumar si dices lo que tienes que decir. Aquí te vamos a cuidar. Ya puedes salir todas las noches y pasarte de la raya y de las rayas y no te va a pasar nada, campeón. Ya puedes cobrar el bono social como Monica García, ya puedes vivir en la casa que quieras, ya puedes ser un dirigente de izquierdas respetable.

 

El archivo del caso Neurona no es una buena noticia; es la prueba del éxito del periodismo corrupto de la derecha y también del periodismo de la progresía mediática que no ha tenido que mancharse tanto para lograr moldear una izquierda a la medida de sus intereses.

 

La corrupción periodística y el mirar para otro lado de la progresía han quedado impunes pero no les ha salido gratis. Hoy, términos como lawfare y derecha o progresía mediática están instalados y cada vez es más amplia la base militante que asume el combate cultural como la principal batalla política.

 

Han estado cerca de matar a Podemos, pero lo que no termina de matarte, acaba por reforzarte.

 

¿Y ahora qué? Ahora a seguir, acompañados de la mejor base militante del país. Y también por un equipo de militantes que nos hemos puesto a hacer periodismo comprometido y serio. Y también por los movimientos sociales. Y también por un feminismo que es hoy el mayor motor ideológico de la transformación. Y ahora a por ellos, como siempre, pero como mucha más experiencia y mucho mejor acompañados.

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