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lunes, 18 de diciembre de 2023

EN LA PUERTA DEL CGPJ HAY UN CHARCO Y NO HA LLOVIDO


EN LA PUERTA DEL CGPJ HAY UN

CHARCO Y NO HA LLOVIDO

SATO DÍAZ

Jefe de Política de 'Público'

16/12/2023Imagen de archivo del saludo entre Ricardo Cuesta y el presidente del Supremo en la entrada del primero al Tribunal. / Europa Press

En la puerta del Consejo General del Poder Judicial, en la Calle Marqués de la Ensenada, junto a la preciosa plaza Villa de París de Madrid, presidida por el Tribunal Supremo, hay un charco y no ha llovido"Por favor, rebajen la tensión, déjennos en paz". El presidente del caducado desde hace más de cinco años CGPJ, Vicente Guilarte, no quiere que en el Congreso de los Diputados se abran comisiones de investigación que versen sobre las actuaciones de algunos jueces. El victimismo de la cúpula judicial de las últimas semanas es de traca.

En la puerta del CGPJ hay un charco y no ha llovido, son las lágrimas de algunos juecesEl victimismo es un tipo de mentalidad que, a niveles extremos, puede ser considerado patológico, según se explica en la publicación Psicología y Mente. Tal y como se recoge en el artículo antes citado, el victimismo ha sido definido por Rahav Gabay como "el sentimiento de verse uno mismo como una víctima, generalizándose en muchos tipos de relaciones". La victimización se transforma, así, en un elemento fundamental de su identidad individual. Por tanto, si el victimismo fuera una característica de la personalidad de un grupo de personas, por ejemplo, los altos estamentos de la judicatura, ¿sería un rasgo característico, también, de una identidad colectiva?

La cúpula judicial no soporta que buena parte de la sociedad española cada vez tenga más interiorizado el término lawfare. Ejemplos de guerra judicial que eran evidentes en otros países ya se observan con precisión aquí. El caso extranjero más paradigmático es la Operación Lava Jato, que mantuvo al actual presidente brasileño, Lula da Silva, un total de 580 días en la cárcel y después fue absuelto.

Tan solo esta semana, se han evidenciado dos casos ejemplo de lawfare en el Estado español. Se archivaba el 'caso Neurona', que ha abierto, durante años, periódicos y telediarios con ataques a Podemos a base de acusaciones falsas. Por otro lado, se cerraba la causa abierta contra la exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau, por supuestas coacciones a un fondo buitre. En el auto, la magistrada reconoce que la edil sufrió guerra judicial: la causa tenía "fines ajenos a los del procedimiento penal" porque al fondo "no le eran favorables las políticas de vivienda" que Barcelona En Comú impulsaba al frente del Ayuntamiento de la capital catalana.

Distintas investigaciones han profundizado científicamente sobre la victimización. Estos trabajos han sido mayoritariamente desarrollados en Israel. Algunas de ellas han planteado la existencia de cuatro dimensiones dentro del victimismo: búsqueda constante del reconocimiento del victimismo propio; sentido de elitismo moral; falta de empatía ante el daño y sufrimiento ajenos y constante rumiación sobre victimización en el pasado. Vaya...

Es curioso que sea una característica tan estudiada en Israel, y más cuando vemos cómo es el propio Gobierno de este país el que se presenta, en la esfera internacional, como una víctima en cuanto es criticado por el genocidio que está ejecutando contra el pueblo palestino. La cúpula judicial del Estado español, el Gobierno de Israel... y Alberto Núñez Feijóo.

El líder del PP ha diseñado buena parte de su relato y estrategia política para la oposición en llorar porque no está gobernando pese a haber sido la fuerza política más votada. Como si no supiera el expresidente de la Xunta de Galicia que no gobierna quien más papeletas reúne en las urnas, sino quien más apoyos reúne en el Congreso. Pobrecitos algunos jueces, pobrecito el Estado de Israel, pobrecito Feijóo. Muchas puertas con charcos de lágrimas dominan la actualidad informativa.

Llama la atención la estrategia de buena parte de las élites de victimizarse como forma de poner en duda la propia democracia. Primero se victimizan, después hacen creer que el adversario no es digno de gobernar o de ocupar el puesto que democráticamente ha conseguido... Más adelante, las críticas irán contra el propio sistema democrático.

Urge renovar el CGPJ que, atrincherado en sus despachos de la plaza Villa de París, sigue tomando decisiones pese a que desde hace cinco años tiene el mandato caducado. Si el PP sigue bloqueando, como parece que va a hacer, su renovación, el Gobierno tiene la obligación de buscar otra fórmula para lograr que la mayoría del gobierno judicial sea más parecida a la mayoría social y política del país. Y esta nueva forma de renovación ha de seguir la senda de profundizar en democracia, donde todo mandato debe emanar de la ciudadanía. El Poder Legislativo es elegido por el pueblo a través de las elecciones generales. El Ejecutivo, también, a también de representantes del pueblo, las y los diputados electos. El Judicial también ha de ser escogido, al menos en parte, por el Congreso. Si la derecha bloquea, las mayorías tendrán que ser otras.

En la puerta del CGPJ, hay un charco y no ha llovido, quizás son las lágrimas de algunos jueces, porque Feijóo no ha vencido.

 

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