CULPABLE
DUNIA SANCHEZ
Estaba aquí, sin saber el porqué. No era mi sitio más mi conciencia me llevaba al desaliento. No me sentía incómoda pero sin embargo era extraña a este lugar. Miraba la luna. Miraba los pájaros y la noche se hizo y la lluvia vino. Un silencio hermoso comentaba del sabor de una mirada, ausente en estas jornadas. Un oleaje calmo comentaba de la desnudez de nuestros deseos. El universo , pensaba, se involucraba a este sino de mis pisadas. Un camino errático donde la desgana alarga sus cadenas. Hechizada por la luna, observaba los astros como señal de un despertar entre cenizas. Derrotada levanto la vista, cultivo el arte del distanciamiento como cansancio monótono que se apega a mis espaldas. Tocan a la puerta, rápidamente fregó la losa del fregadero y es que la dejadez amplia el aislamiento. Tocan a la puerta, estática soy temblor que se ramifica más allá de mi vientre. Lo pesado hace cerrar mis ojos y me doy cuenta que está ahí. Y me doy cuenta de que ya no yo. Y me doy cuenta de que la bestia se engancha a mi garganta hasta saciarse. Veo mi cuerpo tendido en el piso, muerta. Veo su odio enhebrando la maldad, un gesto de desprecio se vincula a la bestia. Y, ahora qué. Ahora soy ausencia en este plano de la tierra. Veo mi boca de la cual un hilillo de coágulos sanguinolentos corren. Veo mis ojos , abiertos, inertes. Ahora, miro las estrellas, cuento cada fugacidad de los días en que sido condenada, martirizada y la pena incrusta lágrimas secas. Te lo he dicho, no , no te quiero. Quizás no lo sepas, solo el miedo me hace ser árbol cuyas raíces van cortando a lo largo de los años. Ahora estoy muerta. Veo mi cuerpo tendido en la mala vida que me has dado.
XX; Aquí,
tendida, sobrellevando el peso sobre mis hombros. Con mis ojos henchidos, con
la mezcla de la nada. Aquí, donde las olas suenan cuando golpean las rocas, mi
cuerpo arrojado en la soledad. Tu, ahí, como si nada hubiera pasado, como si yo
fuera un derecho tuyo y tu poder tirándome en la marea mala, en la marea fea
donde no seré hallada. Pero bucearé donde la verdad se esconde y saldrás
culpable. Sí, culpable de mi decadencia. Sí, culpable de mi dolor. Sí, culpable
de mi mudez. Sí, culpable de mi destierre donde los cetáceos cantan. Aquí, te
veo mientras tira ese cuerpo que no más es germen de este mundo. Y te observo,
sudoroso, delirante en tu poder, en tu error.
YY;
¿Dónde
estas? Ya no existes, pero, un tormento se venga de mí. Escucho tu voz, siento
tu sombra y sabes, te detesto. Este mar no dirá nada, ni de ti , ni de mí. Solo
has desaparecido en una ciudad donde todo parece ruidoso. ¿No me dejas vivir
Dónde andas? Con mis propias manos me he deshecho de ti. Con mis propias manos
te he quitado la vida. No veré más tus ojos. Esos ojos me ponían nervioso. Tu
secuencia aparece ahora ante mi , como fallo de mi amor. Te lo mereces mujer.
¿Déjame descansar Dónde estas? Es como si tu aliento viniera a mi y tu no más
que eras algo que no se merece amar. Veo
la oscuridad de la noche, de una noche otoñal donde todo se revuelve y tu te
revuelve desde esa tumba desconocida, que nadie hallará. Te he hecho el bien y
no lo entiendes. Me molestas, sacas maldiciones a tu existir. Nunca debiste
cruzarte conmigo, me amargaste y aquí esta la solución. Nadie te verá jamás.
Nadie te extrañará. Solo eres una persona en su trinchera escupiendo el mal.
Quieres ser más que yo y no es así. Yo soy el que domino toda esta atmósfera.
XX;
Vuelo
donde las pardelas me escuchan. Vuelo donde la justicia me abre su frontera. Y
entraré. Verás como entraré y tu serás culpable. Culpable de mi desorden.
Culpable de mi muerte.
YY:
Calla¡
Calla¡ Y aun sigues, es como si tu olor me acosará. Mi cabeza parece estallar.
Vete mujer. Vete donde las mareas hagan trizas de ti.
XX:
Las ánimas
vienen. Las ánimas te convocan. No vivirás tranquilo. Irás por las calles como
rareza de esta ciudad y caerás. Sí, caerás como enjaulado culpable por el resto
de tu tiempo. Eres culpable. Sí, eres culpable de las mareas terribles de la
existencias ¡culpable¡ Desfigurado hombre de intenciones falsas con los que te
rodean. Culpable. Sí, eres culpable que yo sea ahora no más que un pedazo de
velo en las fosas del vacío.
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