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martes, 3 de octubre de 2023

LA DERECHA MODERADA QUE PROMUEVE EL ACOSO

 

LA DERECHA MODERADA QUE

 PROMUEVE EL ACOSO

Los primeros síntomas nos vienen a indicar que la medicina para combatir el fracaso electoral de la derecha será aumentar las dosis de nuevo trumpismo y viejo fascismo que precisamente provocaron esta derrota

GERARDO TECÉ

Feijóo campeón. / J. R. Mora

En la semana política en la que no iba a pasar nada acabaron pasando cosas. Cosas importantes, de hecho. Mientras la única noticia era que no había noticia, ya que Feijóo estaba respetando religiosamente la aritmética esperada de su fracaso parlamentario, en paralelo iba quedando configurado lo que será el panorama político de la próxima legislatura. Como diría Rajoy, último líder de la derecha capaz de lograr una mayoría en este país por sus propios medios hace ya 12 años, esto no es cosa menor. O, dicho de otra forma, es cosa mayor. Configurar panoramas no es función de los parlamentos donde estaban las cámaras la pasada semana ni de la Zarzuela, donde están en esta. Los panoramas que marcan la política y son, por tanto, la política en sí, suelen suceder en los márgenes. Una anécdota, un vídeo viral, una reacción desmedida o que se quedó corta, o una portada de periódico generan más política que el hemiciclo. Lo cual, normalmente, no es una buena noticia. De lo surgido en los márgenes en esta última semana, en la que la derecha ha constatado su fracaso en las urnas, se puede concluir que ya tenemos decidido el ambiente en el que viviremos los próximos años.

 

El tipo que acosó a Óscar Puente en un tren camino a Madrid compartía ayer un vídeo fumándose un puro mientras ponía condiciones a las teles que se lo rifan para tenerlo en plató tras su hazaña ciudadana. Yo decido las primeras cinco preguntas y las otras cinco las decidirán los periodistas, leía el comunicado como el que pide un rescate. Por supuesto, sabedor de lo putrefacto del oficio, aprovechaba su momento para pedir dinero por esas entrevistas, no sabemos si en bolsa de plástico metida en un contenedor con billetes no consecutivos. Sea como sea se lo darán porque, como él mismo decía, lo vale. El tipo que acosa a diputados, que tiene antecedentes violentos, que se graba consumiendo cocaína y comparte publicaciones de corte neonazi en redes sociales, ha sido definido por el vicesecretario de organización del PP del moderado Feijóo como un pasajero de tren que le pide explicaciones al agresivo y chulesco PSOE. En perfecta coreografía, Ayuso protagonizaba este fin de semana portada en La Razón: “La calle tiene que demostrar a Sánchez que esto no le va a salir gratis”. No especifica, sin embargo, la presidenta madrileña el precio que tendrá que pagar Sánchez si el Congreso le da su confianza para que repita como presidente. Sabemos, eso sí, que el punto de partida mínimo marcado es que el acoso personal, aunque sea protagonizado por nazis con historial de agresiones, es legítimo. De ahí para arriba. Arriba España, por ejemplo, como proponía el socio Abascal desde la tribuna del Parlamento: el pueblo español se defenderá, luego no vengan lloriqueando. Nada nuevo bajo el –cara al– sol. Vox suele arrancar sus legislaturas con una petición de golpe de Estado o alzamiento nacional. Lo hicieron en 2020 y lo vuelven a hacer ahora. ¿Cómo sería ese golpe? Ni ellos lo saben. A las Fuerzas de Seguridad del Estado, en manos de la derecha, les gusta especular con que podrían ser ellas quienes salvaran a España de la mayoría de los españoles que han vuelto a votar de forma equivocada. “Todas las organizaciones y plataformas representativas de la Policía Nacional y de la Guardia Civil han unido sus fuerzas para plantarle cara al Gobierno de Pedro Sánchez”, declaraba esta semana la Asociación Unificada de la Guardia Civil desde su cuenta de Twitter.

 

Los primeros síntomas nos vienen a indicar que la medicina para combatir el fracaso electoral de la derecha será aumentar las dosis de nuevo trumpismo y viejo fascismo que precisamente provocaron esta derrota. Si hace cuatro años el objetivo contra el que todo valía, incluyendo el acoso personal, eran Podemos y Pablo Iglesias, ahora la derecha, más abierta de mente que en 2020, parece que amplía el foco señalando al PSOE, como ya advirtió Niemöller en el poema. Partido de centro, responden en el PP cuando les preguntan por la ubicación ideológica mientras aplauden al nazi del tren. Más allá de la irresponsabilidad, el peligro para la convivencia y, en general, el drama de tener una derecha no homologable a otras derechas europeas democráticas, es curioso que teniéndolo todo a favor para ganar, la derecha española pierda. Con el poder mediático, económico, con la policía, el ejército, la iglesia, los toreros y el capitán de la selección española a su favor, la derecha fracasa una y otra vez desde que la crisis llevó a Rajoy a La Moncloa en 2011. Doce años sin entender –gracias a dios, diría el trabajador al que le han subido el salario mínimo– que, cuando todo el sistema trabaja para ti, no es buena idea presentarte como antisistema de la mano de nazis y gritos golpistas. El día que descubran que criminalizar a la mayoría de españoles no es una buena estrategia, la izquierda tendrá un problema. Mientras, le toca formar gobierno.

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