LA CUMBRE DE LA GUERRA Y LA XENOFOBIA
DIARIO RED
El papel de Pedro
Sánchez, invocando los principios más nobles de la democracia y la construcción
europea mientras se dedicaba la cumbre de Granada a la guerra y a la xenofobia,
pasará a la historia como uno de los ejercicios de hipocresía política más
acrobáticos y vergonzosos que se hayan visto jamás
Estos días, está teniendo lugar una importante cumbre de la Comunidad Política Europea —una especie de Union Europea ampliada ideada por Macron— en la ciudad de Granada, al ser España el país que ostenta la presidencia europea rotatoria este semestre. Este foro internacional, que reúne a las máximas autoridades de la UE y de los 27 estados miembro, así como a los máximos representantes de otros países del continente, como Reino Unido o Suiza, se ocupa de buscar acuerdos amplios y la máxima coordinación posible en aquellos temas que afectan de lleno al conjunto de la ciudadanía europea.
O al menos así
debería ser. Porque lo cierto es que la cumbre de Granada no se va a dedicar a
buscar soluciones para acabar con la pobreza en el continente, para luchar de
manera conjunta contra el fraude fiscal de las grandes fortunas y las grandes
corporaciones o para reducir los beneficios caídos del cielo de las empresas energéticas
que están inflando la factura de la luz y haciendo mucho daño a la economía de
las familias y la industria a lo largo y ancho de Europa. Los temas estrella en
Granada no son estos sino otros dos: la guerra en Ucrania y la inmigración. Y
en ambos se han impuesto los planteamientos más reaccionarios.
En el ámbito de la
invasión rusa de Ucrania, el desembarco en Granada del mediático presidente
Zelenski ha servido para acallar completamente cualquier voz que pudiese haber
planteado la necesidad de intensificar las vías diplomáticas para conseguir un
alto el fuego, evitar que siga muriendo gente y avanzar hacia la paz, y ha
reforzado, en cambio, a aquellos que —como el belicoso máximo representante de
la política exterior europea, Josep Borrell— no paran de reclamar más y más
armas para alimentar la escalada bélica y los ingentes beneficios económicos de
los señores de la guerra. Si ya resultaba muy poco inteligente subordinar los
intereses geoestratégicos de la UE a la voluntad unilateral del hegemón estadounidense
en declive, ya resulta prácticamente inexplicable seguir por el mismo camino
cuando EEUU está amenazando con retirar su apoyo económico a Ucrania. El
seguidismo europeo a la política exterior de la potencia norteamericana se
vuelve directamente patético cuando se opta no ya por acompañarles a la guerra
bajo su mando, sino incluso por aceptar la orden de ir a la guerra en su lugar.
El seguidismo
europeo a la política exterior de la potencia norteamericana se vuelve
directamente patético cuando se opta no ya por acompañarles a la guerra bajo su
mando, sino incluso por aceptar la orden de ir a la guerra en su lugar
Y las noticias no
son mejores en el ámbito de la política migratoria común. Avalado por la
presencia de la primera ministra fascista italiana, Giorgia Meloni, que ha
hecho del racismo y la xenofobia el eje principal de su proyecto político, o
del primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, que deporta de forma sumaria
a las personas migrantes metiéndolas en un avión rumbo a Ruanda o encerrándolas
en el campo de concentración flotante conocido como Bibby Stockholm, el
vergonzoso pacto migratorio alcanzado por los 27 y presentado en sociedad en la
cumbre de Granada supone la aceptación definitiva por parte de la UE de los
planteamientos contrarios a los derechos humanos de la extrema derecha. Para
conseguir que los países gobernados por xenófobos firmaran el acuerdo, se ha
tenido que aceptar la criminalización de las ONG de salvamento o la aceleración
de las devoluciones en frontera, entre otras medidas de “mano dura”.
Aunque las personas
migrantes que llegan cada año a nuestras fronteras huyendo del hambre y de la
guerra suponen un porcentaje ridículamente pequeño del total de los habitantes
europeos y aunque es perfectamente viable desde el punto de vista económico
garantizar el derecho a una vida digna de la población autóctona al mismo
tiempo que se integra en la sociedad a las personas que han decidido jugarse la
vida para venir a vivir y trabajar con nosotros, los herederos políticos del
fascismo y el nazismo en Europa llevan ya décadas señalando a las personas
migrantes como la principal amenaza a nuestras sociedades. Este discurso del
odio sirve para poner a combatir al penúltimo contra el último y así evitar que
los pueblos de Europa se levanten contra sus verdaderos opresores: los grandes
poderes económicos y financieros de la clase parasitaria. Resulta, por ello,
trágico desde el punto de vista civilizatorio que la Unión Europea, que nació
como respuesta a la segunda guerra mundial y al holocausto, haya acabado
abrazando el racismo y la violencia institucional contra las personas migrantes
que ayer aplaudió la heredera de Mussolini en suelo español.
El papel de Pedro
Sánchez, presidente de un gobierno supuestamente progresista, sonriendo como si
fuera una estrella de cine e invocando los principios más nobles de la
democracia y la construcción europea mientras se dedicaba la cumbre de Granada
a la guerra y a la xenofobia, pasará a la historia como uno de los ejercicios
de hipocresía política más acrobáticos y vergonzosos que se hayan visto jamás.
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