TRIÁNGULO DE FUEGO
BRUNO THEVENIN
El 2023 está siendo el año más sangriento de las últimas dos décadas en los territorios ocupados. Crímenes cotidianos que nunca serán juzgados en un contexto de grave impunidad tanto para el ejército israelí como para los colonos asentados en Cisjordania, cuyos actos son legitimados por el gobierno de Israel.
En un reciente informe de HRW (Human Rights Watch) la ONG denuncia el uso desproporcionado de la fuerza letal a manos de las autoridades israelíes contra los niños palestinos. Están matando niños con mayor frecuencia y la organización exige a países como Estados Unidos que presionen a Israel para que cambie de rumbo.
En 2022, 154
palestinos fueron asesinados, 35 de los cuales eran menores de edad. En lo que
llevamos de 2023, estas cifras ya se han superado, con 171 muertos, 32 menores
La intensidad de la
violencia desatada contra la población de Cisjordania sigue una línea
ascendente desde el pasado año 2022, uno de los más mortíferos: según la OCHA
(Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios), 154
palestinos fueron asesinados, 35 de los cuales eran menores de edad. En lo que
llevamos de 2023, estas cifras ya se han superado, con 171 muertos, 32 menores.
El nuevo gobierno
de Israel, de la mano del primer ministro Benjamin Netanyahu y el ministro
israelí de Seguridad Nacional, el extremista Itamar Ben Gvir, están tensando la
cuerda en los territorios, que registran un aumento de la represión acompañada
de una política de expansión territorial a través de los asentamientos ilegales
donde, según las Naciones Unidas, viven ya más de 700,000 personas ocupando
terrenos palestinos.
Nablus Cisjordania
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Las zonas al norte
de Cisjordania son los más castigadas por las fuerzas israelíes, allí, tres
ciudades han decidido plantar cara al ejército formando un triángulo de fuego
contra la ocupación, Jenin, Nablus y Tulkarem. La total desconexión de las
autoridades palestinas con su pueblo, la ocupación israelí, y la falta de
futuro para la mayoría de los jóvenes les ha hecho buscar nuevos referentes.
Uno de ellos es Ibrahim al-Nabusli, joven de 18 años y miembro de los leones
del foso, quien fue asesinado en Nablus el pasado verano. Su muerte marcaría un
nuevo símbolo para una joven generación que crece sin perspectivas y que ha
decidido emprender la lucha armada.
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