EL ÚLTIMO VUELO (A SINÉAD O’CONNOR)
MAITÉ CAMPILLO.
El 21 de junio de 2012 los cantautores Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina se encuentran en Tel Aviv. Era aquél un concierto cómplice carente de dignidad y escrúpulo, de guiños al ocupante judío-sionista en Palestina desde 1967, en el que no se hizo ninguna mención al exterminio del pueblo palestino. Despreciaron consecuentes las presiones de rechazo desde el campo antiimperialista en cuyo acto dijo un emocionado Sabina:»Desde pequeño tenía un sueño ‘que comparto con muchos de ustedes’ soñaba con venir a Israel lo que no sabía es que tardaría tanto en cumplirlo». La emoción de Serrat no fue menos elocuente con su público:»Ni en mis más descabellados sueños soñé con que estaría cantando en la cancha del Macabi».
Escribió
el cubano Guillermo Villegas
»La revolución no se hará con una canción, pero se hará cantando». Los
rasgos que a Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina emparentan son los que les
diferencian de Sinéad O’ Connor (y del escritor Guillermo Villegas) negándose a
cantar en Israel si no cantaba para el pueblo palestino: a ellos, a su causa.
Se cuenta que la ofrecieron tentando convencerla unos 100 000 dólares
conscientes de que ella cobraba unos 10.000 por concierto. Si eso es así, que
lo será, nuestra mujer conciencia y dignidad dejó postrados en lo que ellos
solos se han convertido Serrat y Sabina (nada) algo caduco, vacío e impersonal.
Estos hechos no son aislados, vienen dados por la situación dominante
encarrilada al pensamiento único, una realidad social que encuadra en sí el
regresionismo fasticizante donde el arte y cultura propia desaparece en pos de
lo puramente “internacional” en alabanza al capitalismo de la mafia industrial.
El canto del ‘argentino nuevo’ Fito Páez, no es canto del pueblo, se pasó al
bando de los Sabina o sea d` Los Traidólares. Quien en otros tiempos fuera
respetable no solo como amigo declarado de la revolución cubana ‘Yo vengo a
ofrecer mi corazón’ el que de forma antagónica presentó su perfil del mercado
en giro al imperialismo y que entre otro tipo de sandeces dijo: <<Ya pasaron 64 años, ya está, se terminó. Basta de echarle la culpa al
bloqueo norteamericano. Hay que buscar una manera más inteligente para que no
siga muriendo gente de hambre ni en el mar>>. Y es que hay gentes que tiran la piedra, y esconden la mano; pasan del
arte a lo puro matemático, lanzan la crítica, y esconden la formula; de seguro
es formula imperialista, quien paga manda: mejor que se la guarde para él
solito pues hay que ser majadero para mostrarse si hechicero si profeta o
pitoniso de la historia en camello arrastrando en chepa la voz del
imperialismo. Al que recuerdo que los muertos, baños de sangre y desaparecidos,
como bloquear la economía a quien no se pone a su servicio, es justamente el
destructor de verdades, engendro de las guerras en el mundo dominado por el
lucro; y, en eso, dejó dicho Sinéad O’ Connor: »Si algún día llego a cambiar
tanto como lo ha hecho Bono (U2) confío en que alguien me meta una bala entre
los ojos». Cuan difícil es construir una utopía… cuantos enemigos salen al paso
para asolar y condenar como Fito, a Cuba, dejando inmaculado los crímenes del
imperialismo, las hambrunas y desplazamientos humanos impuestos pululando en el
vacío por el mundo sin hallar solución la justicia y condena al capitalismo.
Sinéad O’
Connor sellada rumbo a la inocencia de la vida del juego y la familia,
inconscientemente marcada sobre el horror dentro de ella, asoma al mundo más
allá de sus grandes cualidades magistrales artísticas (sellada) por la marca de
la opresión, el abuso de poder del sexo que se impone transpuesto sobre el amor
de una hija en sobredosis de facetas como victima de un hogar sin cabeza
arrastrando la inocencia implícita sorprendiendo sobre una infancia,
adolescencia y juventud a golpes sometida, su acorralada voluntad filtrando una
vida traumática impuesta al ser que representa: una mujer, no más una
mujer dentro de una sociedad intentando por primera vez por sí misma el vuelo
libre, romper con todas las cadenas, con toda castración de su pubertad que
desencadenó en ella trastornos dolorosos físicos y mentales a lo largo de su
vida. No fueron escuchados ni atendidos ni tenidos siquiera en cuenta, era la
suya una sociedad manipulada por un capitalismo despreciable de inflamables
personalismos egoístas donde la explotación como mujer prima: su cuerpo, sobre
su sabiduría; su sexo, sobre su inteligencia; su estética, por encima de su
arte; su ética, prioritaria a su humanidad: rebanando con bisturí sus
pensamientos como un taladro, hacia sus heridas profundas, hacia su sensibilidad
a flor de piel, hacia su joven encantamiento artístico y más elementos
impulsándola no a vivir y ser ella misma viendo y comprendiendo en primer lugar
el aporte de su valía. Por el contrario, se la cerca una vez más al umbral del
acoso, de la muerte prematura acorralándola en la desesperación donde ambas,
vida y muerte, han de pagarse con el mismo boleto acabando con aquel despertar
que luchó contra una infancia y adolescencia traumática donde de súbito algo
hermoso nace dentro de ella y la hace fuerte reaccionan los impulsos mágicos
alumbrando una melodía interna. Pero una vez más, y en este caso, son las
embestidas de vampiros de la industria discográfica despiadada de la usura
capitalista y sus mafias, que con sus medios al alcance de la mano apuntalan
clavos contra lo que se sale de sus casillas, contra lo más sensible
desprotegido e indefenso, y la mostraron objetivamente como ellos son, con ese
trasfondo donde la humanidad no tiene espacio, haciendo de ella un ser
despreciable una ‘loca’ detestable (a silenciar en la era de los 90) como
detractores bárbaros a las puertas del nuevo siglo acreedor, donde el
neoliberalismo irrumpió, como rufián mayor de la economía.
Y es que una tiene derecho a ser una misma y no lo que los mercaderes
descabellados pretenden hacer de ti: un monigote a su antojo un espantapájaros
que piense, viste y calce al infle de sus arcas, a los que has de entregar lo
mejor tuyo que ellos no tienen, para ser lo que son, estraperlistas del talento
y la ciencia vendiendo de ella una imagen transgresora fuera de lo correcto
(establecido) dando cuerda a su voz a la vez que taponando sus sentidos,
aclamaciones y aclaraciones no actas para los vividores del arte de los demás.
En 1992 durante una actuación en Saturday Night Live introduce en escena una
protesta contra la pederastia y demás abusos sexuales de la iglesia católica –que previamente había denunciado– sobre el escenario desgarra una foto del Papa Juan Pablo II,
provocando una gran controversia entre las casas discográficas y medios de
comunicación que la boicotean dando de ella una imagen amoral. Tras el
escándalo de los buitres acusándola de satánica comienzan a salir como un
desfile entre la sombra y la niebla las voces escondidas la voz silenciada como
una estrella naciente regando miles de abusos sexuales sobre la opinión pública
donde ya sí ni la Iglesia ni gobiernos ni sus leyes han conseguido callar.
Nunca pudieron doblegarla pese al maltrato e insultos de la industria musical,
y de cierto público que se deleitaba con su voz pero que no le gustó su
denuncia, ni su vestir ni su sentir palpitante transmitiendo su apoyo al IRA
irlandés como a la causa palestina, etc. Sinéad no podía ser ya más una niña
inocente después de todo lo padecido y soportado. Quiso ser ella además de su
voz expresar lo que sentía con todo por su propia liberación, reivindicando los
pueblos sometidos sin miedo ni reparo ni ocultar los abusos sexuales de la
Iglesia retrógrada (especialmente la irlandesa donde la gran mayoría de niñxs
sufrieron sus efectos) brillando más allá de sus melodías con luz propia
sentirse pueblo. Ha habido artistas cobardes que les ha podido la industria
musical, no fue su caso, artistas que han preferido prostituirse a luchar
haciendo un arte comercial ninguneándose así mismo. Sinéad era una artista de
principios, una artista comprometida con ella misma y eso aumenta las dudas y
también las dificultades si no tienes tras de ti un país que haya hecho la
revolución, un país que te respalde, un aporte humano, una seguridad frente las
mafias industriales y los medios cortándote el paso libre de tu vida hacia
adelante.
NOTA
Cuando el
artista, máxime como mujer, hace un arte comprometido las dificultades afloran
si o si, la carrera de Sinéad O´Connor recibió duros zarpazos, siempre para
hundirla, un acoso permanente especialmente por Estados Unidos. El 3 de octubre
de 1992, cuando apareció en Saturday Night Live, la intención era cantar a
capela la canción «War» de Bob Marley, en la linea de protesta contra los
abusos sexuales de la iglesia cambiando la palabra «racismo» por «abuso de
menores» cuando llega la quema de la imagen del Papa, por muchas razones dicen,
más bien sin razones pienso, la reacción fue satánica volcando todo a su
alcance en los medios de comunicación que representaron un caos paranoico y los
ángeles con sexo aterrizaron: Sinéad es abucheada y escupida exigiendo su
retirada de los escenarios, hubo quemas y destrucciones públicas de sus discos
numerosas cadenas de radio se niegan a transmitir sus canciones. Unas dos
semanas después del incidente el 16 de octubre de 1992, O’ Connor debería haber
participado en el The 30th Anniversary como tributo a Bob Dylan, donde se
supone cantaría «I believe in you», y una vez más se lo impiden. El público
mediático empezó abuchear impidiendo su presentación ¡Oh, va de retro! Los
dioses de sexo imponen con sus ángeles su poder sobrenatural, el gran poder
moral, puntal como en las guerras y bendiciones en las mesas de los ricos
humillando con todos sus poderes terrenales a los ‘diablillos’ indefensos. Tal
es su lección, su moraleja, su parte de guerra contra el misterio de los
sencillos que brota de forma natural su ingenio dotando de un poco de luz
avivando la esperanza humillada. Volcándose sobre una de las más originales
voces cuyo valor en ella como persona por poco ético que se considere fue decir
públicamente la verdad y nada más que la verdad lo que de dolor se siente. La
han podido culpar de todo aunque no fuera cierto, pero de lo que nunca la
podrán acusar es de aparentar lo que no es, nunca de sentirse importante de
vivir de una fama prefabricada de una voz mediática arrastrada por la
mixtificadora industria publicitaria (NUNCA) y esto es mucho decir de ella.
Quizá, y eso sí, de inocente, de creer que en esta vida de este mundo
criminatorio tanto como discriminatorio de abuso y humillación puedes hallar
solución, con actos de testimonio, sin hacer no ya la revolución sino las
siguientes tras ella de carácter más profundo cultural alfabetizador capaz de
parir seres nuevos y no ángeles con sexo desviando el dedo donde no hay que
apuntar. Mientras la iglesia sigue bendiciendo guerras injustas, justificando
crímenes de estado horrendos abrazada al verdadero criminal, al violador de su
secta, y otros violadores de gran peso imponiendo a la mujer no abortar en
tales casos sea causado por el padre, vecino, hermano o cualquier otro demente
energúmeno por lo que me pregunto: ¿Por qué no se abuchea al asesino directo y
a quien le representa, al violador y criminal de Vietnam, Iraq, Palestina,
Libia y demás matanzas habidas por toda Indoamérica como los golpes de estado
imperialistas, al cierre de empresas y al ladrón mayor que las representa y a
quienes les defienden también, a quienes lo fomentan y a los que dan cobertura
al desempleo, a las hambrunas a la destrucción ecológica a la privacidad de la
enseñanza de la sanidad de la cultura tan ajena a los pueblos tan cercana al
neoliberalismo triturando todo parecido, todo parentesco, toda identidad. El
ruido era tal que no pudo rendir su atributo a Dylan, pidió a los músicos que
se detuvieran y que subieran el volumen del micrófono y, en lugar de cantar,
digamos que gritó para que se pudiera oír su versión de «War» (de Bob Marley)
cortando la canción justo después de cuando ésta habla sobre el abuso a
menores: dio unos pasos al frente, miró hacia el público unos segundos y dejó
el escenario. Quién iba a decir que su voz terminaría marcada por la lluvia
grotesca del insulto tan abusivamente cruel mientras las palabras se van
quedando entre nosotras sin poder despedirnos ni abrazarnos.
PD.
El 24 de
agosto de 1990 Sinéad había previsto llevar a cabo un concierto en el entonces
Garden State Arts Center (hoy Banco PNC). La práctica de la sede era reproducir
una grabación del Himno Nacional de los Estados Unidos antes del concierto.
Sinéad dijo no saber nada de esto hasta poco antes de estar a punto de comenzar
y se niega a cantar: «No voy a ir al escenario después del himno nacional de un
país que impone la censura sobre los artistas. Es hipócrita y racista». Y es
que una no puede estar siempre al alcance de todos, ni de todas ¡Ay! Como corre
el riesgo en ello de prostituirse!!! Salvando la distancia de los hechos, y
teniendo en cuenta los antagonismos que motivan al imperialismo; como Silvio
Rodríguez, Sinéad se inclina por la utopía, por lo imposible…
Aunque se
dice que me sobran enemigos
todo el mundo me escucha; bien quedo cuando canto
yo he preferido hablar de cosas imposibles
porque de lo posible se sabe demasiado
He
preferido el polvo así, sencillamente
pues la palabra amor aún me suena hueco
He preferido un golpe así, de vez en cuando
porque la inmunidad me carcome los huesos
Agradezco
la participación de todos
los que colaboraron con esta melodía
Se debe subrayar la importante tarea
de los perseguidores de cualquier nacimiento
Si
alguien que me escucha se viera retratado
sépase qué se hace con ese destino
Cualquier reclamación que sea sin membretes
buenas noches, amigos y enemigos
Maité Campillo (actriz y directora d`
Teatro Indoamericano Hatuey)
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