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sábado, 5 de agosto de 2023

EL ÚLTIMO VUELO (A SINÉAD O’CONNOR)


EL ÚLTIMO VUELO (A SINÉAD O’CONNOR)

MAITÉ CAMPILLO.

El 21 de junio de 2012 los cantautores Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina se encuentran en Tel Aviv. Era aquél un concierto cómplice carente de dignidad y escrúpulo, de guiños al ocupante judío-sionista en Palestina desde 1967, en el que no se hizo ninguna mención al exterminio del pueblo palestino. Despreciaron consecuentes las presiones de rechazo desde el campo antiimperialista en cuyo acto dijo un emocionado Sabina:»Desde pequeño tenía un sueño ‘que comparto con muchos de ustedes’ soñaba con venir a Israel lo que no sabía es que tardaría tanto en cumplirlo». La emoción de Serrat no fue menos elocuente con su público:»Ni en mis más descabellados sueños soñé con que estaría cantando en la cancha del Macabi».

 

Escribió el cubano Guillermo Villegas

 

»La revolución no se hará con una canción, pero se hará cantando». Los rasgos que a Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina emparentan son los que les diferencian de Sinéad O’ Connor (y del escritor Guillermo Villegas) negándose a cantar en Israel si no cantaba para el pueblo palestino: a ellos, a su causa. Se cuenta que la ofrecieron tentando convencerla unos 100 000 dólares conscientes de que ella cobraba unos 10.000 por concierto. Si eso es así, que lo será, nuestra mujer conciencia y dignidad dejó postrados en lo que ellos solos se han convertido Serrat y Sabina (nada) algo caduco, vacío e impersonal. Estos hechos no son aislados, vienen dados por la situación dominante encarrilada al pensamiento único, una realidad social que encuadra en sí el regresionismo fasticizante donde el arte y cultura propia desaparece en pos de lo puramente “internacional” en alabanza al capitalismo de la mafia industrial. El canto del ‘argentino nuevo’ Fito Páez, no es canto del pueblo, se pasó al bando de los Sabina o sea d` Los Traidólares. Quien en otros tiempos fuera respetable no solo como amigo declarado de la revolución cubana ‘Yo vengo a ofrecer mi corazón’ el que de forma antagónica presentó su perfil del mercado en giro al imperialismo y que entre otro tipo de sandeces dijo: <<Ya pasaron 64 años, ya está, se terminó. Basta de echarle la culpa al bloqueo norteamericano. Hay que buscar una manera más inteligente para que no siga muriendo gente de hambre ni en el mar>>. Y es que hay gentes que tiran la piedra, y esconden la mano; pasan del arte a lo puro matemático, lanzan la crítica, y esconden la formula; de seguro es formula imperialista, quien paga manda: mejor que se la guarde para él solito pues hay que ser majadero para mostrarse si hechicero si profeta o pitoniso de la historia en camello arrastrando en chepa la voz del imperialismo. Al que recuerdo que los muertos, baños de sangre y desaparecidos, como bloquear la economía a quien no se pone a su servicio, es justamente el destructor de verdades, engendro de las guerras en el mundo dominado por el lucro; y, en eso, dejó dicho Sinéad O’ Connor: »Si algún día llego a cambiar tanto como lo ha hecho Bono (U2) confío en que alguien me meta una bala entre los ojos». Cuan difícil es construir una utopía… cuantos enemigos salen al paso para asolar y condenar como Fito, a Cuba, dejando inmaculado los crímenes del imperialismo, las hambrunas y desplazamientos humanos impuestos pululando en el vacío por el mundo sin hallar solución la justicia y condena al capitalismo.

Sinéad O’ Connor sellada rumbo a la inocencia de la vida del juego y la familia, inconscientemente marcada sobre el horror dentro de ella, asoma al mundo más allá de sus grandes cualidades magistrales artísticas (sellada) por la marca de la opresión, el abuso de poder del sexo que se impone transpuesto sobre el amor de una hija en sobredosis de facetas como victima de un hogar sin cabeza arrastrando la inocencia implícita sorprendiendo sobre una infancia, adolescencia y juventud a golpes sometida, su acorralada voluntad filtrando una vida traumática impuesta al ser que  representa: una mujer, no más una mujer dentro de una sociedad intentando por primera vez por sí misma el vuelo libre, romper con todas las cadenas, con toda castración de su pubertad que desencadenó en ella trastornos dolorosos físicos y mentales a lo largo de su vida. No fueron escuchados ni atendidos ni tenidos siquiera en cuenta, era la suya una sociedad manipulada por un capitalismo despreciable de inflamables personalismos egoístas donde la explotación como mujer prima: su cuerpo, sobre su sabiduría; su sexo, sobre su inteligencia; su estética, por encima de su arte; su ética, prioritaria a su humanidad: rebanando con bisturí sus pensamientos como un taladro, hacia sus heridas profundas, hacia su sensibilidad a flor de piel, hacia su joven encantamiento artístico y más elementos impulsándola no a vivir y ser ella misma viendo y comprendiendo en primer lugar el aporte de su valía. Por el contrario, se la cerca una vez más al umbral del acoso, de la muerte prematura acorralándola en la desesperación donde ambas, vida y muerte, han de pagarse con el mismo boleto acabando con aquel despertar que luchó contra una infancia y adolescencia traumática donde de súbito algo hermoso nace dentro de ella y la hace fuerte reaccionan los impulsos mágicos alumbrando una melodía interna. Pero una vez más, y en este caso, son las embestidas de vampiros de la industria discográfica despiadada de la usura capitalista y sus mafias, que con sus medios al alcance de la mano apuntalan clavos contra lo que se sale de sus casillas, contra lo más sensible desprotegido e indefenso, y la mostraron objetivamente como ellos son, con ese trasfondo donde la humanidad no tiene espacio, haciendo de ella un ser despreciable una ‘loca’ detestable (a silenciar en la era de los 90) como detractores bárbaros a las puertas del nuevo siglo acreedor, donde el neoliberalismo irrumpió, como rufián mayor de la economía.

Y es que una tiene derecho a ser una misma y no lo que los mercaderes descabellados pretenden hacer de ti: un monigote a su antojo un espantapájaros que piense, viste y calce al infle de sus arcas, a los que has de entregar lo mejor tuyo que ellos no tienen, para ser lo que son, estraperlistas del talento y la ciencia vendiendo de ella una imagen transgresora fuera de lo correcto (establecido) dando cuerda a su voz a la vez que taponando sus sentidos, aclamaciones y aclaraciones no actas para los vividores del arte de los demás. En 1992 durante una actuación en Saturday Night Live introduce en escena una protesta contra la pederastia y demás abusos sexuales de la iglesia católica –que previamente había denunciado sobre el escenario desgarra una foto del Papa Juan Pablo II, provocando una gran controversia entre las casas discográficas y medios de comunicación que la boicotean dando de ella una imagen amoral. Tras el escándalo de los buitres acusándola de satánica comienzan a salir como un desfile entre la sombra y la niebla las voces escondidas la voz silenciada como una estrella naciente regando miles de abusos sexuales sobre la opinión pública donde ya sí ni la Iglesia ni gobiernos ni sus leyes han conseguido callar. Nunca pudieron doblegarla pese al maltrato e insultos de la industria musical, y de cierto público que se deleitaba con su voz pero que no le gustó su denuncia, ni su vestir ni su sentir palpitante transmitiendo su apoyo al IRA irlandés como a la causa palestina, etc. Sinéad no podía ser ya más una niña inocente después de todo lo padecido y soportado. Quiso ser ella además de su voz expresar lo que sentía con todo por su propia liberación, reivindicando los pueblos sometidos sin miedo ni reparo ni ocultar los abusos sexuales de la Iglesia retrógrada (especialmente la irlandesa donde la gran mayoría de niñxs sufrieron sus efectos) brillando más allá de sus melodías con luz propia sentirse pueblo. Ha habido artistas cobardes que les ha podido la industria musical, no fue su caso, artistas que han preferido prostituirse a luchar haciendo un arte comercial ninguneándose así mismo. Sinéad era una artista de principios, una artista comprometida con ella misma y eso aumenta las dudas y también las dificultades si no tienes tras de ti un país que haya hecho la revolución, un país que te respalde, un aporte humano, una seguridad frente las mafias industriales y los medios cortándote el paso libre de tu vida hacia adelante.

 

NOTA

Cuando el artista, máxime como mujer, hace un arte comprometido las dificultades afloran si o si, la carrera de Sinéad O´Connor recibió duros zarpazos, siempre para hundirla, un acoso permanente especialmente por Estados Unidos. El 3 de octubre de 1992, cuando apareció en Saturday Night Live, la intención era cantar a capela la canción «War» de Bob Marley, en la linea de protesta contra los abusos sexuales de la iglesia cambiando la palabra «racismo» por «abuso de menores» cuando llega la quema de la imagen del Papa, por muchas razones dicen, más bien sin razones pienso, la reacción fue satánica volcando todo a su alcance en los medios de comunicación que representaron un caos paranoico y los ángeles con sexo aterrizaron: Sinéad es abucheada y escupida exigiendo su retirada de los escenarios, hubo quemas y destrucciones públicas de sus discos numerosas cadenas de radio se niegan a transmitir sus canciones. Unas dos semanas después del incidente el 16 de octubre de 1992, O’ Connor debería haber participado en el The 30th Anniversary como tributo a Bob Dylan, donde se supone cantaría «I believe in you», y una vez más se lo impiden. El público mediático empezó abuchear impidiendo su presentación ¡Oh, va de retro! Los dioses de sexo imponen con sus ángeles su poder sobrenatural, el gran poder moral, puntal como en las guerras y bendiciones en las mesas de los ricos humillando con todos sus poderes terrenales a los ‘diablillos’ indefensos. Tal es su lección, su moraleja, su parte de guerra contra el misterio de los sencillos que brota de forma natural su ingenio dotando de un poco de luz avivando la esperanza humillada. Volcándose sobre una de las más originales voces cuyo valor en ella como persona por poco ético que se considere fue decir públicamente la verdad y nada más que la verdad lo que de dolor se siente. La han podido culpar de todo aunque no fuera cierto, pero de lo que nunca la podrán acusar es de aparentar lo que no es, nunca de sentirse importante de vivir de una fama prefabricada de una voz mediática arrastrada por la mixtificadora industria publicitaria (NUNCA) y esto es mucho decir de ella. Quizá, y eso sí, de inocente, de creer que en esta vida de este mundo criminatorio tanto como discriminatorio de abuso y humillación puedes hallar solución, con actos de testimonio, sin hacer no ya la revolución sino las siguientes tras ella de carácter más profundo cultural alfabetizador capaz de parir seres nuevos y no ángeles con sexo desviando el dedo donde no hay que apuntar. Mientras la iglesia sigue bendiciendo guerras injustas, justificando crímenes de estado horrendos abrazada al verdadero criminal, al violador de su secta, y otros violadores de gran peso imponiendo a la mujer no abortar en tales casos sea causado por el padre, vecino, hermano o cualquier otro demente energúmeno por lo que me pregunto: ¿Por qué no se abuchea al asesino directo y a quien le representa, al violador y criminal de Vietnam, Iraq, Palestina, Libia y demás matanzas habidas por toda Indoamérica como los golpes de estado imperialistas, al cierre de empresas y al ladrón mayor que las representa y a quienes les defienden también, a quienes lo fomentan y a los que dan cobertura al desempleo, a las hambrunas a la destrucción ecológica a la privacidad de la enseñanza de la sanidad de la cultura tan ajena a los pueblos tan cercana al neoliberalismo triturando todo parecido, todo parentesco, toda identidad. El ruido era tal que no pudo rendir su atributo a Dylan, pidió a los músicos que se detuvieran y que subieran el volumen del micrófono y, en lugar de cantar, digamos que gritó para que se pudiera oír su versión de «War» (de Bob Marley) cortando la canción justo después de cuando ésta habla sobre el abuso a menores: dio unos pasos al frente, miró hacia el público unos segundos y dejó el escenario. Quién iba a decir que su voz terminaría marcada por la lluvia grotesca del insulto tan abusivamente cruel mientras las palabras se van quedando entre nosotras sin poder despedirnos ni abrazarnos.

PD.

El 24 de agosto de 1990 Sinéad había previsto llevar a cabo un concierto en el entonces Garden State Arts Center (hoy Banco PNC). La práctica de la sede era reproducir una grabación del Himno Nacional de los Estados Unidos antes del concierto. Sinéad dijo no saber nada de esto hasta poco antes de estar a punto de comenzar y se niega a cantar: «No voy a ir al escenario después del himno nacional de un país que impone la censura sobre los artistas. Es hipócrita y racista». Y es que una no puede estar siempre al alcance de todos, ni de todas ¡Ay! Como corre el riesgo en ello de prostituirse!!! Salvando la distancia de los hechos, y teniendo en cuenta los antagonismos que motivan al imperialismo; como Silvio Rodríguez, Sinéad se inclina por la utopía, por lo imposible…

 

Aunque se dice que me sobran enemigos
todo el mundo me escucha; bien quedo cuando canto
yo he preferido hablar de cosas imposibles
porque de lo posible se sabe demasiado

 

He preferido el polvo así, sencillamente
pues la palabra amor aún me suena hueco
He preferido un golpe así, de vez en cuando
porque la inmunidad me carcome los huesos

 

Agradezco la participación de todos
los que colaboraron con esta melodía
Se debe subrayar la importante tarea
de los perseguidores de cualquier nacimiento

 

Si alguien que me escucha se viera retratado
sépase qué se hace con ese destino
Cualquier reclamación que sea sin membretes
buenas noches, amigos y enemigos

 

 

Maité Campillo (actriz y directora d` Teatro Indoamericano Hatuey)

 

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