DISTANCIA CERO
AGUSTÍN
GAJATE BARAHONA
Nunca tan pocas palabras pudieron expresar tanto como en el poemario “Canto para Aday” escrito por Eduardo Delgado Montelongo (Tenerife, 1981) y publicado por las editoriales Aguere e Idea. El propósito de la obra parece sencillo, incluso cabría decir que cualquiera podría hacer algo parecido, pero nada más lejos de la realidad. El sustrato que nutre los versos que contiene es el amor que un padre siente por su hijo y los temores que acechan a una vida aún por desarrollar, pero, sobre todo, las esperanzas de que ese camino compartido sea disfrutado antes que padecido.
Hablamos de un sentimiento universal, expresado desde una perspectiva personal. Todos sabemos que la distancia entre las mujeres y sus hijos siempre es cero, desde el mismo momento en el que el comienzan a sentir el embrión que habita el vientre materno. Tras el alumbramiento se podrá cortar el cordón umbilical de manera tangible, pero ese nexo de unión nunca desaparece ni en el ámbito mental ni en el espiritual.
En el caso
de los hombres, parece que no existe esa conexión o que no es igual, pero
también se produce un intenso vínculo, al menos cuando ese hijo es deseado y
querido desde el primer minuto de gestación. Se trata tanto de una relación
física como metafísica y en “Canto para Aday” podemos revivirla con emoción y
sentirla a través de los versos que comparte el autor con los lectores.
La
paternidad, como la maternidad, forma parte del proceso de transformación y
enriquecimiento del ser humano. Podemos compartir un mismo lugar y un mismo
instante, pero no lo percibiremos igual si encarnamos el papel de padre, madre
o hijo-hija, independientemente de la edad que tenga cada uno. Nos encontramos
ante una circunstancia emocional capaz de transformar cualquier experiencia,
hasta el punto que los recuerdos de ese momento no coincidan, sino que sean
individuales, pese a tratarse de una vivencia colectiva.
El poemario
de Eduardo Delgado Montelongo lo suscribimos muchos padres y su lectura
constituye un reencuentro con la paternidad sin prejuicios, sin tópicos
sentimentalismos, sino con la mente abierta y con el corazón en la mano. Frente
al papel social que otorga la cultura contemporánea al sexo masculino, parece
que queda un vasto universo de emociones, algunas de ellas bien descritas en
esta obra de gran contenido metafórico, todavía por descubrir y, sobre todo,
por asumir como una fuerza regeneradora y nunca como una debilidad.
El siglo XXI
parecía destinado a eliminar todos los corsés de género, pero todavía queda
mucho camino por recorrer y un magnífico comienzo sería empezar a reconocer la
esencia humana común en cualquiera de ellos a través de la poesía, porque hay
aspectos y facetas del ser humano que nunca van a poder ser explicadas por la
ciencia o por la razón, ya que existen otros lenguajes que las expresan, como
la música o las mismas palabras cuando se deja que se expandan en su forma más
libre, justo la fórmula alquímica sobre la que se sustenta lo mejor de la
literatura contemporánea en estos tiempos convulsos.
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