FEIJÓO Y VOX: NO DEBERÍA DE PASAR, PERO PASA
POR
MARTA LOIS
Fuentes: elDiario.es
[Imagen: Captura de la campaña de la Xunta de Galicia por el 25N de 2022.
Créditos: Xunta de Galicia, tomada de elDiario.es]
En su etapa como presidente de la Xunta, el líder del PP fue un precursor de la contrarreforma feminista de la que ahora hace bandera la extrema derecha, con decisiones organizativas, legislativas, económicas y de propagación del discurso machista.
Han pasado meses desde que el
señor Feijóo abandonó Galicia para irse a Madrid en una operación relámpago
para deshacerse de Casado después de su denuncia sobre la corrupción de Ayuso.
Atrás quedaron más de 13 años como presidente de la Xunta de Galicia,
gobernando con mayorías absolutas y con un ecosistema mediático confeccionado a
su medida, gracias al que labró fama de político moderado. No ha tenido
escrúpulos en usar la televisión pública gallega para ese cometido; el
colectivo de profesionales de la CRTVG, Defende a Galega lleva ya cinco años denunciando la
manipulación en los llamados venres negros. En realidad, su puesta en escena
siempre ha sido un ejercicio de marketing para un líder que continúa ejerciendo
de político líquido y banal, de persona que cada día puede defender una cosa y
su contraria. Porque Feijóo siempre ha contorsionado sus “convicciones” vacuas
en función de los intereses políticos más rentables.
En esta campaña Feijóo navega
claramente en el océano de los simulacros y las contradicciones: amaga con
desmarcarse de Vox mientras lo convierte en su socio de gobierno en importantes
comunidades autónomas y ayuntamientos amparando sus gestos más extremos.
Los debates relacionados con la
igualdad, el feminismo y los derechos lgtbi+ son temas cruciales de la agenda
política y ahí el señor Feijóo apuesta, una vez más, por el ejercicio de
cinismo: con la boca pequeña condena la violencia de género al tiempo que la
justifica y legitima con declaraciones lamentables como que el hombre condenado
“tuvo un divorcio duro”. Declara que la defensa de la igualdad resulta una
“obviedad” al tiempo que desautoriza a María Guardiola en Extremadura
sometiéndola a la disciplina partidista que propicia los pactos con Vox. Feijóo
no tiene reparos en contradecir su gestualidad crítica sobre la violencia de
género para asegurar un poder que ya en sus primeros pasos supone la
eliminación de las consejerías y concejalías de Igualdad, el cuestionamiento
del concepto de violencia de género y la retirada de las banderas lgtbi+ de los
edificios institucionales. Y es que, tal y como comentamos al comienzo, el
líder del PP es, sobre todo, un gran profesional de la manipulación política,
pero también un pionero de las políticas conservadoras que han supuesto
importantes retrocesos en los Derechos de las mujeres. En realidad, Feijóo en
Galicia -su laboratorio político- ha sido un precursor de la contrarreforma
feminista de la que ahora hace bandera la extrema derecha con decisiones
organizativas, legislativas, económicas y de propagación del discurso machista.
Hagamos memoria.
En el plano organizativo, Feijóo
llevó a cabo importantes recortes en estructuras, presupuestos y políticas de
igualdad a partir de 2009; el más significativo quizás fue la eliminación del
SGI (Servizo Galego de Igualdade), una estructura equivalente al Instituto de
la Mujer, en 2010 tras diez y nueve años de funcionamiento. Además puso al
frente de la Consejería de Sanidad a una reconocida antiabortista, cerrando
prácticamente el acceso a la interrupción del embarazo en la red pública
gallega, con consecuencias a veces dramáticas para las mujeres.
En el plano legislativo y
económico, durante sus mandatos, se produjeron iniciativas legislativas
populares (ILPs) promovidas por organizaciones anti-abortistas como Red Madre,
que fueron acogidas entusiastamente por la mayoría gubernamental de Feijóo,
cuestionando los Derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. La Ley
5/2010, que regula una red de apoyo a la mujer embarazada, y la Ley 3/2011, de
apoyo a la familia y a la convivencia de Galicia, han sido pioneras en el
Estado español contra las conquistas feministas. Leyes que, además, se
acompañaron de importantes ayudas económicas que fueron directamente a los
bolsillos de las organizaciones de mujeres ultra-conservadoras al tiempo que se
reducían drásticamente las ayudas a los colectivos feministas.
En el plano de la propagación del
discurso machista merece la pena recordar dos campañas institucionales de
igualdad del PP de Feijóo tristemente célebres. Y es que mientras en 2017
Galicia comenzaba a teñirse de negro gracias a la exitosa campaña, nacida desde
el municipalismo, En Negro contra as violencias, la Xunta del señor Feijóo
difundía un cartel con tres mujeres junto a los principales monumentos del país
en el que se podía leer “Lo más grande de Galicia no se maltrata”. Una
esperpéntica cosificación de las mujeres que provocó que todos los partidos y
organizaciones feministas exigieran, sin éxito, su retirada.
Lejos de ser esa campaña
únicamente un resultado puntual de la torpeza e ignorancia institucional, hubo
más. En noviembre de 2022, sus herederos populares en el gobierno autonómico
impulsaron una nueva campaña de (in)sensibilización contra las violencias
machistas que responsabilizaba y revictimizaba a las mujeres. De nuevo, el PP
de la Xunta de Galicia recibió numerosas críticas por el uso parternalista y
desenfocado de la misma. En esta campaña se alertaba de los peligros de correr
sola, y con ropa ajustada, o de los riesgos de acercarse a la barra de un bar y
desatender tu copa durante el ocio nocturno. Y es que el lema institucional
decía: “no debería de pasar pero pasa”.
Feijóo, en Galicia, ha sido el
gran precursor del marco de las políticas de Vox contra la Igualdad y los
Derechos de las mujeres. Bajo esa proyección de supuesta imagen moderada, ha
sido el representante de la vieja derecha de siempre, defensora de un pasado en
blanco y negro que no queremos olvidar, porque no queremos repetirlo. Tal y
como ha vuelto a demostrar en estas últimas semanas. Feijóo no tiene líneas
rojas para alcanzar el poder, nunca las ha tenido, por mucho que quiera
aparentar que navega entre dos aguas. Feijóo y Vox, no debería de pasar pero
pasa.
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