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martes, 2 de mayo de 2023

VIVAN LAS ‘CAENAS’ (DE TELEVISIÓN)

 

VIVAN LAS ‘CAENAS’ (DE TELEVISIÓN)

GERARDO TECÉ

Dos de mayo, festivo en Madrid y aquí un andaluz trabajando. Para que luego digan. Si en la capital del Reino están de fiesta es porque se celebra que, tal día como hoy hace 215 años, el pueblo, sin saberlo, se independizó de su Reino al no aceptar la invasión francesa que el rey de España y su hijo propiciaron. Los propietarios de la finca, Carlos IV y sucesor Fernando VII, le entregaron las llaves en mano a Napoleón y le dijeron pase usted y póngase cómodo. El padre se arrodilló ante lo que consideraba un dios en la Tierra y el hijo, directamente, le pidió a Napoleón que lo adoptase. Carlos IV y Fernando VII, a propósito, se apellidaban Borbón, aunque suela obviarse en las crónicas actuales, seguramente debido a la ley de protección de datos. Aquel pueblo actuando como tal no duró demasiado. Tras seis años en los que, a base de sudor y sangre, se consiguió expulsar a los invasores –y de paso aprobar la revolucionaria Constitución de La Pepa–, el mismo pueblo decidió recibir con los brazos abiertos al Fernando VII que los vendió, quedando así fundada la España moderna que recibe con aplausos al emérito en Sanxenxo.

 

Hablando de pueblo domesticado, la conmemoración del Dos de Mayo de Ayuso, así ha rebautizado la celebración de hoy el súbdito Carlos Herrera, llega con polémica. Como Fernando VII, como la propia Ayuso, como casi todo lo que pasa en la capital del Reino desde hace dos siglos, esta polémica no es más que fuegos artificiales para que el pueblo se entretenga. Fuegos artificiales que funcionan. ¿Debería acudir a la celebración de Ayuso –si se puede privatizar la salud también se pueden privatizar las celebraciones– un ministro del gobierno socialcomunista? La historia dice que sí, que siempre ha habido algún representante del Gobierno de España en los actos festivos de la Comunidad de Madrid y que la normalidad democrática va de que así sea. Ayuso dice que no. Motivo por el cual los medios de comunicación y bufones oficiales del Reino están de acuerdo en que la asistencia de Felix Bolaños es toda una provocación, sin importar demasiado que, si Isabel Díaz Ayuso se llamase Pere Aragonès, en este mismo momento estaría reunido el Tribunal Supremo estudiando si lo más democrático es inhabilitarla o meterla en prisión.

 

Aprendamos de la historia de este Reino construido sobre un cementerio de fuegos artificiales para, al menos, saber por qué hablamos de lo que hablamos. Si hoy usted va a escuchar en el telediario que la polémica del día es la presencia de un ministro de Pedro Sánchez en la fiesta de Ayuso es por dos motivos. El primero, porque se acercan las elecciones y el programa electoral de Ayuso para mejorar la vida de los habitantes de Madrid volverá a ser algún eslogan junto a una foto de su cara. Su cara, se lo podrá explicar mejor que yo cualquier experto en marketing, es la cara de la oposición a Pedro Sánchez. Su cara es la simplificación absoluta de la política hasta llevarla al absurdo. ¿Alguien duda de que si el Gobierno hubiera decidido no enviar a nadie para conmemorar el día de los madrileños hoy estaríamos hablando de que Sánchez desprecia a Madrid? El segundo motivo por el cual hoy escuchará usted hablar de la polémica del día es el más importante. Hoy, 2 de mayo, se manifiestan los vecinos de San Fernando de Henares que perdieron sus casas por las obras del Metro a los que el Gobierno de Ayuso ha abandonado. Hoy, 2 de mayo, muchos recuerdan a las 7.291 personas que murieron en las residencias de Madrid sin atención médica. Es importante saberlo porque es más que probable que la televisión, dedicada hoy a analizar la polémica del día, no encuentre hueco para hablar de estos asuntos. Como gritaba el pueblo madrileño cuando Fernando VII se cargó La Pepa y encarceló a los líderes de la resistencia devolviendo a España a la estupidez, “vivan las caenas” –de televisión.

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