EL ‘GUERNICA’ O LA PUNTA DEL ICEBERG
CARMELA NEGRETE
Son muchos los artículos que se publican estos días con motivo del 50º aniversario del fallecimiento del pintor malagueño más universal y conocido, Pablo Picasso. También en Alemania. En todas esas informaciones se hace referencia a una de sus obras más famosas: el ‘Guernica’. El cuadro representa el dolor de la guerra durante la “Guerra de España” o Spanienkrieg, término alternativo que usan varios historiadores alemanes para hacer hincapié en el carácter de guerra de intervención por encima de la idea de guerra tan solo civil. Encargado por la República para la Exposición Mundial de París de 1937, el ‘Guernica’ ha pasado a ser la única imagen para muchos alemanes de la participación de la Alemania de Hitler en el golpe de Estado de Franco.
“Por primera vez en
la historia se produce un bombardeo de civiles desde el aire sin previo aviso”,
asegura un documental de la cadena francoalemana Arte con el título Picasso sin
leyendas al hablar del cuadro. Esta afirmación no es cierta. Se bombardeó desde
el principio de la guerra a la población. Por ejemplo en Nerva, Huelva, donde
las bombas cayeron un mes después de comenzar la guerra, como cuenta el
historiador Miguel Ángel Collado Aguilar en el artículo “El terror aéreo sobre
la Cuenca Minera de Riotinto del 20 al 26 de agosto de 1936”. En ese lugar,
como en muchos otros de la geografía española, se produjeron bombardeos cuya
atribución es difícil de concretar debido a la pérdida del archivo de la Legión
Cóndor durante la Segunda Guerra Mundial y también a la falta de estudios
concretos. La República contaba con muy pocos aviones. La Aviazione Legionaria
italiana también había bombardeado Durango un mes antes del ataque a Gernika.
El ‘Guernica’ ha
pasado a ser la única imagen para muchos alemanes de la participación de la
Alemania de Hitler en el golpe de Estado de Franco
El diario
Süddeutsche Zeitung se refiere al ensalzamiento del pintor “de las víctimas
civiles del ataque aéreo ordenado por el general Franco a la Legión Cóndor
alemana en la ciudad norteña”, en la que, recordemos, fallecieron unas dos mil
personas el 26 de abril de 1937. Nótese la entonación en la responsabilidad del
dictador español. La idea que se da, de que Alemania intervino en España a
petición del propio país, es también errónea, ya que el gobierno de la
República era el único gobierno democráticamente elegido. El semanario Die Zeit
escribe que “Picasso ha pasado de moda” y no menciona ni siquiera la Legión
Cóndor, que bombardeó la ciudad vasca que da nombre al cuadro, sino que solo
habla de “su enorme lienzo pacifista” de pasada, y así se quita de líos.
No fue hasta 1997,
ni tampoco por casualidad, que el Parlamento alemán y el por entonces
presidente Roman Herzog pidieron oficialmente disculpas a la ciudad vizcaína de
Gernika, exactamente sesenta años después de la matanza. La ciudad vasca y los
familiares de las víctimas habían reclamado el gesto. Alemania, por su parte,
pensó que con eso ya estaría: “El hecho de que el interés político se haya
focalizado en Gernika, por el propio alcance de Picasso, tampoco es casual, ya
que actúa como bomba de humo para bloquear la posibilidad de un debate público
sobre la responsabilidad de Alemania en la destrucción del régimen democrático
republicano y sobre el alcance de su intervención ilegítima en España”, explica
a CTXT el profesor de historia de la Universidad Autónoma de Barcelona David
Alegre Lorenz.
El hecho de que el
interés político se haya focalizado en Gernika actúa como bomba de humo
La Legión Cóndor
llegaba en agosto de 1936 a España formada por “alemanes voluntarios” y debían
“ayudar militarmente al general golpista Francisco Franco en la lucha contra la
República Española”, explica la web del Museo Vivo en Línea, (LeMO), un
proyecto conjunto del Museo de Historia Alemana, la Fundación Casa de la
Historia y el Archivo Federal de Alemania. “A través de rotaciones de los
contingentes participaron en la operación militar española alrededor de 20.000
soldados de la Wehrmacht”, puede leerse en dicha web. El Museo recuerda que los
dictadores Adolf Hitler y Benito Mussolini “justificaron la intervención con su
resolución en la ‘lucha contra el bolchevismo’”, así como para “probar nuevos
sistemas de armamento, en especial de la Luftwaffe (ejército del aire alemán)”.
Aquellos “victoriosos soldados de la legión tras la derrota humillante de 1918
eran un ejemplo para los jóvenes”, explica. Para los propios soldados la guerra
tenía “un carácter aventurero”.
Si bien en la
descripción completa del texto no hay errores de bulto (aunque llama la
atención que en otro artículo titulado “Las relaciones alemano-españolas entre
1936 y 1945” se dice que el número de alemanes enviados era tan solo la mitad,
10.000), faltan datos sobre las víctimas, los objetivos concretos de los
bombardeos y, lo más importante, sobre lo que supuso dicha intervención para el
devenir de la guerra. Además, la web explica que la dictadura franquista
enviaba materias primas a Alemania, sin mencionar que éstas eran el pago –léase
saqueo– por el apoyo militar anterior. El diccionario, obviamente, no es una
publicación especializada en este asunto, pero su descripción dice mucho de
cómo se concibe en Alemania la intromisión en el conflicto civil español.
El Museo rectificó
su biografía de Francisco Franco el pasado febrero tras una petición de la
autora de este artículo. En la versión anterior, que estaba ilustrada con la
foto que sigue online, con un Franco engalanado, de una postal precisamente
dedicada a la Legión Cóndor, no se mencionaba ni siquiera que fue un dictador.
“Político y militar”, decía el título. En dicha biografía no se hablaba de las
víctimas de la dictadura, ni de la existencia de campos de concentración, ni de
la persecución de la disidencia, ni de las ejecuciones, ni de los bebés
robados, ni del trabajo forzado. La respuesta del Museo a la misiva destacaba
que “como portal en línea en idioma alemán, LeMO se ocupa principalmente de la
historia alemana y ello también en relación con otros países”, y explicaba que
la Guerra Civil española y las relaciones hispanogermanas durante el
Nacionalsocialismo se detallan en otros artículos. Y se disculpaba ante el
hecho de que “es desafortunado que, aparentemente, no hayamos logrado aquí
hacer comprensible el carácter del gobierno de Franco como una dictadura y nos
gustaría mejorarlo en una revisión”. Un lapsus, vamos. Eso sí, han cumplido
incluyendo al menos algunos aspectos después de la presión.
“Ningún gobierno
español ha manifestado la voluntad de reclamar a sus homólogos alemanes un
reconocimiento de los crímenes de lesa humanidad”
“La reparación casi
siempre ha venido precedida por la presión diplomático-política del país
agredido y por tanto a reparar sobre Alemania”, explica Alegre Lorenz, que es
experto en estudios de la guerra y los fascismos. “Ningún gobierno español ha manifestado
nunca una clara voluntad de reclamar a sus homólogos alemanes un reconocimiento
de los crímenes de lesa humanidad cometidos por ciudadanos alemanes en
territorio español”, añade. En los años 70 habría ido en contra del talante del
propio régimen franquista, explica, el cual “fue posible solo gracias a ese
apoyo exterior italogermano, borrado de la historia una vez que las potencias
del Eje son derrotadas en la Segunda Guerra Mundial”.
Ello hizo de la
Guerra Civil, según el historiador, “en primer lugar, la victoria de los
elementos supuestamente sanos de la sociedad española y, en segundo lugar, de
la civilización occidental, en una suerte de cruzada contra el bolchevismo”. La
Transición a la democracia llevó, según él, a que se instaurase un discurso de
“todos fuimos culpables” que venía del propio franquismo y que “buscaba diluir
la responsabilidad de los golpistas por lo ocurrido en España en el marco de la
agresión contra un estado legalmente constituido”.
En ese mismo
sentido se expresa el investigador de la Universidade de Lisboa Antonio Muñoz
Sánchez: “La Legión Cóndor es el vacío por excelencia”, asegura. “Solo los
vascos, y no el gobierno central, fueron quienes impulsaron ya desde la
Transición la iniciativa de presionar a Alemania para que reconociera el crimen
de Gernika”, explica a CTXT. “Y Alemania lo hizo, y lo hizo bien.” Pero no fue
más allá: “Con ello, digamos que ya se da por contenta, ya cubre el cupo de
reconocimiento de sus crímenes en España.” Muñoz Sánchez, que ha investigado la
historia de los trabajadores forzados españoles en Alemania y su lucha por las
indemnizaciones, explica que el país “nunca más recibió presión de ninguna otra
región, ni desde el gobierno central para purgar esa culpa, para que Alemania
impulsara exposiciones, estudios o indemnizaciones por los crímenes de la
Legión Cóndor en España”.
¿Cómo casa ésto con
la idea de que Alemania sea el país que, a menudo, se pone como ejemplo de
buenas prácticas en cuanto a memoria histórica? En el estudio de la Legión
Cóndor hay honrosas excepciones, como la directora del Centro para la
Investigación del Antisemitismo de la Universidad Técnica de Berlín, Stephanie
Schüler-Springorum, que aseguraba en unas jornadas celebradas en Berlín en 2021
que en la República Federal “no se entiende hasta hoy mismo que su
responsabilidad por el dolor español va mucho más allá que el caso de Gernika”.
En efecto, el tema no interesa a la opinión pública ni a la prensa.
Ni siquiera
noticias de cierto alcance en España salen en los medios alemanes. El estudio
del profesor Xavier Irujo, el Atlas de los bombardeos en Euskadi desde 1936 al
37, no ha interesado. El documental de 2018 Experimento Stuka, que fue debatido
en España, pasó sin pena ni gloria en Alemania. Pocos conocen en Alemania que
la Legión Cóndor llegó a bombardear caravanas de refugiados, como lo sucedido
en la ‘Desbandá’ entre Málaga y Almería entre el 6 y el 8 de febrero de 1937,
asesinando a más de 3.000 personas.
“Los alemanes están
muy orgullosos de lo bien que han trabajado su oscuro pasado”, explica Muñoz
Sánchez, que presentó en 2021 en Berlín una exposición sobre el trabajo forzado
de los Rotspanier, como llamaba el nazismo a los republicanos españoles y que
puede visitarse estos días en Frankfurt. “Y realmente impresiona la
infraestructura tremenda de museos, exposiciones, monumentos, así como la
presencia constante de los crímenes nazis en televisión, en la radio, en los
periódicos”, recalca. “El sentido de responsabilidad histórica de la Alemania
posrreunificación es profundo y sincero, y eso es verdaderamente ejemplar.”
Sin embargo,
también recuerda que “llegar hasta aquí ha sido un viaje muy largo, tortuoso y
nada neutral”. Para el experto, “la Alemania oficial, sus instituciones, ha
avanzado en la construcción de su memoria democrática desde los 80 a golpe de
protestas, de críticas y del impacto de películas en la opinión pública”. Es lo
que cuenta en su artículo “La lucha de los antiguos trabajadores forzados
españoles del III Reich por ser reconocidos como víctimas del nazismo
(1956-1972)”.
En esa historia de
ausencias, además, hubo capítulos vergonzosos, como las jubilaciones que
recibieron los “héroes” que bombardearon a los españoles, mientras a los
combatientes de las Brigadas Internacionales no se les concedió pensiones hasta
los años 70. También los soldados de la División Azul recibieron pensiones
alemanas, mientras a las víctimas españolas del nazismo se las negaron y
tuvieron que ir a juicio. La admiración por los criminales golpistas alemanes
continuó dentro del propio ejército alemán hasta 1998 de forma oficial, hasta
que el Bundestag decidió que era hora de dejar de adorar al piloto Werner
Mölders. Sin embargo, la autora de este artículo presenció en 2015 una ceremonia
en su honor en el cementerio alemán en que está enterrado en Berlín, a la que
asistió al menos un oficial del ejército. Un cuartel tenía por entonces un
monolito en su honor y otro publicaba una revista con su nombre.
“Existe cierta
tendencia a la idealización respecto a la supuesta capacidad de Alemania para
abordar su pasado traumático”
“Las políticas de
reparación alemanas tuvieron un contexto muy concreto, que fue el de los
últimos treinta años del siglo XX, inaugurados con la Genuflexión de Varsovia y
la llamada Ostpolitik de Willy Brandt”, explica Alegre Lorenz. “Escoger qué
reparar y qué reconocer por parte de las autoridades públicas de un estado
tiene mucho que ver con el tipo de imagen que queremos proyectar del país en el
mundo”, asegura. La República Federal habría asumido culpas en aquellos casos
más visibles a nivel mediático. “España nunca ha sido muy importante en esta
agenda política, sobre todo por el desinterés de los sucesivos gobiernos
democráticos a escapar de las narrativas elaboradas al final de la dictadura”.
El historiador cree que “existe cierta tendencia a la idealización respecto a
la supuesta capacidad de Alemania como estado y de los alemanes como sociedad
para abordar su pasado traumático con responsabilidad”.
De hecho, como
recuerda Muñoz Sánchez, “la ley de indemnización a las víctimas del nazismo de
los años 50 carecía de una voluntad profunda y sincera de resarcir a las
víctimas y a las familias, sino que trataba sobre todo de crear una buena
imagen externa de la República Federal”. Muchas víctimas lo pasaron mal para
ser resarcidas, explica. “Un ejemplo fueron los trabajadores forzados
españoles, que tuvieron que ir a juicio porque Alemania se negaba totalmente a
indemnizarlos”. Y reflexiona que Alemania se atrevió a tratarlos así porque
sabía que Franco no protestaría. “Incluso cuando ganaron, no obtuvieron ningún
reconocimiento simbólico, y eso pese a que fueron los primeros trabajadores
forzados del III Reich en ser reconocidos formalmente como víctimas del nazismo”.
Cuando en los años noventa Alemania “descubrió” a los trabajadores forzados del
Reich, en parte gracias a películas como La Lista de Schindler y la crítica
pública consecuente, se vio obligada a pagar indemnizaciones millonarias a
polacos, ucranianos o rusos: “Ya nadie recordaba que treinta años antes los
españoles habían logrado también ser indemnizados”, recalca Muñoz Sánchez.
Alegre Lorenz deja
un importante apunte: “Creo que la sociedad alemana no solo puede estar
empezando a ser indiferente a los crímenes que se cometieron en nombre de su
país, sino que, dentro de cierto discurso ultra, que existe en todos los
países, se tiende a destacar los sufrimientos por los que pasaron los propios
alemanes en la Segunda Guerra Mundial y la posguerra, con expulsiones y huidas
masivas, bombardeos indiscriminados contra la población civil, violaciones y
asesinatos”. En el caso de la Legión Cóndor, “fue entendida y consumida durante
años del modo en que lo explicaron sus protagonistas: como una simpática
aventura”. Para Muñoz Sánchez, “Alemania se enorgullece de su memoria
democrática, la vende a toda Europa como ejemplar, mira por encima del hombro a
España, se escandaliza por las cruces franquistas, por las fosas sin abrir, por
la ausencia, en fin, de una memoria democrática en España... Pero la
intervención alemana en la Guerra Civil, de eso casi no se acuerdan.”
En junio del año
pasado, el gobierno de Asturias a iniciativa de Podemos pidió a Alemania
información sobre las actuaciones de la Legión Cóndor en dicha región. La
Oficina Central de las Administraciones Regionales de Justicia para el
Esclarecimiento de los Crímenes Nacionalsocialistas en la localidad de
Ludwigsburg contestó que no hay investigación al respecto, ya que no actúa de
oficio. Mientras no exista una reclamación oficial no la habrá tampoco.
Es posible que
Alemania no fomente el estudio de su intromisión ilegal en la Guerra Civil
española porque ya tiene varios frentes abiertos en cuanto a memoria histórica
se refiere. El gobierno de Polonia reclama a Alemania nada menos que 1,3
billones de euros como reparaciones de guerra. Aunque no se le da mucha
publicidad, también Italia y Grecia reclaman todavía el pago de compensaciones
por los crímenes cometidos en dichos países por el nazismo. En el caso español,
ni siquiera se han disculpado por contribuir de forma decisiva a acabar con una
de las primeras democracias de Europa.
“España construyó
una democracia sin memoria de la Guerra Civil y el franquismo”, recuerda Muñoz
Sánchez. “Por eso no reclamó nunca responsabilidades a Alemania, nunca animó
siquiera a Bonn y luego a Berlín a impulsar iniciativas conjuntas como una
simple exposición sobre el desgraciado pasado común de sus fascismos”.
Precisamente es eso lo que ocurre en el caso de la avenida de Berlín dedicada
hasta hoy mismo a la criminal Legión Cóndor, la llamada Spanische Allee. El
historiador explica que en junio de 1939, “miles de soldados de la Legión
Cóndor recién llegados de España desfilaron bajo la Puerta de Brandenburgo y
por el bulevar Unter den Linden ante el Führer”. La fiesta, que exaltaba el
apoyo alemán a la derrota del “bolchevismo” fue glorificada por el Ayuntamiento
de Berlín renombrando la calle como Spanische Allee (‘avenida Española’).
El investigador
español afincado en Berlín y activista de Izquierda Unida y de Die Linke Jaime
Martínez Porro ha intentado desde 2019 que se cambie el nombre de la avenida
sin éxito. La solución hasta ahora es la metáfora viva de la problemática que
trata de explicar este artículo: la avenida se queda con el nombre que se le
dio en la parada militar en honor a los criminales de guerra de la Legión
Cóndor, que habían asesinado a miles de españoles y contribuyeron a acabar con
la democracia, mientras que la plazoleta adyacente se llama ahora plaza de
Gernika.
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