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domingo, 16 de abril de 2023

ATRAPADO

ATRAPADO

JOSU AIZPURUA

El banco bulle de electoralismo y cada uno tira su mitin particular. Ya todos conocemos el pie del que cojea el compañero, pero aún y así, resulta más entretenido que dar de comer a las palomas.

Cuando se fueron los demás, Bartolo me sorprendió con una confidencia: me puse en guardia. Pero no era lo que pensaba pues cuando me dijo que se sentía “atrapado” me puse en lo peor y pensé en cómo salir del apuro en el banco con un “atrapado”.

Pero no era una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre, por fortuna para mí, y cuando me lo explicó me dejo noqueado. Era un rico atrapado en el cuerpo de un pobre.

Y lloró amargamente por el poco caso que los nuestros habían hecho de su problema. A los trans hasta les habían hecho un Ministerio e Irene se había desvivido por elles, o como se diga, pero por Bartolo; nadie movió un dedo.

Me aseguró que desde niño él gustaba de las bicicletas BH, pero tenía una patineta de madera, que arrastraba con los pies y si le adelantaba una bicicleta se iba a su casa a llorar. Nunca pudo ser feliz.

Y siguió creciendo en su desdicha y su cuerpo de rico le pedía grandes banquetes, pero su mesa era frugal y barata. Sus ropas de mercadillo y sus ansias; de marcas relumbrantes.

Ya no quería votar más, los nuestros le habían defraudado y se resignaba a quedarse atrapado de pobre y seguir viendo pasar a los ricos por la calle.

-        ¡Soy un rico atrapado en el cuerpo de un pobre! Y nadie se ocupa de mí. -

       -      Solo necesito un apoyo bancario, pero ya ni me reciben. –

Sorprendido y apenado por la enorme frustración de Bartolo, me volví hacia mi zona, pero mi cabeza estaba en el drama recién descubierto y caí en la cuenta de que los nuestros no habían hecho nada por él.

No encuentro estadísticas sobre los que puedan sentirse igualmente atrapados, pues los fachas lo niegan: no hay mas que ricos, ellos, y los demás son pobres. No caben los atrapados.

Y miro a mi alrededor y comprendo a Bartolo. Veo gentes descontentas con su suerte, que no se resignan a ser comparsas de los ricos y quieren competir para salir de su desgraciada pobreza. Esa pobreza indigna que te convierte en proscrito ante tu familia y amigos.

¿Los nuestros deberían hacer algo?

¿Y si yo fuera un jóven atrapado en el cuerpo de un viejo? ¡vaya lío!

 

 

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