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martes, 28 de marzo de 2023

UN PÁJARO,...


UN PÁJARO,...

DUNIA SANCHEZ

Un pájaro mira donde las olas estrangulan las rocas. Una mujer, en vertical, persigue con sus ojos la marea. Una marea destinada a subir, a bajar…a bajar, a subir en los remolinos del tiempo. Otra mujer de espalda, en vertical, persigue con sus ojos las sombra de las jornadas en el boscaje, en ese follaje donde impera el frescor de una primavera. Las dos se hablan, conversan de aquello que pudo ser y no fue o de aquello que tal vez será. Una conjunción de frases removiendo sus adentros.

 

Mujer 1:

 

La marea sube, se envuelve en un crispamiento de agresiva, tanto, que las profundidades son como su reconditez una turbia masa de dolor.

 

Mujer 2:

 

La tarde se va. La noche viene. La oscuridad de las arboledas es pincelada de esas tumbas donde pacen mis recuerdos. Sí, no, no te recuerdo mujer del oleaje. Acaso vienes a mí. Acaso me hablas…

 

Mujer 1:

 

Si, te hablo. Y cada palabra se mezcla con el aliento de un viento que viene arrasando todo mal que nuestras huellas han dejado. Porque han sido muchos males, un reflujo violento que nos hace ahora mujeres con velos negros.

 

Mujer 2:

 

Y si andamos un poco , nos viramos, nos abrazamos con el fin de destruir todo esa memoria embestida en nuestros hombros. Todo pesa…si es muy pesado, me doy cuenta. Nos arrastraremos como hiedra que se adhiere a las paredes y subiremos donde la pena sea cenizas…tan solo cenizas de un pasado tatuado de anónimos nombres. Los desconoceremos, nos olvidaremos y seremos flores nuevas sobre una mesa donde la luz viene.

 

Mujer 1:

 

La marea sube, la tarde se va. Mis pies mojados en el impacto de este oleaje que hace garabatos en estas rocas arrugadas. Si andamos un poco seremos pozos de la memoria….ella siempre irá con nosotros en nuestros ratos de soledad y callado. Quiero estar así, frente al mar, observando su movimiento, cuando sube la marea, cuando baja la marea. Así es la vida, desfigurada a veces y otras maravillosa , límpida.

 

Mujer2:

 

La noche ya está aquí, el sol ya dio su ultimo grito. Todo es oscuridad y tu detrás de mí, te siento a igual que el rumiar de la mar de fondo.  Somos como el aire, entregadas a las condiciones que nos brinda las horas, los minutos, los segundos…entregadas a cada estación, primavera, verano , otoño , invierno con el callar de nuestras querencias, de nuestros sueños. Hagamos de los sueños una verdad, una verdad impoluta donde los ríos nacen y toman nueva forma con el mar.

 

Mujer 1:

 

Una pardela, es hora de ellas. Escucha…escucha su llanto.No…no es llanto. Es su forma de comunicarse. Se asemeja tanto al humano….nos comunicamos mediante el dolor. Un quejido que infundado por el recelo, por el demostrado desanimo de nuestras vidas sordas y ciegas. Pero todo creo que es efímero incluso los malos ratos. Debemos sonreír, aquí, mirando el mar. No en la negritud de tu horizonte. Mira el firmamento. Ahí viene la amada luna. Esa que en tantas y tantas ocasiones nos confesamos.

 

Mujer2:

 

Estoy aquí, como la noche. La luna en su brío nos condiciona a un mañana. Sí, un mañana donde el despertar de los sentidos amueble nuestros corazones. Siento tus latidos. Te pasas tus yemas por tus labios y notas la sequedad de la existencia y notas la necesidad de una pizca de amor. Y la luna con su brío está ahí y nos mira y nos hace meditar lo corto que son los caminos del aire que respiramos.

 

Mujeres en vertical, cada una con sus pesares, cada una con sus esperanzas, cada una con un destino en común, cada uno con cierta mirada a la luna. Mujeres sonoras, cada uno con el canto a un nuevo sol, cada una con una pasión por abrazas, cada una con una tonalidad diferente. Ahí, entre las sombras de un boscaje, y el rubor de las olas.

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