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sábado, 25 de marzo de 2023

UN DETECTOR DE GILIPOLLECES

 

UN DETECTOR DE GILIPOLLECES

TONI MEJÍAS

"En España no hay libertad. En España no hay libertad de expresión". No, no son frases que recientemente hayan salido en prensa pronunciadas por Pablo Hasél, Josep Valtonyc, los 6 de Zaragoza, la vecina de Murcia Sandra, activistas de la PAH... No son ellos ni ellas los que están por los platós de televisión y en los periódicos denunciando que ahora mismo no se puede opinar. Ahora no se alega a la falta de libertades desde la prisión o desde el juzgado, sino que se hace en horario de máxima audiencia y por personajes que no han visto en riesgo su modo de vida en ningún momento como Miguel Bosé, Mario Vaquerizo o, el último en sumarse, el flamante fichaje del PP, Toni Nadal. "Hace 30 años había más libertades" pronuncian desde su posición privilegiada.

Me recuerda a cuando la oposición venezolana, sobre todo Juan Guaidó, hacia constantes viajes internacionales, era recibido por todo tipo de autoridades y daba ruedas de prensa delante de más de 20 micrófonos de prensa para decir que no podía opinar. Una especie de gato de Schrödinger que a la vez está reprimido, pero tiene un altavoz diario para decir lo que les dé la gana, sea verdad o mentira. ¡Si hasta le permitieron autoproclamarse presidente! Pero está claro que es un discurso falso que vende. Ahí está el ejemplo de Trump, Bolsonaro o Abascal.

Volviendo al plano nacional, lo que le sucede a este tipo de personas es que han vivido muy cómodamente sin oposición, con gente que les ha bailado el agua y con dinero para poder realizar cualquier cosa a su antojo. Nadie les ha llevado la contraria y una vez les sucede, mayoritariamente por redes sociales, se enfadan y buscan su hueco televisivo para alardear de lo bien que se vivía antes. Perdona, pero bien vivías tú porque en esa transición tan modélica que reivindicáis la represión política, la persecución al colectivo LGTBI y el ninguneo a la figura de la mujer que ni podía abrir una cuenta bancaria sin permiso del marido (ni qué decir del maltrato) estaban a la orden del día. Pero entiendo que en vuestros castillos no vierais ni quisierais ver lo que sucedía. Con dinero siempre ha existido la libertad, es obvio.

Además, estos personajes son como aquellos neoliberales que se quejan de los impuestos, pero siempre que pueden acceden a algún cargo público o se benefician de algún chiringuito. Ahí tenemos a Miguel Bosé, que se enfadó porque casi nadie le compró su película del coronavirus y dijo que jamás volvería a España por su deriva totalitaria, pero no le importa cobrar 40.000 euros del erario por cada programa de Cover Night de TVE. Otro como Mario Vaquerizo que también estuvo en otro de la televisión pública como Masterchef.

Esa es la cancelación que sufre esta gente. Una persecución ficticia que solo existe en su cabeza, pero que, lamentablemente, mucha gente le compra el discurso porque claro, ahora no pueden hacer chistes de maricones, hay personas trans en las series que ven sus hijos y no pueden gritar 'negro de mierda' en un campo de fútbol. Una vez más su libertad contra la del resto. O, más bien, su imposición y su ideal contra el de los demás. Y a la más mínima oposición, el pataleo. Menos mal que la generación de cristal es la de ahora.

Los Lendakaris Muertos dicen en una canción tener un detector de gilipolleces. Sin duda, el mayor detector de gilipollas que tenemos actualmente es cuando se dice que "antes había más libertades" o, más sencillamente, "antes se vivía mejor". Cuando veas a alguien compartir un post de "yo fui a la EGB" o decir que la gente de ahora se queja por nada, huye. De lo que sí tenemos libertad hoy día es de elegir nuestra compañía y a los gilipollas hay que aislarlos, no hacerles casito y ponerles micros delante. ¡Está sonando, no te acerques!

 

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