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viernes, 24 de marzo de 2023

HIPERTELIA DEL PORNO Y LA FAMA

 

HIPERTELIA DEL PORNO Y LA FAMA

Por Eduardo Sanguinetti, especial para NOVA

"La ilusión mientras dura es una realidad por derecho propio" (Epílogo de mi libro Alter Ego, Corregidor).

La democracia no requiere de sabios, de un pueblo cultivado o ilustrado, sino de una comunidad suficientemente informada, que tenga alguna idea y una imagen de lo que sucede.

Ahora bien, qué significa hoy, una comunidad “suficientemente informada”.

Reconozco que no se puede responder, de manera clara y legítima este interrogante, pero sí puedo asegurar cuándo una comunidad está “suficientemente desinformada”, como lo manifiesto hace años, ante la mirada torva de los militantes de la estafa y el fraude.

 

Tal el caso del pueblo argentino, que día tras día se desvanece en la sublimación de los más sexual que el sexo: el porno, que los medios de publicidad les plantea cómo realidad única, que concluye en la oscuridad y el silencio: se desvanecen en lo más visible que lo visible: la obscenidad.

 

Gran Hermano ordena y dispone, pasando a un tercer estadio el “Principio Tecnológico”, donde la libertad sexual es sojuzgada y puesta en beneficio de prácticas de diversión alienantes, humillantes y represivas, para de ese modo llegar a un control más enérgico sobre un individuo anestesiado, sin capacidad ni voluntad de resistencia.

 

La sexualidad se difunde como estímulo mercantil, como parte activa del gran negocio de activos incorpóreos, representados por los sujetos-objetos, que automatizaron sus relaciones cual máquinas de follar, sin la presencia de Eros, que conservaba y elevaba la vida, como “principio de placer” (Freud dixit)…

 

Todo para alcanzar fama y poder, cual destino de los vulnerables entrenados por la pantalla vendedora de paraísos mercantilizados, donde ni la política, ni la farándula, ni los representantes de la cultura chatarra son ajenos a toda esta porquería que cotiza en bolsa de valores escatológicos.

 

Los sicarios de la información hacen jugar una ‘ruleta rusa’ a los ciudadanos desprevenidos, en el Nirvana siliconado del» porno liberado» de medios prostibularios, cual manada mansa, silenciosa y resignada, que asiste cual borregos al espectáculo obsceno que se despliega en las pantallas de la TV, espacio vacuo y perverso, donde se adoctrina a una comunidad que asiste con "placer" virtual a su exterminio, en "clave Matrix", simulación computarizada de un mundo diseñado artificialmente.

 

La televisión es la agencia más grande de formación de opinión pública, puesto que la información es la piedra angular de esa formación de opinión, hoy inexistente. Mi argumento va precedido de la afirmación de que la información no puede consistir en un vacío de información: perspectiva conveniente propuesta por las redes de canales de televisión y de las redes virtuales que conforman Internet, de las interacciones pseudo-comunicativas per se.

 

En el caso de la televisión, sobran las evidencias en cuanto al desempeño en el quehacer noticioso de este medio que representa básicamente, cuando mucho, una subinformación, que es información insuficiente, que conduce a una desinformación absoluta y engañosa, respecto, en este caso a los temas que hacen a la formación de la opinión pública y, consecuentemente, ayudando junto a la prensa escrita, en la deformación de ciudadanos capaces o incapaces de funcionar como tales.

 

El ruido de las imágenes a repetición que desde la televisión, las redes, bombardean al espectador, ciudadano y consumidor, tal el caso del argentino que en este tiempo asiste sin posibilidad inmediata de corroborar, lo que denominan "noticia". Esto es nocivo a la hora en que este ser intenta asentar su mirada sobre tal o cual hecho luctuoso… Ya nada importa demasiado, todo se ha nivelado a estadio "cero".

 

Demasiada información, que aparece y desaparece de la pantalla, sin conocer los desenlaces de lo que disparan, llámense candidatos de nadie para cristalizar la escalada a la cima de la fama y el éxito a cualquier costo, llevados a cabo por presidentes investigados por fraude, funcionarios procesados, funcionarias escort en puestos relevantes, fugitivos de la justicia, femicidios, prostitución vip, terrorismo narco, festivales de cultura chatarra articulados según conveniencia de curadoras "queridas" de empresariuchos mafiosos, "celebrities" porno, construidas en usinas de inteligencia, fútbol y más fútbol, con jugadores elevados a dioses del olimpo pintado a mano, candidatos a funciones ejecutivas legislativas "pret a porter", ignorantes sociópatas, apuntalados por campañas publicitarias formidables, auspiciados por dinero narco o de paraísos fiscales, que los legitiman como los verdugos de pueblos cautivos de una democracia ficcional… Demasiado para el juego hipertélico del porno y del crimen.

 

Frente a esta situación de bajas defensas, para un pueblo enajenado en lo referente a "lo político" y "cultural", hago responsables a los medios de comunicación y a quienes los dirigen desde la esfera privada y pública de subinformar y reclutar a espectadores incautos, con información patéticamente idéntica en su tratamiento, caminando el sendero de discriminación aberrante al conocimiento y a la inteligencia, ocultando información de cables de noticias que no son ofrecidas a una platea anestesiada. Por supuesto, deviene de lo manifestado que dicha discriminación recae sobre quienes están dotados de estas cualidades.

 

La sociedad burguesa, en su lógica de clase, siempre se apoyó en la “coartada democrática” de los universales. Los ideales humanos de libertad e igualdad fueron universales. Hoy en día lo universal adopta la evidencia absoluta de lo concreto: a él responden las necesidades de un pueblo desinformado, superficial y en franco retroceso cualitativo en lo referente a lo ético y verdadero, devenidos en bienes materiales y descartables. Es el universal del consumo actuando como factor de democratización.

 

De este modo se puede considerar a la información, como objeto de consumo que sirve en el denominado “juego democrático”. La diferencia radica, con el objeto utilitario, en que no es necesario que sirvan y cumplan sus funciones y mucho menos el estúpido discurso reduccionista, manifestado a viva voz por el estúpido locutor, que acompaña con su voz de academia, la información.

 

Por todo lo manifestado, ya no creo en la perdurabilidad de la democracia, como ha sentado reales en el mundo occidental u occidentalizado, ¿no existe otra opción? El imperio de la imagen del mundo, en la domesticidad del chisme convertido en épica de este tiempo de farándula y de infradotados en el aire. Se han convertido en mercadotecnia y espectáculo; están aquí para quedarse, la tecnología nutre el proceso. No existe forma de retroceder, a este ritmo circadiano.

 

Se torna evidente que la democracia no existe en los medios. Ese control casi absoluto ha conseguido algo que décadas atrás parecía imposible: erradicar el conflicto de la percepción del público. Los más brutales crímenes pueden pasar inadvertidos si los medios se empeñan en ello.

 

No existe algo llamado democracia, si es que alguna vez existió. Desde el momento en que las opiniones y las voluntades de las personas son moldeadas y manipuladas por gigantescas maquinarias que escapan a cualquier control que no sea el de las clases dominantes, entrar en el juego electoral parece no tener sentido ni futuro.

 

La formación de la opinión pública debe dar un giro de 180º de inmediato, nuestra condición de ser que transitamos esta existencia lo exigimos…y utilizando esa misma tekné. Genios desconocidos deben rediseñar el sendero a transitar, en resistencia al porno instalado como tendencia única a alcanzar por un pueblo esclavizado, la estupidez reinante y la impunidad instalada en lo referente a los ilícitos perpetrados por el poder, que lleva a sembrar caos en el caos, en la Matrix.

 

Vivimos en una realidad programada computacionalmente y la única pista que tenemos es cuando una variable es cambiada y una alteración en nuestra realidad ocurre. La Matrix, tiene notables influencias budistas, que ha producido la gran metáfora de nuestro tiempo para referirse a una sensación milenaria: la sospecha de que el mundo que experimentamos convencionalmente es una ilusión.

 

Nuestra vida en casi todo su relato metafísico es única, el final, como todo producto de ilusión es verosímil y nos aleja de la multidimensionalidad atemporal de Matrix.

 

Pretender que somos capaces de generar nuestra propia realidad es una ilusión más, provocada por el atrape de esta maya-Matrix, de la que no se puede salir si no es a través del viaje interior… lejos estamos de lograrlo, tal como se cocina el porvenir.

 

http://www.tomsbuenosaires.com/

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