¿ESPAÑA?
JOSU AIZPURUA
Nunca existió como
ESTADO, pues solo fue la referencia del dominio de una Casta que sometió
a sus moradores territoriales a una ficción que los mantuvo en la abundancia,
la mediocridad, y la impotencia de sus vasallos. La represión fue su arma y la
Inquisición su Sistema que obligo a peninsulares no adictos a su régimen a huir
a otros lares más tolerantes.
Y la Transición, produjo su primera oportunidad de instaurar un Estado-España, a semejanza de los europeos France, UK, etc. Pero hoy debemos decir que fracasó de nuevo y por los mismos motivos de sus endémicos desastres que la llevaron del Imperio a la nulidad.
Escribo desde la
sociología; observo, leo, y opino.
El nuevo
españolismo vigente es producto de la manipulación mediática, la ignorancia, y
la cobardía para enfrentarse a realidades poco gratificantes. Acusan de
Hispanofobia, al normal desarrollo de la realidad histórica.
La Historia, nos
relata que los “héroes”, como Hernán Cortes era un analfabeto y sanguinario
indigno de ser recordado en el s. XXI pues nada aportó a los valores humanistas
que hoy se mantienen como válidos y deseables. El conocimiento y la justicia
nos hace más de Malinche que del ignorante “conquistador”.
Una mirada
objetiva, y no vale “los demás también”, pues el ventilador no hará desaparecer
una trayectoria humanamente indigna y genocida que señala a la supuesta España
de abusos y dilapidación. Los pecios nos dan el carácter de los siglos de
explotación colonial.
Territorialmente,
la realidad se impone a la ficción y la Plurinacionalidad a la Nación. La mano
de Irulegi, nos enfrenta a una nación vasco-navarra, en siglos anterior a
la idea interesada de España, que se mantuvo como Las Españas para justificarse
de sus naciones Ibéricas, hasta que las dictaduras osaron llamar “España-Nación”
y sus ¿nacionalidades? No es cuestión de ocurrencia semántica: lo es de
realidad objetiva.
La corrupción ha
sido el hilo conductor de esa historia franquista de los 500 años, y es preciso
impulsar el otro modelo real de Estado, que basado en sus
naciones convierta a Iberia en una Confederación con posibilidades de
contribuir a la Europa necesaria.
Dejar en su paz a
Gibraltar, y descolonizar Canarias, devolviendo Ceuta, Melilla y los Peñones a
Marruecos es condición necesaria pero no suficiente para emprender el Estado
siglo XXI.
Una ceremonia,
visible, profundamente sanadora, deberá realizarse en recuerdo del sufrimiento
de los pueblos del Mundo abusados por la Colonización Castellana, de la
que el nuevo Estado siglo XXI, no se sienta heredera ni orgullosa. Aquello
nunca fue España sino los intereses particulares de una Casta inhumana que
deben ser rechazados.
Si la REALIDAD no
se impone, la ficción España seguirá descendiendo hasta su desaparición como
referencia geopolítica en la moderna interacción del Orden Mundial del siglo
XXI.
Y la ficción-facha
será el lugar donde los mangantes se oculten bajo ropaje patriótico de lo que
no es más que su conveniencia patrimonial a costa de sus vecinos.
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