CINCO AÑOS DESPUÉS, POR UN FEMINISMO PARA EL 99%
CONTEXTO
Y ACCION
Pancarta en la manifestación del 8M (2019).
No se equivoquen. La imagen que ofreció ayer el Congreso, con las ministras de Igualdad y de Derechos Sociales completamente solas mientras se debatía si había que reformar la ley del ‘Solo sí es sí’, aprobada hace apenas unos meses, es un regalo para quienes llevan tiempo buscando por todos los medios explotar las diferencias surgidas dentro del movimiento feminista y en el gobierno de coalición. Pero la foto solo representa una parte de la realidad: la de la reacción ante las radicales transformaciones sociales que genera el feminismo. La sesión, que acabó con el PSOE y el PP aprobando con el PNV y el PdCAT la proposición de ley socialista contra su propia reforma legislativa, se produce en una fecha muy señalada, la víspera del 8M. Pero hoy habrá de nuevo miles y miles de mujeres en las calles, demostrando la potencia imparable del feminismo.
La escena
electoralista vivida ayer en el Parlamento es otro síntoma de una democracia de
baja calidad, puesto que la votación corona la campaña mediática y judicial
lanzada por la derecha y la ultraderecha contra el Ministerio de Igualdad y los
avances feministas aprobados en los últimos años. Y supone además una traición
del PSOE, que se encargó de diseñar la escala de penas del ‘Solo sí es sí’
desde el Ministerio de Justicia, a las decenas de miles de mujeres que
exigieron tras la sentencia de la Manada una reforma clara e integral de la
legislación contra las violencias sexuales. Los socialistas, instalados en el
punitivismo populista, argumentan que las reducciones de penas suponen un
intolerable agravio a las víctimas. Toca recordar, una vez más, que las penas
más altas no implican un descenso de los delitos, y que el mayor agravio es que
solo se denuncien el 9% de las agresiones sexuales que suceden en España.
La escena
electoralista vivida ayer en el Congreso es otro síntoma de una democracia de
baja calidad, puesto que la votación corona la campaña mediática y judicial
Se trata en todo
caso de una victoria pírrica de ese grupúsculo de veteranas feministas cercanas
al PSOE (y demasiadas veces a los argumentos de la extrema derecha), que tanto
ascendiente tienen en los principales medios de comunicación. Si se pone un
foco más amplio, es preciso recordar lo que ha pasado en el país en el último
lustro. Hace apenas cinco años, en 2018, una marea morada inundaba las calles
contra la violencia machista y la desigualdad de género. Pero no solo. El
objetivo era también visibilizar la explotación de las mujeres en el ámbito
laboral y el trabajo reproductivo. “Si nosotras paramos, se para el mundo”, fue
el lema de aquella movilización acompañada de un paro laboral que situó a
España a la vanguardia del movimiento internacional por la igualdad.
En enero de 2018,
un manifiesto firmado por Angela Davis, Nancy Fraser y Cinzia Arruzza, entre
otras, marcó el camino. El texto, que llevaba por título “Un feminismo para el
99%: por eso las mujeres haremos huelga este año”, concluía: “El 8 de marzo
será un día de feminismo para el 99%: un día de movilización de las mujeres
negras y morenas, de las cis y bi, de las lesbianas y las mujeres trans, de las
pobres y las de bajos salarios, de las que hacen trabajos de cuidado no
remunerados, de las trabajadoras sexuales y de las migrantes”.
En los años que han
transcurrido desde entonces, la sociedad española ha conseguido avances
feministas que han consolidado al país como un referente mundial en la materia.
Se han aprobado la reforma de la ley del aborto, la ley que penaliza el acoso a
las mujeres que acuden a abortar, la que mejora la protección de las víctimas
de la violencia de género, la ley Trans y la ley sobre la Garantía Integral de
la libertad sexual, además de otras no específicas, como las subidas del
salario mínimo o la de la protección a la infancia.
Pero la fuerza del
movimiento feminista y las transformaciones a las que está dando lugar no están
contenidas en formulas partidistas y van más allá de las leyes, porque las
desborda y están en otra parte: en los cambios culturales, en las y los jóvenes
que ya no entienden el mundo sin el feminismo, en las nuevas organizaciones, en
las amistades y alianzas entre mujeres blancas y racializadas que se forjan en
las luchas de base... Todo eso ha llegado para quedarse, es irrepresentable e
independiente de la contienda parlamentaria.
El 7 de marzo, el
PSOE presentó, casi por sorpresa, una ley de paridad. La vicepresidenta Nadia
Calviño la anunció en una conferencia de prensa en la que no estaba presente
Irene Montero, la ministra de Igualdad. Sin tener en cuenta cuestiones como la
clase o la interseccionalidad, este tipo de medidas nos devuelve a ese
escenario en el que el ‘feminismo’ pelea por los derechos de una minoría
privilegiada. La precariedad, la explotación, la pobreza, el racismo salen de
la ecuación en la que unas pocas, en nombre de ellas mismas, tratan de blindar
sus privilegios y su poder. Ante la imposibilidad de parar el movimiento,
buscan domesticarlo y hacerlo presentable para las estructuras de poder.
En ese sentido, la
detención arbitraria de dos activistas feministas que protestaban pacíficamente
el 7 de marzo en Madrid nos recuerda también la necesidad imperiosa de derogar
de una vez la ley Mordaza. Es de esperar que las izquierdas hagan de este
asunto su prioridad absoluta, porque es un acuerdo del gobierno de coalición y
porque parece bastante probable que la deriva derechista del PSOE acabe
poniendo una alfombra roja al triunfo del PP y de la extrema derecha en las
elecciones generales.
Tras las masivas
movilizaciones feministas vividas antes de la pandemia, el 8 de marzo necesita
recuperar el grito global de las mujeres. Mientras la ofensiva del
neoliberalismo y el neofascismo continúa su marcha, el feminismo del 99%
seguirá en primera línea de la batalla en defensa de los derechos de todas las
mujeres. De todas.
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