EL PADRE FEIJOO DESDE EL ORATORIO
DE SAN FELIPE NERI
La
lectura de la obra de su homónimo puede ayudar al presidente del PP a
reconsiderar sus posiciones y reflexionar sobre sus disparatadas palabras
JOSÉ ANTONIO MARTÍN PALLÍN
Alberto Núñez Feijóo
presentando sus propuestas políticas
en el oratorio de San Felipe Neri (Cádiz).
El oratorio de San Felipe Neri es un edificio ubicado en la ciudad de Cádiz, construido en estilo barroco entre los años 1685 y 1719. Fue en este lugar donde se firmó la primera Constitución española, la Constitución de 1812. En este edificio eclesiástico, el pasado día 23 de enero, con el retablo barroco de fondo, Alberto Núñez Feijóo hizo público un documento dirigido a todos los españoles. Les anunciaba la buena nueva de una serie de medidas que, a su juicio, contribuirán a regenerar la calidad democrática de nuestro país que, según su opinión y de multitud de voceros políticos y mediáticos, está viviendo bajo una dictadura.
Según los datos que
he conseguido, en el marco de este histórico edificio se llevan a cabo dos
veces al año, el día de la Inmaculada y el de San Juan, las solemnes
investiduras de nuevas Damas y Caballeros de la Real y Benemérita Institución
de los Caballeros Hospitalarios de San Juan Bautista con su estricto protocolo
y singular ceremonial desde 1807.
El entorno
eclesiástico del que se aprovechó el líder del principal partido de la
oposición no me parece el más apropiado para difundir propaganda política, pero
pienso que sería el adecuado para conocer y reflexionar sobre los escritos y el
pensamiento del Padre Feijoo, poco conocidos, e incluso reprobados por el
pensamiento reaccionario que siempre ha rechazado a los ilustrados como
personas ajenas a nuestra cultura tradicional. Ocasión habrá para analizar las
exhaustivas propuestas políticas regenerativas, solemnemente anunciadas bajo el
altar por Alberto Núñez Feijóo. No sé por qué, pero su segundo apellido me ha
impelido a rememorar la ingente obra del Padre Feijoo, un erudito que se
incorporó como rara avis a la cultura de la Ilustración. Su obra es
enciclopédica y reconozco que no la he leído en su integridad, pero sí he
buceado en algunos aspectos que gozan de perenne actualidad. Un oratorio era el
escenario perfecto para difundir la obra y la figura de un insigne paisano y
homónimo del Sr. Feijóo, en lugar de despacharse con un mitin político.
Benito Jerónimo
Feijoo y Montenegro (1672-1764) fue un religioso benedictino, ensayista y
polígrafo español. Según los estudiosos, junto con el valenciano Gregorio
Mayans, constituye la figura más destacada de la primera Ilustración
española.
Uno de sus más
famosos escritos no puede estar de mayor actualidad. Se trata de Defensa de
mujeres (1726). Ha sido considerado como el primer tratado del feminismo español.
En él realiza un largo recorrido por la historia, citando ejemplos de mujeres
eruditas en un entorno que, por razones obvias, no puede equipararse a los
tiempos presentes. Con una visión de futuro anticipa conquistas que ahora está
viviendo el feminismo. Menciona el caso de una campesina italiana acosada por
un soldado que no solo se resiste, sino que consigue su condena. Un claro
precedente del ‘solo sí es sí’. Merece la pena leerlo en su versión original:
“Es la vergüenza un insigne preservativo de ejecuciones exteriores, mas no de
internos consentimientos; y así, siempre le queda al vicio camino abierto para
sus triunfos, por medio de los invisibles asaltos, que no puede estorbar la
muralla del rubor”.
Desde 1725 el Padre
Feijoo comenzó a publicar sus obras, casi todas ellas en forma de opúsculos que
levantaron polémicas entre los pensadores de su época. Tuvo la brillante idea
de titularlos Discursos. Lamentablemente, en los tiempos presentes se confunde
el discurso con el mitin desaforado y oportunista. El discurso, según el
diccionario de María Moliner, es una locución o exposición del pensamiento que
hace alguien en público con fines persuasivos. El discurso exige discurrir
previamente, es decir, hacer funcionar la inteligencia para encontrar la manera
de hacer una cosa o la solución de algo. Su obra en este género está integrada,
por una parte, por ocho volúmenes (118 discursos), más uno adicional de su
Teatro crítico universal, publicados entre 1726 y 1740. El comportamiento
teatral se puede aplicar a las acciones efectistas exageradas que se realizan
para causar un cierto efecto.
Para los estudiosos
de su obra, el título Teatro ha de entenderse con la acepción, hoy olvidada, de
“panorama” o visión general de conjunto. En pocas ocasiones se puede defender
lo acertado de esta acepción, ya que la visión panorámica que el Padre Feijoo
tenía sobre su mundo se completa con sus Cartas eruditas y curiosas (166
ensayos, más cortos), publicadas entre 1742 y 1760. A estas obras hay que
agregar también un tomo extra de Adiciones, que fue publicado en 1783, y su
copiosa correspondencia privada, que continúa inédita hasta el día de hoy. Como
se ha dicho, los temas sobre los que versan estas disertaciones son muy
diversos, pero todos tienen el vigoroso afán patriótico de acabar con toda
superstición y un empeño en divulgar toda suerte de novedades científicas para
erradicar lo que él llamaba “errores comunes”.
Su libertad de
pensamiento era insobornable. Una muestra: “Yo, ciudadano libre de la República
de las letras ni esclavo de Aristóteles ni aliado de sus enemigos, escucharé
siempre con preferencia a toda autoridad privada lo que me dicta siempre que no
me distraigan la experiencia y la razón. Aunque mi intento solo es proponer la
verdad, posible es que en algunos asuntos me falte penetración para conocerla y
en la más fuerza para persuadirla. Lo que puedo asegurarte es que nada escribo
que no sea conforme a lo que siento”.
Por cercanía a lo
que ha sido y sigue siendo mi profesión y mi pasión, termino el elogio a su
persona con un pasaje de uno de sus discursos, La balanza de Astrea o la
correcta administración de la justicia. Sus reflexiones me parecen de perenne
actualidad: “Podemos también por la virtud, que llaman Epikeya, minorar, y aun
omitir en varios casos las penas que decretan las Leyes. Tampoco esto es
benignidad, sino justicia; porque estamos obligados a seguir la mente del
Legislador, antes que la letra de la Ley. Por eso Aristóteles, que entendió muy
bien la naturaleza de las cosas que pertenecen a la Ética, señaló la Epikeya
como parte de la Justicia”.
Los acontecimientos
me obligan retornar a la actualidad que preside nuestra vida política. Alberto
Núñez Feijóo debió evitar el escenario del Oratorio para proclamar sus
propuestas políticas. Sin embargo, sus manifestaciones recientes sobre los
orígenes del crimen de Algeciras podrían tener encaje en un ámbito religioso
integrista. Sus palabras demuestran su profundo desconocimiento de la Historia
y, en boca de una persona con altas responsabilidades políticas, suponen una
provocación temeraria e injusta: “No verá usted a un católico o un cristiano
matar en nombre de su religión; en cambio hay otros pueblos que tienen
ciudadanos que sí lo hacen”. Como es lógico, incluso una gran parte de sus
seguidores se han escandalizado.
No creo necesario
recordar la trayectoria del cristianismo desde las cruzadas hasta nuestros
tiempos. Hoy vive usted en un país en el
que un levantamiento golpista contra la democracia de la que ahora disfruta fue
calificado como una cruzada. Repase la carta de los obispos españoles
encabezada por el cardenal Isidro Gomá. Es muy larga y repetitiva, por lo que
me permito recordarle alguno de sus pasajes: “Por esto la Iglesia, aun siendo
hija del Príncipe de la Paz, bendice los emblemas de la guerra, ha fundado las
Órdenes Militares y ha organizado Cruzadas contra los enemigos de la fe. En
descargo de tantas víctimas, alucinadas por ‘doctrinas demonios’, digamos que,
al morir, sancionados por la ley, nuestros comunistas se han reconciliado en su
inmensa mayoría con el Dios de sus padres”.
La lectura de parte
de la inmensa obra de su homónimo el Padre Feijoo le puede ayudar a
reconsiderar sus posiciones y discurrir, es decir reflexionar, sobre sus
disparatadas palabras.
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