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jueves, 15 de diciembre de 2022

OTRA VEZ A COLÓN

 

OTRA VEZ A COLÓN

Hubo momentos de la legislatura en los que el trifachito fantaseó con poder escapar de una vez por todas de aquella dichosa foto y aquella plaza que estaba maldita. Pero esos intentos, uno tras otro, se fueron desvaneciendo

GERARDO TECÉ

La derecha ya ha elegido qué ponerse para las próximas elecciones generales. Repetirá. Volverá a vestirse de Plaza de Colón. Un traje complicado de defender en pasarela. Implica, por un lado, transmitir que España se desangra víctima de un brutal atentado perpetrado por una banda criminal a la que tú te ofreces a derrotar. Por otro, aceptar que es posible que la mayoría de ciudadanos prefiera a la banda criminal antes que a ti. Un agujero argumental que te saca del papel tradicional de superhéroe Marvel –Capitán España– y te convierte en uno de esos personajes de comedia que se enredan la capa con el calzoncillo en el momento más inoportuno de la acción. El traje elegido, además de complicado,

 es sorprendente dado el éxito cosechado hace cuatro años. Sorprende incluso a quienes tendrán que vestirlo, que no esperaban verse arrastrados al mismo lugar cuatro años, una guerra y una pandemia después. Cuando el Gobierno de coalición echó a andar entre gritos de ilegítimo –Pablo Casado siempre en nuestros corazones–, golpista y criminal, era de esperar que los autores de tal intensidad llegasen exhaustos y haciendo eses al final de la legislatura, buscando un lugar conocido en el que cobijarse, por infértil que sea.

 

Hubo momentos de la legislatura en los que el trifachito fantaseó con poder escapar de una vez por todas de aquella dichosa foto y aquella plaza que estaba maldita. Pandemia, guerra, crisis energética, inflación, fueron muchos los graves problemas de este país y, por tanto, muchas las grandes oportunidades de las derechas para encontrar un discurso diferente. Uno que, al contrario del ETA-Cataluña, estuviese en la calle. Lo intentaron. No se les puede negar el afán por tratar de colocar la idea de que la pandemia fue culpa de Irene Montero y el feminismo, la crisis energética mundial, cosa de Sánchez, y la inflación un asunto que, como la paella, era puramente español. Pero esos intentos, uno tras otro, se fueron desvaneciendo. La pandemia se suavizó, el problema energético y de inflación comenzó a mitigarse y la gran crisis económica que Feijóo esperaba como agua de elecciones en mayo no llega a aparecer. La Plaza de Colón no es una elección, sino una necesidad.

 

La Plaza de Colón no es una elección, sino una necesidad

 

En esas estamos y estaremos de aquí a las generales. Arrimadas, la cara que según la Wikipedia representa el centro liberal y moderado de este país, acusa al Gobierno de entregarse ni más ni menos que a la banda terrorista ETA por cumplir el Estatuto de Autonomía de Navarra que dice, con la misma claridad con la que en Wikipedia se explica la debacle del partido naranja, que la Policía Foral es la encargada de gestionar el tráfico en Pamplona y alrededores. Abascal, que descubrió el pasado viernes que CGPJ no era el robot de la Guerra de las Galaxias sino la movida de los jueces, entendió también que un Congreso haciendo su trabajo, es decir, modificando leyes según las mayorías democráticas, era sinónimo de golpe de Estado. Por tanto, declaró solemne en un vídeo grabado en su despacho con un móvil que sujetaba el mismo tipo que minutos antes le desmontó lo de C3PO, se hace necesaria y urgente una moción de censura contra el dictador Sánchez –otra–, esta vez –no hemos venido a la política a trabajar– con un candidato diferente al frente. Uno independiente. Suena con fuerza Bertín Osborne. Feijóo, el más interesado de todos en no pisar Colón si no es para llevarle flores a la memoria de Pablo Casado –siempre en nuestros corazones–, trata de deshacerse de la maniobra del que debería ser su vicepresidente en el futuro si todo fuese bien. No es momento de mociones de censura, sino de que Sánchez se vaya, dice el gallego, y con esto parecen haber quedado claras las posiciones. En las próximas semanas la plaza de Colón discutirá si es más español pedir una moción de censura o pedir que el presidente elegido por la ciudadanía se largue porque sí, porque tú lo dices y porque ETA y porque Cataluña. Dicen los publicistas, y la mala política es publicidad en un alto porcentaje, que una buena campaña no es la que impone un producto, sino la que conecta con el sentir del comprador. Y si bajas a la charcutería allí no se habla ni de ETA ni de Cataluña. Veremos si de aquí a un año consiguen que eso cambie. Parece complicado. Veremos.

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