Páginas

miércoles, 9 de noviembre de 2022

EL AMIGO QUEIPO

 

EL AMIGO QUEIPO

El antes señor marqués ya no está en la basílica de la Macarena. La burguesía rancia sevillana ha perdido una batalla simbólica, pero sigue y sus medios siguen desplegando mentiras y apología de la extrema derecha

— Feijóo no valora la exhumación de Queipo de Llanos y prefiere “hablar de los vivos y dejar a los muertos en paz”

JAVIER AROCA

Alfombra de la basílica bajo la cual se encuentra la tumba

de Queipo ya exhumada

“VIVA ESPAÑA. EL GENERAL QUEIPO DE LLANO SE ENCARGA  DE LA  JEFATURA DE LA DIVISIÓN Y DECLARA EL ESTADO  DE GUERRA. DIVERSAS MANIFESTACIONES DE RADIO RECTIFICADAS SOBRE INFORMACIÓN DE MADRID. ÓRDENES A LA POBLACIÓN CIVIL.  OTRAS NOTAS”. A tres columnas en ABC de Sevilla. Desde entonces hasta nuestros días, nadie ha ocupado más portadas del rotativo de Sevilla que el golpista militar fascista y cualquiera de sus relaciones con el fascismo patrio o europeo, singularmente el italiano y alemán.

 

Desde aquellas primeras loas y alegrías del rotativo sevillano en los mediados treinta, nadie ha cometido más crímenes contra el pueblo andaluz que Gonzalo Queipo de Llano. Hasta tal punto que el propagandista por excelencia de aquellos tiempos, Antonio Bahamonde, decidió huir de impotencia horrorizado ante los continuos crímenes contra el pueblo perpetrados por los golpistas, con cifras que solo las fosas comunes y las cunetas de Andalucía pueden dar fe, a falta aún de que la decencia de las instituciones democráticas se atrevan a comprobar y certificar.

 

Que la democracia necesita para ser viable un periodismo y unos medios comprometidos no es discutible, pero sin alharacas ni pegotes corporativos, porque  tampoco es posible una dictadura, un golpe de estado fascista y una represión de perfiles tan asombrosamente criminales como los ocurridos en Andalucía, sin una prensa corrompida e ideológicamente asociadas con los golpistas y su régimen de terror. Es el caso de Sevilla.

 

Lo supo bien Chaves Nogales, no precisamente un rojo. No es lo mismo en un momento crítico contra las libertades hacer periodismo en El Liberal de Sevilla, clausurado en 1936, que en ABC de Sevilla.

 

Borró de la memoria del pueblo el asesinato de muchos macarenos arracimados en su propia sangre en las calles del barrio

 

Queipo de Llano no era de Sevilla, ni siquiera aún sabemos cómo acabó en la capital hispalense. Pero la burguesía, la iglesia y la carcunda sevillana encontró a su hombre y lo acogió inmediatamente como uno de los suyos. La burguesía sevillana quería un rey y éste no podía ser Franco, pero se ponía húmeda con, al menos, tener un virrey manejable que sirviera sus intereses. Por eso emprendieron un plan.

 

Tenía que ser de los suyos y Queipo se dejó. Los militares no es que entonces estuvieran bien pagados. El modelo era católico, monárquico, terrateniente… todo tenía arreglo, ya sabían de los cambiazos que Queipo podía dar, antes fue republicano; lo de católico no importaba mucho. Eso se viste bien, crímenes y asesinatos por la noche y confesión y misa por la mañana con bendición arzobispal.

 

Lo hicieron terrateniente, usurpando, apropiándose de la mejor de las explotaciones y más modernas de Andalucía: el cortijo de Gambogaz. Y más, lo llevaron a un barrio bien, lo hicieron marqués, y qué faltaba: usurpar el sentir popular, haciéndolo hermano mayor de una de las hermandades más populares de Sevilla. El pueblo no estaba para resistir. Puso mucho dinero, el mismo que no era suyo sino fruto de la rapiña franquista. Aún está pendiente la justicia para todos aquellos que vieron cómo sus bienes, títulos  y propiedades fueron requisadas por la represión económica del franquismo.

 

Mira si era malo, me dijo, que ni la tierra lo quiso y tembló: en Sevilla hubo un terremoto el día de su entierro

 

Era la manera de entrar en el imaginario popular sevillano. Desde aquel entonces, borró de la memoria del pueblo el asesinato de muchos macarenos arracimados en su propia sangre en las calles del barrio San Luís, San Gil o las faldas de la muralla almohade. Asesino de trabajadores y hermanos comprometidos con la libertad, cuya hermandad se vio colonizada, poseída por forasteros sedientos de postureo, de estar cerca del tirano, de la falsa fe reducida solo por el papel de celofán, luego cuché, en las páginas de la prensa rosa y siempre, como si Cristo y su Madre los fueran a perdonar por situarse a la sombra de un poder revestido de pompas populares cofrades.

 

Un señor mayor, militar decente de mi barrio macareno, me dijo que Franco se libró por lo pelos. De hecho, Miguel Campins, general comandante de Granada, murió asesinado en la muralla por el solo delito de no seguir las órdenes de represión y crímenes del  virrey. Y ello a pesar de que el mismísimo Franco había pedido clemencia para él, gran militar, monárquico y católico pero respetuoso con el orden constitucional republicano. Franco se libró, me dijo, de la avaricia de Queipo. El gallego tuvo suerte porque Queipo murió en 1951…

 

Otro vecino arenero me comentó que nunca había  entrado en la iglesia desde que Bigote estuviera allí enterrado, que veía a la Macarena por la calle Parra. Mira si era malo, me dijo, que ni la tierra lo quiso y tembló. En Sevilla hubo un terremoto el día de su entierro. El rotativo citado cuenta que el día de su entierro hubo terremoto y riadas. Con lo segundo se refería a la gente, los terremotos no se pueden controlar ni en una dictadura. A la gente sí y para eso están algunos medios y algunos periodistas.

 

El antes señor marqués ya no está en la basílica de la Macarena. La burguesía rancia sevillana ha perdido una batalla simbólica, pero sigue y sus medios siguen desplegando mentiras y apología de la extrema derecha. Pero se ha quedado sin uno de los principales protagonistas de sus portadas, que tanto rédito y posición les dio en tiempos tan tenebrosos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario