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martes, 15 de noviembre de 2022

DIEZ RETOS URGENTES PARA LA IZQUIERDA

 

DIEZ RETOS URGENTES PARA LA IZQUIERDA

JUAN CARLOS MONEDERO

La evolución de la derecha española obliga a toda la izquierda a dejar clara su vocación ideo
lógica. Esto incluye también al PSOE, a quien votan muchos millones de españoles que se sienten de izquierda. Tenemos el ejemplo histórico en Europa de 1939. No repitamos errores. Claro que hay matices en el continuum que iría del 5 al 10 (de la izquierda más moderada a la izquierda más radical), pero si eres de izquierda tienes que tener claras algunas cosas que te diferencien de la derecha. La izquierda más comprometida con las ideas de izquierda tiene que encontrar los puntos en común de todo el espacio y buscar un equilibrio para que ese frente amplio pueda tener lugar. Y la izquierda más moderada tiene que salir del sueño dogmático de creer que pactando con una derecha que cada vez es más iliberal va a lograr domesticarla o va a recibir el favor de los poderes reales.

La izquierda es republicana -no monárquica-, y federal, confederal e incluso independentista -no centralista-. La memoria democrática española hace patente esta opción. La opción federal, con elementos confederales -la Ertzainza o los Mossos son ejemplos claros de confederalidad o de federalismo asimétrico que no generan controversia territorial- es la que más conviene a la organización plural de España porque es la que más favorece a la idea de unidad y diversidad propias de lo que históricamente es España.

La izquierda está a favor de lo público y lo común con todas las consecuencias, entre ellas, la defensa radical del medio ambiente y la apuesta por una transición ecológica firme. Esa defensa de lo público y lo común lleva a crear un ámbito público fuerte y democrático. Apuesta fiscalmente a que los más ricos paguen más, a que el trabajo sea digno y remunerado dignamente, a la creación de empresas públicas que suministren de manera accesible los bienes comunes (sanidad, educación, vivienda, transporte, electricidad, gas, internet...).

Está a favor de la igualdad de hombres y mujeres, defendiendo los derechos reproductivos de las mujeres, como el aborto, y oponiéndose a su mercantilización, como es el proxenetismo o los vientres de alquiler. En esa dirección, no deja de lado a ningún colectivo minoritario aunque estén señalados por la derecha y los medios, sean las personas trans, lgtbi, inmigrantes, gente sin techo ni alternativa habitacional, pobres, enfermos mentales o cualesquiera otros que están en los márgenes de la sociedad.

Apuesta por el pilar de los cuidados como un pilar fundamental del Estado social, prestando especial atención a los demás pilares, como las pensiones, la sanidad, la educación, el desempleo y la dependencia. El camino hacia una renta básica universal, complementado por el Estado de bienestar y políticas decididas de empleo es un objetivo urgente.

Separa Iglesia y Estado, y, en la misma línea, defiende la democratización de las instituciones del Estado, terminando con los trazos de dictadura judicial y de corrupción policial en la judicatura y en los cuerpos de seguridad del Estado.

 

Se atreve a democratizar los medios de comunicación, terminando con el oligopolio mediático, impidiendo el control de los medios y las redes sociales por parte de empresas ajenas a la comunicación -como bancos, grandes empresas energéticas o fondos de inversión-,y también luchando legalmente contra las fake news (apostando por leyes que garanticen la pluralidad e independencia de los medios) y garantizando que la sociedad civil tenga medios de comunicación igual que los tiene la Iglesia, fundaciones conservadoras y reaccionaras o asociaciones vinculadas a la patronal.

En el ámbito internacional, reclama la soberanía, defiende un modelo militar propio al margen de la OTAN. Asume con todas las consecuencias que para la izquierda, ser demócrata en Europa es ser antifascista y en América Latina, Asia y África, ser antiimperialista. Y, por eso, la izquierda no asume la demonización por parte de EEUU y de las élites europeas de los países de izquierda, como hicieron con Chávez y Maduro, con Lula, con Correa, con Evo Morales y con cualquiera que no formara parte del "consenso" creado por los medios de comunicación. La izquierda no puede apoyar a gobiernos que asesinan y encarcelan a su pueblo, como ha pasado en Colombia con Uribe y Duque, pasa en Ecuador con Moreno y Lasa, pasó en México con Enrique Peña Nieto, pasa en Nicaragua con Daniel Ortega, pasa en Arabia Saudí y buena parte de Oriente Medio con el islamismo radical, como sufren en Palestina con Netanyahu y en el Sahara con Mohamed VI.

La izquierda en España no puede ser rehén del consenso conservador bipartidista que ha funcionado desde la muerte de Franco. En ese binomio conservador el PP -ahora en unión con Vox- es la parte radical del conservadurismo y el PSOE la parte moderada. El PSOE no debe seguir queriendo sostener el bipartidismo porque va contra el pluralismo, refuerza a un partido de matriz franquista como es el PP e impide que España se libre de los candados franquistas que legó la Transición.

Es de justicia entender el papel de Podemos como la fuerza política que ha roto desde la izquierda ese consenso bipartidista rompiendo o denunciando los candados heredados de la Transición. Uno evidente es el bloqueo del Consejo General del Poder Judicial.

 

En conclusión, hay que respetar el legado del 15M, porque es el que empezó a romper el bipartidismo que vaciaba la democracia española. Por eso no se puede representar a la izquierda que quiere superar el bipartidismo si se asumen vetos por parte del PP -como el de Victoria Rosell- para el Consejo General del Poder Judicial. Tampoco si se asumen vetos como los marcados por la OTAN, desembocando en el seguidismo en política internacional a los EEUU, con espectáculos patéticos como el guerrerismo de Borrell o la aceptación como presidente a un tipo autoproclamado en una plaza, como pasó con Guaidó. No puedes hacerlo si por gustar al oligopolio mediático y al consenso bipartidista no eres firme y no denuncias los comportamientos mafiosos de los medios. Que el presidente Pedro Sánchez dé una entrevista al presunto mafioso Antonio Ferreras es intolerable, como lo son las presencias en las tertulias que asumen la agenda que marcan los dueños de las televisiones y aceptan los vetos que les marquen.

 

No puede representarse el espacio si ante los casos de lawfare se opta por el silencio, en vez de señalarlos. Y tampoco se puede salvaguardar el espacio de superación del bipartidismo si pretendes aprovechar la hostilidad mediática y judicial constante a la gente que más ha representado la superación del bipartidismo -es decir, a Podemos- para hacerte fuerza y sacar ventaja de esa hostilidad. La centralidad no es el centrismo. Y la voluntad de ganar elecciones no puede escindirse de la defensa de los principios de la izquierda. Los ejemplos de Mélenchon en Francia y de Petro en Colombia marcan ese rumbo.

 

Todo esto se resume en tres ideas: claridad ideológica, firmeza contra los privilegiados que se niegan a crear derechos donde hay necesidades y fraternidad y sororidad amplias y también dentro del espacio que tiene que construir la unidad de la izquierda.

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