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jueves, 20 de octubre de 2022

LUCHA EN EL FANGO EN EL SENADO

 

LUCHA EN EL FANGO EN EL SENADO

DAVID TORRES

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, interviene durante su segundo 'cara a cara' en el Senado, a 18 de octubre de 2022, en Madrid (España). -Alejandro Martínez Vélez / Europa Press

Reconozco que nunca acabaré de comprender cómo las clases medias y las clases menos medias siguen votando a gobiernos de derechas. Entiendo que lo haga un multimillonario o un evasor fiscal, ya que velan por sus intereses, pero no un españolito de ésos que apenas tiene dónde caerse muerto. En términos económicos, los chicos del PP siguen enorgulleciéndose de ser grandes gestores, aunque sus únicos éxitos indiscutibles se cuentan en bajadas de impuestos a las grandes fortunas y en tramas corruptas de dinero negro. En cambio, se tacha de desastroso un Gobierno de coalición que ha aprobado un ingreso mínimo vital para las familias más desfavorecidas (como en muchos países de Europa) y que ha aplicado una importante subida del sueldo mínimo interprofesional tras una crisis provocada por una pandemia mundial y en medio de una guerra a las puertas de Europa. El único motivo racional que se me ocurre para votar a la derecha es que la gente quiera darse otra panzada de reír, porque Sánchez será muy guapo, sí, pero muy aburrido, mientras que con Mariano, con Casado y con Feijóo te partes la caja.

 

En el cara a cara entre Sánchez y Feijóo en el Senado, mientras Sánchez hablaba del reciente panorama económico que sitúa a España como uno de los países europeos que más han crecido en los últimos meses, de las rebajas fiscales en electricidad y gas, y de las mejoras en el mercado laboral, Feijóo se empecinaba en negar las evidencias, pintar paisajes catastróficos, recordar los pactos con Bildu y otros partidos nacionalistas y criticar la desaparición de la enseñanza del castellano en las escuelas catalanas. En cuestión de idiomas, Feijóo se retrató hace unos años en un discurso en el que defendía el "bilingüismo cordial" de Galicia, "la Galicia donde hablamos español y castellano y donde lo que nos interesa es aspirar a hablar inglés". Era, evidentemente, un lapsus, pero cuando uno cae en la cuenta, como señaló repetidamente Sánchez, que Feijóo triplicó la deuda pública en Galicia durante sus sucesivos mandatos -por no mencionar la desarticulación de la sanidad y la educación pública- lo que queda de Feijóo es mayormente un lapsus.

 

Al fin y al cabo, como casi siempre ocurre en esta clase de debates, los argumentos eran lo de menos. Se trataba de montar bronca, de bajar al fango, que es donde el PP se siente en su elemento, y por eso durante su discurso, varias veces el presidente tuvo que pedir a la bancada de la oposición que guardara silencio, por favor, ya que con tanta insistencia le piden que vaya a hablar al Senado. Pero Sánchez se equivocaba: en realidad no van a oírle sino a abuchearle y a decirle que se calle. Especialmente cuando sacó pecho feminista y defendió la labor esencial de sus tres vicepresidentas, Nadia Calviño, Yolanda Díaz y Teresa Ribera.

 

El punto central de la reyerta fue la insistencia de Feijóo para que el Gobierno retire los presupuestos, a los que denominó "hipotecas generales del Estado". No deja de ser curioso que hace sólo unos días, la oposición pidiera rebajar el tono para facilitar las negociaciones con el Gobierno y cuando llega el momento de las negociaciones son ellos los que elevan el tono hasta alcanzar el volumen de un garrotazo. Tampoco se les puede pedir otra cosa, porque en la lucha en el fango es donde se encuentran más cómodos. Tezanos ha aprovechado la última encuesta del CIS para dar por liquidado el efecto Feijóo: "la gente ha visto que no tiene los conocimientos necesarios". Sin embargo, aparte del apoyo indiscriminado de un enorme aparato mediático, no hay que olvidar que Feijóo cuenta con la simpatía de esa clase media que está a dos pasos de la miseria y que lo único que quiere es reírse y pasar un buen rato.

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