LA JUSTICIA EN ESPAÑA: UN JUGUETE DE
LA DERECHA ANTISISTEMA
ENRIQUE SANTIAGO ROMERO
Un juez mira la hora de su
reloj, vestido con la toga negra que visten en las vistas orales. - EUROPA PRESS
El bloqueo por el Partido Popular, desde hace cuatro años, de la elección de un nuevo Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) tiene como finalidad mantener un control sobre el órgano de gobierno de un poder del Estado, que favorezca sus intereses políticos. No hay otra explicación a este flagrante incumplimiento de la ley y la Constitución, aunque intenten camuflar esta operación sediciosa con el falso argumento de defender la "independencia judicial", supuestamente amenazada cuando gobierna la izquierda -y en particular por este gobierno PSOE/Unidas Podemos- pero que sin embargo nunca estaría amenazada cuando gobierna la derecha. ¡Como si no hubieran puesto al frente de este CGPJ nombrado durante el gobierno de Rajoy, - que lleva nueve años en activo, cuatro sin mandato para ello-, a Lesmes, quien ocupó cargos políticos durante ocho años en los gobiernos de Aznar!
La independencia
judicial en España es el resultado de un mandato legal contenido en la
Constitución -art 117- y en la ley, y por ello no depende de la forma de
elección del Consejo General del Poder Judicial, que si bien es el órgano que
gobierna este poder del Estado, no tiene competencia alguna para impartir
justicia.
La independencia
judicial depende por tanto del ejercicio de la potestad jurisdiccional de forma
independiente por jueces y magistrados. Depende de las condiciones en las que
los jueces ponen las sentencias en cada Tribunal, de forma motivada -art 120.3
CE- y sin recibir presiones o interferencias.
En un Estado de
Derecho todas tienen que cumplir la ley, personas, instituciones y partidos
políticos. El principio de legalidad prevalece sobre la arbitrariedad, lo que
implica que la ley solo pude cambiarse mediante los procedimientos legislativos
previstos en la Constitución, y atendiendo a las mayorías parlamentarias, nunca
mediante coacciones o presiones organizadas por minorías.
EL PP multiplica
excusas espurias para continuar su incumplimiento de la ley y la Constitución
iniciado hace casi 4 años. Tres veces en nuestra democracia ha habido bloqueo
en la renovación del Consejo General del Poder Judicial y siempre ha sido el
Partido Popular quien lo ha organizado. Es la única fuerza política que lo ha
hecho. Por el contrario, mientras han existido gobiernos del PP todos los Consejos
se han renovado en plazo y sin bloqueos de otros partidos, sin haber tardado en
ningún caso más de tres meses en cumplirse el trámite.
El primero de los
bloqueos a la renovación organizado por el PP duró nueve meses, entre noviembre
de 1995 y junio de 1996, y solo cesaron en ese bloqueo tras su victoria
electoral en las elecciones generales de 1996. El segundo bloqueo se organizó
tras la victoria electoral del presidente José Luis Rodríguez Zapatero en 2004,
cuando el Partido Popular decidió que había que bloquear la renovación del
Consejo del Poder Judicial de entonces, elegido por el Parlamento cuando ellos
tenían mayoría absoluta. Su argumento: para el PP el resultado de las
elecciones generales de marzo de 2004 no había sido legítimo. Aquel bloqueo
duró veintidós meses, casi dos años. Pero nunca se había llegado a la actual
situación de cuatro años de bloqueo, utilizando otra vez el Partido Popular el
argumento de que el actual gobierno de coalición de España, sustentado por una
mayoría parlamentaria estable y sin objeción alguna de los órganos del sistema
electoral, no tiene legitimidad. Para el PP los únicos gobiernos legítimos son
los que ellos conforman.
El mayor problema
al que nos enfrentamos por esta actitud sediciosa del PP ya no es la renovación
del órgano de gobierno del Poder Judicial, sino el sistemático incumplimiento
de la ley y la Constitución por la derecha política y su falta de respeto a la
voluntad popular expresada en las urnas. Por ello no puede aceptarse la inmensa
coacción que supone exigir cambios en la forma de elección CGPJ como condición
para que cese el incumplimiento del PP a la ley y a la Constitución. Mas aun
cuando la actitud de incumplimiento de obligaciones legales se extiende a
sectores conservadores del poder judicial, en aparente coordinación con el
actual comportamiento antisistema de la derecha política.
El pasado día 13 de
septiembre venció el plazo para la elección por el CGPJ de dos jueces del
Tribunal Constitucional que deben sustituir a otros tantos que ya tienen su
mandato vencido.
Un numero de
vocales del Consejo, en su mayoría jueces, actúan coordinadamente como minoría
de bloqueo con el resultado de incumplir la ley -aprobada, como todas, por el
Legislativo- que obligaba a elegir antes del 13 de septiembre a los dos
magistrados del Tribunal Constitucional. Preguntado el vocal José María Macías,
-juez en excedencia perteneciente a la conservadora Asociación Profesional de
la Magistratura- por este flagrante incumplimiento de la ley, lo calificó como "rebelión
frente a la irresponsabilidad" del legislador (La Razón, 9 septiembre
2022). También el diario La Razón (26 de septiembre) informaba que los vocales
"conservadores" -Olea, Llombart, Gerardo Martínez Tristán, entre
otros- se oponían a nombrar los jueces del Tribunal Constitucional por
discrepar de la reforma de la ley que les obligaba a hacerlo y considerarla
inconstitucional. Es inaceptable que haya jueces que decidan respetar el
principio de legalidad, cumplir la ley, solo cuando a ellos les parece bien la
norma a aplicar. Es el mismo incumplimiento de la ley y la Constitución que
hace el PP, en los mismos periodos y respecto a las mismas obligaciones de
renovación de órganos, en un caso un órgano encargado de velar por la justicia,
y en otro, encargado de velar por la legalidad constitucional.
Estamos ante un
"golpe de Estado blando", perpetrado por la derecha política y
judicial con el objetivo de mantener su control sobre la justicia, un poder del
Estado que debería estar al margen de
estos comportamientos que tanto están degradando a nuestras instituciones. Es
urgente que cese esta actitud sediciosa y coordinada para impedir la aplicación
de la ley, para proceder de inmediato a renovar el CGPJ y el Tribunal
Constitucional.
El procedimiento de
renovación del Consejo que el PP se niega a respetar, es un sistema mixto -
judicial y parlamentario- cuyas últimas modificaciones fueron propuestas por un
ministro de Justicia de ese partido, el Sr Ruiz Gallardón, y aprobadas por la
mayoría parlamentaria del Gobierno de Rajoy en el año 2013. Pudiendo entonces
haber aprobado un cambio en el sistema de elección del CGPJ, el PP lo mantuvo y
reforzó.
Aclaremos que no es
cierto que el actual sistema de elección de los miembros del CGPJ prescinda de
la participación de los jueces y juezas. Son las asociaciones judiciales las
que recogen los avales imprescindibles para que cualquier juez o jueza pueda
presentarse a ser elegido vocal del Consejo por las Cortes.
En el actual
sistema son los jueces en ejercicio los únicos que pueden avalar a los jueces
candidatos a ocupar la mayoría de las vocalías del CGPJ, doce de veinte,
mientas que otros países, por ejemplo en la patria del Comisario Reynders,
Bélgica, el Consejo Judicial está conformado por veintidós miembros, solo ocho
de ellos magistrados, mientras que los catorce restantes se asigna entre
representantes de la sociedad civil y catedráticos.
En el supuesto de
que correspondiera la elección de la totalidad de vocales del CGPJ solo a los
jueces, sistema defendido actualmente por el PP a pesar de no haber introducido
ese sistema en la citada reforma del procedimiento que aprobó en 2013, muy
probablemente estos vocales serían siempre mayoritariamente elegidos por el
sector conservador -claramente decantado hacia una posición política- que
representa la Asociación Profesional de la Magistratura y que actúa en el seno
del CGPJ de forma organizada. Toda la prensa recoge abiertamente las reuniones
de los vocales "propuestos por el PP" con carácter previo a cada
reunión de órganos del CGPJ. (Por ejemplo, véase EL PAIS de 24 de septiembre).
Las tendencias ideológicas mayoritarias de los jueces se desprenden de la
afiliación a las asociaciones profesionales. Más de un 60% de los afiliados lo
son a la Asociación Profesional de la Magistratura y le sigue la también
conservadora Asociación Francisco de Victoria. La vinculación a una asociación
profesional no tiene por qué suponer pérdida de independencia de los jueces,
pero los expertos coinciden en que los miembros más politizados del Consejo
siempre han sido los procedentes de la carrera judicial -doce-, y no los ocho
juristas restantes, denominados "de reconocido prestigio".
El CGPJ no es más
que el gobierno de un poder del Estado, con competencias constitucionales -art
122 CE- en materia de nombramientos, ascensos, inspección y régimen
disciplinario. Sin capacidad alguna de indicar a los jueces como han de poner
sus sentencias o influir en ellas. Pretender que no intervenga la soberanía
popular para elegir el órgano de gobierno del Poder Judicial es equivalente a
defender un modelo de Estado corporativo -ese era el modelo del fascismo
italiano o del franquismo- donde en este caso sea únicamente un cuerpo de
funcionarios del Estado el que elija a un poder del Estado. Eso no es
democrático. El CGPJ es el gobierno de un poder de un Estado democrático, no es
el órgano de representación profesional de los jueces y jueces. En una
democracia es imposible concebir un mecanismo de elección del gobierno de un
poder del Estado en el que no intervengan las instituciones de representación
de la soberanía popular, el Congreso de los Diputados y el Senado en nuestro
sistema constitucional.
El pasado jueves 29
de septiembre visitó España el Comisario de Justicia de la Unión Europea Sr
Reynders, visita que se anunció con el objetivo de "mediar" entre el
gobierno y el PP para conseguir la renovación del CGPJ. El Comisario Reynders,
cuyo partido pertenece al Grupo Liberal del Parlamento Europeo, solo se reunió
con un partido, el PP – al menos Unidas Podemos le solicito reunión, que no fue
concedida-, y con dos de las cuatro asociaciones profesionales de jueces, las
dos de tendencia conservadora.
Ante estos
antecedentes no extraña que el Comisario mostrara permanente insistencia en
proceder a la modificación del sistema de elección del CGPJ en los mismos
términos que la exigencia coactiva que mantiene el Partido Popular: primero,
acuerdo de modificación de la ley a su antojo, como condición para proceder
después a cumplir con la Constitución y la norma en vigor y desbloquear la
elección de un nuevo Consejo. El argumento del Comisario Reynders ya no era que
la Unión Europea exigiera que los jueces fueran los que eligieran a los jueces,
sino que era otra diferente institución, el Consejo de Europa, la que insiste
en tal exigencia. Ni siquiera referenció un acuerdo de un órgano electivo del
Consejo de Europa, sino que únicamente se refirió a resoluciones de un grupo de
trabajo de expertos sobre medidas de combate a la corrupción, ni siquiera
expertos en garantías de independencia judicial.
La realidad es que
Europa asiste estupefacta al espectáculo de secuestro del CGPJ por parte del
Partido Popular y a la nueva operación de bloqueo de la renovación del Tribunal
Constitucional, solo comparable al afán de control de la justicia que muestran
los gobiernos ultraderechistas de Polonia o Hungría. De persistir el PP en esta
actitud antisistema, habrá que adoptar medidas de reforma legislativa, para que
sea la mayoría parlamentaria elegida democráticamente la que impida, a través
de la ley, que el PP pueda bloquear eternamente la aplicación de la norma
constitucional.
Una posible opción
para disminuir efectos perniciosos ante futuros bloqueos, es proceder a la
reducción de las competencias del CGPJ a las exclusivamente previstas en el
artículo 122.2 de la Constitución: nombramientos, ascensos, inspección y
régimen disciplinario, trasladando el ejercicio de todas las demás que ahora
tiene al Ministerio de Justicia, así como
las tres primeras cuando el mandato este vencido y su renovación demore un
plazo razonable, por ejemplo tres meses, para su ejercicio por el Ministerio
únicamente en caso de urgente necesidad solicitada por el CGPJ en funciones.
La Justicia en
España es un servicio público poco eficaz, y no se conoce medida alguna para
corregirlo por parte de un CGPJ que parece preocuparse únicamente, desde hace
años, de los nombramientos en las Audiencias, Tribunales Superiores de Justicia
y Tribunal Supremo, pero que se ocupa más bien poco de atender a la oficina
judicial de los juzgados y tribunales de España o a los ciudadanos que demandan
este imprescindible servicio.
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