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jueves, 1 de septiembre de 2022

QUE VUELVA LA URSS…AUNQUE SEA POR PROVOCAR

 

QUE VUELVA LA URSS…AUNQUE

 SEA POR PROVOCAR

¿El fin de la URSS y los regímenes del socialismo real mejoró la vida de sus ciudadanos y la de los ciudadanos del resto del planeta? No parece fácil contestar afirmativamente

PABLO IGLESIAS

Mijaíl Gorbachov durante una visita a Washington en 1992.

…Mientras el crimen organizado nos recordaba la naturaleza perenne de la acumulación originaria, los burócratas que habían gobernado el orden soviético se reciclaban. Una mutación virtuosa que no alteraba la verdad de su ADN tornaba los dinosaurios en camaleones. Literalmente. Como la velocidad de la luz, que se mueve a sus anchas en el vacío, la instructora a la que habíamos padecido en sus alucinadas clases de marxismo-leninismo se convirtió en directora de la recién creada cátedra de economía de mercado. Repito, literalmente. Pero eso fue dos años después. En aquel día de primavera, cuando el hermano de Abdel y yo deshicimos nuestro abrazo, me dijo algo que mi cabeza ha refugiado todo este tiempo en uno de sus rincones: “Este país era una mentira insoportable, pero servía para contener el desastre definitivo del mundo. Los árabes sabemos que la caída de la Unión Soviética no es más que el principio del fin”.

Ángel Luís Lara, “De espirales y hogueras” CTXT, 12 de Marzo de 2022

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…Con la URSS aún no disuelta, Occidente recibió luz verde para amarrar un poco más su control sobre el petróleo, con la primera guerra de Irak. Luego todos los espacios de los que la URSS se retiró fueron ocupados por la OTAN contra Rusia, operación que continúa aún hoy con dramáticas consecuencias bélicas.  En Occidente no creían en ninguna “nueva civilización”. Los interlocutores de Gorbachov eran políticos vulgares y reaccionarios como Ronald Reagan o Margaret Thatcher, y socialdemócratas que abrazaron el neoliberalismo de aquellos, como Mitterrand o González. Y en el sistema en el que estaban insertos esos líderes no había la menor intención de reforma. Gorbachov demostró que lo irreformable no era el comunismo, sino el capitalismo.

 

Rafael Poch, “Luces y sombras de Mijaíl Gorbachov (1931-2022)”. CTXT, 31 de Agosto de 2022.

El título de esta columna es una provocación que ni siquiera es una idea original por mi parte. Es de unos raperos de Cádiz, la FRAC, que demostraron en su mítico tema sentido geopolítico y también sentido del humor.

 

Pero lo cierto es que este título servirá para que una colección de analfabetos funcionales (puede que algunos con la licenciatura de Periodismo superada) opten por no leer nada más y digan cosas muy inteligentes y sofisticadas en Twitter. Decía Umberto Eco que “las redes sociales le han dado el derecho a la palabra a multitud de imbéciles que antes solo hablaban en el bar, después de despachar un vaso de vino, pero sin dañar a la colectividad”. No caigamos en la amargura del semiólogo y disfrutemos del baile de los necios, que es uno de los pocos placeres que nos reservan estos tiempos de monstruos. Además, la multitud de imbéciles a la que se refería el profesor italiano no solo estaba en los bares. A veces también estaba en las redacciones.

 

Leí en mi juventud a los dirigentes de la Revolución de Octubre y leí también a Edward Hallett Carr, pero no sé mucho de la historia de la Unión Soviética. Sin embargo, creo que sé algo de política y de comunicación, y lo que estamos viendo en estas horas, con motivo del fallecimiento de Mijaíl Gorbachov, es muy representativo del mundo que vivimos, repleto de necios con gran poder de emisión.

 

La derecha y la progresía mediáticas elogian en bloque en estas horas la figura de Gorbachov. Pero no tanto porque se identifiquen con sus ideas (como dice Poch, Gorbachov era básicamente un socialdemócrata ruso, signifique eso lo que signifique) sino porque lo celebran alborozados como liquidador de la Unión Soviética. El nivel de hipocresía (o de simple necedad) es más que notable teniendo en cuenta que el resultado de la liquidación y venta al por mayor de la URSS fue el régimen de Boris Yeltsin y de Vladimir Putin, aplaudidos hasta anteayer por la totalidad de los regímenes y elites económicas occidentales.

 

¿El fin de la URSS y los regímenes del socialismo real mejoró la vida de sus ciudadanos y la de los ciudadanos del resto del planeta? No parece fácil contestar afirmativamente a la pregunta dadas las circunstancias, en especial las circunstancias geopolíticas que padecemos. Y que me disculpen los necios, decir esto no supone elogiar indirectamente los sistemas políticos del socialismo real. Al fin y al cabo, como señala lúcidamente Ángel Luis Lara en la cita con la que empezábamos esta columna, la mayoría de los cuadros de mando de esos regímenes se reconvirtieron enseguida en los oligarcas de los nuevos sistemas neoliberales. Es impresentable justificar la falta de libertades civiles en esos regímenes, pero es igual de impresentable (además de un insulto a la historia política) no reconocer que buena parte de los avances sociales en Europa occidental descansaban en la presión que ejercía sobre el capitalismo la propia existencia de la Unión Soviética.

 

Hoy no hay URSS ni tampoco fin de la historia, y la desesperada competición de Estados Unidos con China ha hecho del brazo militar de los intereses económicos de Estados Unidos, la OTAN, un actor que empuja a Europa a una situación de guerra y crisis energética que amenaza con echar por tierra lo que aún queda de democracia y justicia social en el territorio de la Unión.

 

A día de hoy, ningún gobierno tiene el poder (aunque llegara a tener la voluntad) de cuestionar un sistema económico, el capitalismo, cuya lógica de acumulación sin fin y crecimiento sin fin puede mandar al garete al conjunto de la humanidad, mientras un ejército de necios elogian a Gorbachov porque le consideran el liquidador de la URSS.

 

La URSS no era un régimen defendible, pero que su desaparición alejó a la humanidad de un futuro humanamente viable es también una evidencia. Decirlo hoy supone saltarse los infames consensos mediáticos y políticos pero no es más que decir la verdad, la puñetera verdad, frente a los necios.

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