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sábado, 3 de septiembre de 2022

LA ESPAÑA DEL “CÍRCULO VICIOSO”

 

LA ESPAÑA DEL “CÍRCULO VICIOSO”

Un país donde domina el ‘círculo vicioso’ es un país donde campan los privilegios y la desigualdad, la corrupción endémica y un patriotismo expulsivo

MANUEL RIVAS

Una cloaca de Londres.

En ¿Por qué fracasan los países?, de Daron Acemoglu y James A. Robinson, un clásico sobre la gestación y evolución del poder político y económico, se contraponen dos modelos que determinan un muy diferente estado de cosas, el día y la noche, en países que podrían ser parejos o próximos en libertades y bienestar: el “círculo vicioso” y el “círculo virtuoso”.

Un país donde domina el “círculo vicioso” es un país donde campan los privilegios y la desigualdad, el dominio fósil transmitido por herencia, el corporativismo estamental, la corrupción endémica, la economía tramposa de los cárteles, un patriotismo expulsivo, grandilocuente, que se esfuma a las puertas de la hacienda pública, con una cultura democrática anémica y donde los partidos suelen comportarse como facción.

 

El “círculo virtuoso” haría frente a esas taras históricas, desmontando los privilegios, reforzando el contrato social, la confianza básica entre la gente y las instituciones, y avanzando en igualdad. Lo que Orwell identificó como una sociedad de “común decencia”. O a la manera desperezada y esperanzada de Max Frish: “Democracia significa más democracia”.

 

Hay días en que parece que el Ruedo Ibérico está cautivo de lo que Valle-Inclán llamó “la jácara matona” y Rubén Darío “la canallocracia”. Días de estupor en que la banda sonora son los audios en los que se oyen los encargos infames de amos a esbirros, el rumor de los depredadores en el palco del poder, la excitación destructiva de los viejos y los nuevos mentideros de la Corte, donde se pagan falsas reputaciones o recompensas por la fabricación y caza del enemigo. Días en que nos sentimos una gota de sangre de pato bajo las multiplicaciones obscenas de los cárteles criminosos de grandes constructoras y gigantes eléctricos. Días de viscoso “círculo vicioso”. Un pegamento histórico del que parece imposible deshacerse.

 

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“Tengo veinte años. No dejaré que nadie diga nunca que es la edad más bella de la vida”. Es el comienzo bien célebre de Adén Arabie, una novela, la primera, que Paul Nizan publicó en 1931. Era un autor muy joven y muy comprometido. De formación filosófica, decía, en su crítica a los filósofos “puros”, que la mejor manera de conocer la realidad de París sería hacer un mapa de la tuberculosis. Ese mismo año publicó su obra más polémica y conocida: Les Chiens de garde (Los perros de guardia). Abandonó el Partido Comunista Francés en 1939 tras el pacto germano-soviético y murió en la batalla de Dunkerque.

 

En Les Chiens de garde, Paul Nizan critica a los intelectuales y pensadores que anestesian a la opinión, generan conformismo,  pierden el estilo y muerden a quienes osan cuestionar un injusto y corrupto estado de cosas. Esos líderes de opinión, que juegan el papel de la intelligentsia, son hoy periodistas y tertulianos, o, en simpática expresión mexicana, los comentócratas. Por supuesto que hay calidades y estilos bien diferentes. Hay gente rigurosa, que explora en la realidad, y hay gente que abruma con ese saber oceánico de un milímetro de profundidad. Hay personas que desvelan cuando hablan y las hay que disimulan la ignorancia con cháchara y la brutalidad con aspavientos.

 

Pero luego está la especie de Les Chiens de garde. Pienso que es mejor definirlos así, manteniendo la denominación francesa. Porque no es lo mismo un chien de garde que un perro guardián. A un buen chien de garde se le reconoce porque tiene un olor inequívoco, el de la materia orgánica de la mentira, pero acostumbra a mirar a los demás con una  despectiva superioridad  inodora. Les chiens de garde no son, o no son simplemente, unos ventrílocuos de la España del “círculo vicioso”. Y la etimología tiene, como siempre, importancia: “quien habla con el vientre”.  Pero los chiens de garde son ellos mismos parte nuclear de aquello que custodian: el “círculo vicioso”.

 

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Viendo la cara de chien que se le puso a algún exmito del periodismo de aspaviento progresista, no falta quien comenta el asunto con una melancolía exculpatoria, como si el “tiempo canalla” de la incesante paliza mediática fuese un fenómeno atmosférico.

 

– ¡Las cosas ya non son lo que eran!

 

Pero la respuesta está en el famoso western Transición:

 

– Las cosas, tío, nunca fueron como eran.

 

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Hay dos formas de no sufrir el infierno, informa el Marco Polo de Italo Calvino en Las ciudades invisibles. La primera, aceptar el infierno e integrarse en él hasta que ya no se ve, el infierno, e incluso se niega su existencia. La segunda, buscar y saber reconocer lo que no es infierno en medio del infierno.

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