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jueves, 14 de julio de 2022

YO VOY CON ELLO TAMBIÉN, FERRERAS

 

YO VOY CON ELLO TAMBIÉN, FERRERAS

El derecho a la información se pisotea a diario desde los grandes poderes mediáticos de nuestro país. Lo que ha hecho Ferreras y lo que se hace cada día desde el cuarto poder, en su mayor parte, es controlar al activista y ponerle trampas en el camino.

ANITA BOTWIN

Hubo un momento en el que parecía que tanto Ferreras como la Sexta amaban o al menos respetaban a Podemos y a Pablo Iglesias. Igual que La Sexta y otras cadenas ya habían amado antes al 15M y los movimientos sociales cuando estos les daban audiencia, y siempre haciéndose eco mucho después de lo que lo hacían los medios internacionales. Les parecíamos simpáticos, no hacíamos tambalear aún lo suficiente el sistema al que defendían. Pero llegó el momento en el que tanto los movimientos sociales como Unidas Podemos les pusieron en un serio aprieto de cara a sus financiadores y a los poderes de las cloacas que habitan en el Upside down como Vecna en Stranger Things.

 

Fue entonces cuando decidieron presentar a los activistas y después a los políticos de izquierdas y también independentistas como un serio problema para la democracia para tapar que el verdadero problema para la democracia eran ellos mismos. El derecho a la información es un derecho fundamental reconocido a nivel internacional que protege la libre difusión y acceso a información veraz que tienen los ciudadanos respecto a hechos de relevancia pública. Ellos quizá lo estudiaron en una universidad que muy lejana les queda ya.

 

La mayor parte de los periodistas de fama de este país lo son porque no cuestionan el statu quo ni el régimen del 78, sino que son fieles a sus amos

Sin embargo, el derecho a la información se pisotea a diario desde los grandes poderes mediáticos de nuestro país, donde la mayor parte de la oferta comunicativa está en manos de solo seis grandes grupos que lanzan un relato uniforme sin matices ni voces discordantes. Y quien se sale del discurso establecido, ya sabe donde tiene la puerta, una puerta directa al paro y a la precariedad. Es esa misma precariedad en el periodismo la que posibilita que no haya demasiados avances en pro de la libertad de prensa y la libertad de expresión, que el agua de las cloacas esté estancada y no haya una limpieza de lo más profundo.

 

Quien se dedica al periodismo debería ser ante todo activista, alguien que controle y vigile al poder y le saque los colores a los de arriba y no al revés. Lo que ha hecho Ferreras y lo que se hace cada día desde el cuarto poder, en su mayor parte, es controlar al activista y ponerle trampas en el camino, manipulando, fabricando montajes, hablando de las causas que se abren, pero no de las que se archivan, como ha ocurrido recientemente con Ada Colau. La mayor parte de los periodistas de fama de este país lo son porque no cuestionan el statu quo ni el régimen del 78, sino que son fieles a sus amos, cómo si no iban a pagar su hipoteca. El otro camino, elegir la otra puerta supone el fin de la carrera en muchos casos, la pobreza, el dedicarse a otro trabajo después de años estudiando y preparándose.

 

La realidad es que desde Al Rojo Vivo se lanzaron informaciones falsas creadas a un mes de unas elecciones generales. Eso pudo cambiar totalmente el resultado de las mismas. No sólo es un golpe a Podemos, es un golpe a la democracia, y a todos nosotros y nosotras. La falsedad informativa y los montajes ya sean policiales, judiciales, políticos o mediáticos afectan especialmente a la gente más vulnerable e indefensa, la que no tiene grandes cantidades de dinero para poder defenderse de estos ataques.

 

Solo si hay una limpieza en los medios de comunicación y valentía por parte de los profesionales, podremos estar hablando de democracia

Hace bien poco, Antonio Caño, el que era director de El País, ese medio que algún día jugó a ser progresista, confesaba en un tuit que intentaron “evitar el pacto” del presidente del Gobierno “con populistas y separatistas porque creíamos que eso era malo para la izquierda y para España”. Y cabe recordar, por ponerlo todo en su contexto que en una entrevista en 2016 en el programa 'Salvados', Pedro Sánchez reconoció que desde la dirección de El País le aseguraron que, si había entendimiento con Podemos, “lo criticarían e irían en contra de ello”.

 

Esta supuesta democracia es, en realidad un gran entramado de hilos que se unen unos a otros generando un ovillo de poderes mediáticos y políticos al servicio de los intereses del Ibex 35 y de los poderosos. No son más que los voceros de quien manda desde arriba, del privilegiado, del que más tiene, pervirtiendo el significado de la palabra periodismo. Por suerte en la profesión periodística también hay gente increíble, honesta, valiente, vocacional, que no responde a esos intereses y elige el camino difícil, el de la precariedad o el exilio profesional. Gracias a todos ellos y ellas no estamos perdidos del todo, y es por eso que es necesario apoyar a los medios alternativos que aún sobreviven a pesar de tener todo en contra.

 

Decía Ryszard Kapuscinski que “para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias”. Para contar la verdad, para trasladar la información, hay que ser buena persona, no solo parecerlo, hay que tener trabajada la empatía y la humildad y sobre todo hay que respetar un oficio que cuesta vidas a lo largo del mundo.

 

Ser vocero no es ser periodista, es servir a los intereses de los poderosos y de los corruptos y ya va siendo hora de que estos sean desenmascarados y se echen a un lado para dar paso a quien de verdad ama a su profesión y respeta a quien recibe la información al otro lado. Solo si hay una limpieza en los medios de comunicación y valentía por parte de los profesionales, podremos estar hablando de democracia.

 

Como parece que esto no va a ocurrir a corto plazo, utópica es una pero no naif, es momento de rebelarse contra quienes nos mienten a la cara y dicen que llueve. Es momento de apoyar a quien nos respeta y respeta su profesión.

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