UHMMM
DUNIA SANCHEZ
Uhm y la nada le
escribía. Uhm y la nada le hablaba. Uhm y la nada la llamaba. La llamaba por su
nombre de pila, le hablaba como habla la insonoridad de la brisa, le escribía
como se escribe a la ceguera de los pasos. Abrió la ventana y vio el mar, un mar
balbuceando olas calmas, olas calladas, olas idas y comprendió el eco rotundo
de una bóveda celeste que se erguia en el más allá de sus ojos . La soledad es
cosa de dos, se dijo. De mis sentidos y mi corazón. La soledad es mochila que
nos desnuda y en lo cotidiano descubrimos quienes somos, quienes éramos, quien
seremos. Uhm y la nada le escribía. Uhm y la nada le hablaba. Uhm y la nada la
llamaba. Una amargura punzante paso por
su frente. Un sudor frio se clavo en sus ojos. Un hambre sacudió sus manos. Y tras
décadas y décadas comprendió que todo era un embuste de disfrazado de basura y
entonces la nada le escribía y entonces la nada le hablaba y entonces la nada
la llamaba. Y ella respondía, y ella charlaba con el resonar vertiginoso del
silencio absoluto. Un silencio hilando sus huesudos dedos. Un silencio cazando
cada rastro de ella. Un silencio que se le antojaba valeroso, vertical. Uhm y
la nada le escribía. Uhm y la nada le hablaba. Uhm y la nada la llamaba
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