RECETA DE ESPAÑA PARA LA SELECCIÓN
REGALANDO NACIONALIDADES
DAVID BOLLERO
España se dedica ahora a importar jugadores para sus selecciones nacionales. La nacionalización a contrarreloj del estadounidense Lorenzo Brown para que pueda jugar el próximo Eurobasket con España ha generado un gran revuelo y no es para menos. Desde la Federación Española de Baloncesto (FEB) aseguran que forma "parte de su estrategia de ampliación de la base de jugadores y talento disponibles para las Selecciones". Así, con "Selecciones" con mayúscula, aunque su proceder precisamente hace que el valor del equipo pierda valor.
No se trata de una
cuestión personal ni de tener nada en contra de Lorenzo Brown. A efectos de
esta argumentación, podría tratarse de Peppa Pig, las conclusiones serían
exactamente las mismas. No es ni lógico ni legítimo importar jugadores
extranjeros para la selección nacional, por mucho que el Consejo de Ministros
tenga la potestad de dar la nacionalidad por la vía exprés, a petición del
Consejo Superior de Deportes.
No sólo se trata de
una anomalía administrativa, sino que
supone un agravio comparativo para quienes pasan años luchando por el mismo
objetivo, tanto o más que la vía impuesta por Rajoy por la que cualquier
ricachón extranjero que compre dos millones de euros de deuda pública de
España, acciones y fondos por un millón o inmuebles por 500.000 euros se
convierte en español.
Esa es la
circunstancia más indignante, cómo este gobierno progresista se ha alineado al
mismo nivel que la derecha a la hora de conceder privilegios a un grupo selecto
de personas, menospreciando con ello a quienes más lo necesitan, a quienes
aportan, contribuyen y llevan años conviviendo entre nosotros, porque ni
siquiera en todos los casos los hijos o hijas de migrantes nacidos en España
obtienen la nacionalidad de manera automática.
Brown ni tiene
vinculaciones con España, ni ha residido diez años en nuestro país de manera
continuada -ni siquiera durante el proceso de nacionalización- . Su único
mérito para la nacionalidad es que la selección española de baloncesto necesita
un base y parece ser que no hay ninguno bueno en España. La retirada de Sergio
Rodríguez y la lesión de Ricky Rubio han dejado al equipo huérfano de un buen
base, que ha salido de compras al extranjero con un cheque de nacionalización.
Esa es la otra
lectura de la aberración cometida por la FEB con el aval del Gobierno y ante la
cual la Asociación de Baloncestistas Profesionales (ABP) no ha tardado en
manifestarse, calificándola de "éticamente reprobable". La ABP señala
que "con la obtención de la nacionalidad española exprés de un jugador sin
ningún arraigo en España, el mensaje que se hace llegar a los jugadores
nacionales es muy nocivo y tiene un impacto negativo tanto sobre el presente
como sobre el futuro".
El fondo de la
cuestión ni siquiera es el patrio, no al menos para mí. Quienes protestan ante
la decisión de nacionalizar a Brown porque indican que éste no representa a
España están en su derecho, faltaría más, pero desde mi óptica cualquier
selección nacional representa mucho más que al país en abstracto. Lo que realmente
representa son las políticas deportivas de ese país, el verdadero apoyo y
fomento del deporte que se despliega a nivel nacional y que como resultado
generar mejores o peores deportistas.
Por este motivo,
cuando en otras ocasiones otros deportistas de doble nacionalidad por ser hijo
de español o española han representado al país, a pesar de haberse formado en
otro país, entrenar fuera de España y a duras penas hablar un español entendible me han chirriado todos
los engranajes del cerebro. Con la nacionalización de Brown, tanto la FEB como
el propio Gobierno asumen que el apoyo al deporte base y a las políticas
deportivas en general hacen aguas, no son capaces de crear las condiciones para
crear lo que a sus ojos son deportistas competitivos.
Esa es su visión,
utilizando sus argumentos para haber nacionalizado a Brown. Obviamente, tanto
la ABP como tantas otras muchas personas tenemos una visión muy distinta,
entendiendo que este acto administrativo es tan despreciable como innecesario.
Y con todo, insisto, es lo que menos preocupa o indigna: lo que más es el trato
de favor dado a Brown por el único hecho de que bota bien la pelota. Si
finalmente fichara por algún equipo español tras el Eurobasket, viviera en
Madrid y ganara más de 100.000 euros al año, también podrá acceder a becas
cuando sus hijos quieran estudiar el bachillerato en centros concertados o
privados. Y entonces el gobierno progresista pondrá el grito en el cielo. Qué
país.
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