Páginas

miércoles, 13 de julio de 2022

PERIODISMO, POLÍTICA Y LA NEGACIÓN SISTEMÁTICA DE PRÁCTICAS GENERALIZADAS


PERIODISMO, POLÍTICA Y LA NEGACIÓN SISTEMÁTICA DE PRÁCTICAS GENERALIZADAS

Lo que hace prevalecer a ese periodismo en el tiempo, pese a su creciente putrefacción, es la apatía y el colaboracionismo tácito de un conjunto social que tiene interiorizada la incorrecta filosofía de que “esto funciona así”, y eso es lo preocupante, a la par que reprendible.

ANDER MORA

 

Inda montaje Iglesias

Publicados los audios en los que Antonio García Ferreras comentaba su predisposición a publicar como veraces las pruebas falsas fabricadas por el excomisario José Manuel Villarejo, las cuales facilitó a Eduardo Inda, solo queda saber cuál será la maniobra que se estilará desde los medios informativos para explicar este acto. En el audio se escucha como el presentador de Al rojo vivo comentando abiertamente que esas pruebas falsas que han fabricado son burdas, y que aunque él (Ferreras) no les daba veracidad, las publicaría igualmente.

 

El alcance de esta noticia ha tenido eco en varios países de América Latina, e incluso en Francia, donde diferentes líderes políticos se han apresurado a apoyar al exvicepresidente Pablo Iglesias.

 

La cuestión a este hecho de nocivas proporciones para el periodismo, ya no radica en qué harán los medios de comunicación para gestionar esta información, tratar y condenar el tema y analizar cómo evitar que vuelva a ocurrir. Está más que demostrado que bajo este oligopolio mediático, financiado por fuerzas económicas y financieras que ya han fusilado todos los códigos deontológicos de su profesión, esperar un  conjunto de medidas reparadoras a este flagrante delito informativo, sería pecar de una absurda candidez.

 

Y es que como decía Albert Camus, un país vale lo que vale su prensa, y es viable aseverar que el estándar de calidad del periodismo en nuestro país es más que cuestionable. Pero lo que hace prevalecer a ese periodismo en el tiempo, pese a su creciente putrefacción, es la apatía y el colaboracionismo tácito de un conjunto social que tiene interiorizada la incorrecta filosofía de que “esto funciona así”, y eso es lo preocupante, a la par que reprendible.

 

Igualmente preocupante es cómo desde los partidos tradicionales se ha negado de forma sistemática la existencia de estas prácticas contra la izquierda a la izquierda del PSOE, sin olvidar el vergonzante trato que también dedicaban a los partidos independentistas

 

Igualmente preocupante es cómo desde los partidos tradicionales se ha negado de forma sistemática la existencia de estas prácticas contra la izquierda a la izquierda del PSOE, sin olvidar el vergonzante trato que también dedicaban a los partidos independentistas catalanes en la etapa de 2017.

 

Con esto cabe destacar que el comportamiento criminal de los medios sería criticable, independientemente de con quien lo llevaran a cabo, por supuesto. Pero nunca vimos bulos contra el PP, sobre Vox o sobre Ciudadanos, ni mucho menos que hubiera una estructura parapolicial pensada exclusivamente para inventar bulos de forma sistematizada contra estas formaciones. Lo que convierte un comportamiento criminal en un comportamiento ideológicamente criminal y por tanto políticamente criminal, es su carácter circunscrito a un arco del parlamento, lo cual lo hace más preocupante.

 

Sin periodismo no puede haber una democracia plena, pues su función es fiscalizar los actos de la clase política. Pero no puede haber democracia plena sin un periodismo saneado, y esto pasa por unos periódicos que se encarguen de que se respete el código deontológico de su profesión. Pero aún hay una condición más, y es que este periodismo de calidad, no puede darse sin una ciudadanía crítica, dispuesta a defender a la democracia y al periodismo, condenando al oprobio a los periódicos que eligen actuar como sicarios desinformativos. Y esto último quizás, es algo que falta un poco más.

 

Sin periodismo no puede haber una democracia plena, pues su función es fiscalizar los actos de la clase política

Cuando vemos —porque lo hemos visto— que desde periódicos que son titanes informativos de nuestro país, se publican datos falsos, sea o no a sabiendas de su falsedad, nuestro es el deber de fiscalizar y juzgar su trabajo. Los fallos informativos ocurren, pero de ellos cabe exigir que se enmienden cuando ocurren, mediante un comunicado. Pero cuando lo que se da es la filtración de un personaje de peso mediático incuestionable decir que va a publicar un información que sabe es falsa, ese acto se convierte en un atentado directo contra la democracia. Y es así porque la mentira como medio de alterar las conductas y la información de la gente atacan los mismos pilares del funcionamiento del sistema representativo.

 

La verdad dejó de ser importante

Ryszard Kapuscinski, uno de los paradigmas de lo que debe ser el periodismo y quienes lo ejercen, tiene atribuida la frase de que cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante.

 

Hace décadas que la prensa se erigió un actor político clave en la tarea de generadora de opinión de las masas, tarea crucial en un sistema político representativo, basado en el conocimiento para una correcta actividad política, desde el voto al activismo. Que la labor de la prensa es esencial es un principio básico para que el poder sea fiscalizado y controlado. La labor de la prensa no debe, y además no puede, ser la de simple elemento emisor de información como una aséptica paloma mensajera disociada de la información que transmite.

 

La objetividad es un dogma aspiracional envidiable, pero desgraciadamente está únicamente reservado a las piedras por su carácter inanimado, y no a las periodistas que, como personas y seres sociales sujetos a una realidad social colectivamente construida, tienen sus propios marcos ideológicos creados desde los que dan su visión.

 

A lo que debe aspirar el periodismo es a la imparcialidad, es decir, la defensa de sus visiones y principios, siempre basados en datos contrastados como medio para que su misión fiscalizadora sea legítima y evitando dar a entender que sus conclusiones y análisis son verdades objetivas.

 

Como señala Bree Newstone, la estructura de poder intensifica constantemente la violencia en cuanto se lo desafía. Este ataque no fue sino la reacción de un conglomerado político-económico (principalmente), y su conocimiento de que mediante el asalto a un movimiento político podría desarticular la orientación contestataria que estaba generando en la ciudadanía. El objetivo último de este comportamiento que se mantiene aún a día de hoy, es el de terminar en el sometimiento de la capacidad de análisis político de la sociedad, y por tanto en su consecuente anulación como sujeto social. E ahí el alcance y las consecuencias de un periodismo corrupto.

 

La democracia solo es viable cuando tiene a una masa social comprometida con su defensa. Actualmente hemos recibido como país, la noticia de que en la coyuntura de 2016, los medios de información atentaron contra la democracia socavando la verdad buscando alterar la intención de voto, la base del sistema participativo. Quizás la nonagésima prueba del carácter antidemocrático de éste conglomerado que es el Grupo Planeta, sirva para que se genere esta tan necesaria conciencia crítica de no encender la televisión en los canales de quienes mienten para que aquellos que ejercen poder político sin presentarse a elecciones, puedan seguir parasitando nuestra democracia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario