UN POCO DE RENCOR DE CLASE
JUAN CARLOS MONEDERO
La
meritocracia es más cratos (poder) que méritum (merecido)
El mito de la meritocracia es eso: un mito. Claro que si te esfuerzas tienes más posibilidades de lograr algo que si no lo haces. De sentido común. Y también era sentido común lo que decía Sartre de que uno tiene sentido de la clase a la que pertenece cuando quiere subir y es rechazado. Los banqueros de España siempre rechazaron a Mario Conde porque era un cualquiera y las élites francesas nunca toleraron a Sarkozy porque no era más que un empleado, aunque se empatara con Carla Bruni y se pusiera alzas en los zapatos. Claro que algunos se cuelan. Pero los reyes se casan con las plebeyas solo cuando lo contrario pone en juego a la institución. Y eso sí: cuando los plebeyos quieren comportarse como los reyes, son ellos los que terminan en la cárcel.
La filosofía
política sabe que la meritocracia no existe desde hace medio siglo. Desde la
izquierda utópica -y luego Marx lo acuñó en su Crítica al programa de Gotha- se
ofreció el "de cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus
necesidades" ("Jeder nach seinen Fähigkeiten, jedem nach seinen
Bedürfnissen!"). Es un ideal utópico que no deja de ser autoritario y
paternal. Esto es, propio del siglo XIX. Autoritario porque obliga a cada
individuo a entregar lo que alguien entienda que son sus capacidades; paternal
porque entrega a la ciudadanía lo que fueran sus necesidades al margen de su
esfuerzo y voluntad. Vale en una sociedad sin ciudadanía. Cuando los derechos
ciudadanos se despliegan, hace falta ir un poco más allá.
La igualdad de
oportunidades es otra mentira. Porque de nada vale que todos los corredores
partan de la misma línea de salida si alguno de ellos hace dos días que no
come. De hecho, las desigualdades no han hecho sino aumentar en este último
medio siglo. Y las desigualdades son constructoras de tristeza, desperdician
recursos intelectuales, generan bolsas de poder y debilitan la democracia. Y
esto vale para una sociedad nórdica o una sociedad subsahariana.
La igualdad de
capacidades, desarrollada por filósofos vinculados a su vez al Programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo, busca la equidad, esto es, establecer las
bases para capacitar a todos los miembros de una sociedad de manera
igualitaria. Y corresponderá a los individuos tomar sus decisiones (que todo el
mundo pueda hacer una carrera o aprender un idioma y tenga también la libertad
de dedicar su tiempo de vida a otros menesteres). Unas bases iguales en
educación, sanidad, vivienda, ocio, transporte... que permita formarse a todos
los miembros de una sociedad de manera similar y, por tanto, alcanzar una base
equitativa (que no ya igualitaria). Martha Nussbaum y Amartya Sen han sido dos
de los más finos desarrolladores de esta idea, que crece desde los trabajos de
John Rawls sobre la justicia pero incorporan todas las críticas de los sectores
subalternos que quieren ser iguales cuando la desigualdad les perjudica pero
quieren ser diferentes cuando la igualdad les descaracteriza (Boaventura de
Sousa Santos) y, además, sabe que a situaciones desiguales hay que aplicar un
tratamiento desigual.
La izquierda arrinconada
La meritocracia se
ha convertido en un mito que justifica la arrogancia que muestra la derecha y
la extrema derecha para hacer valer sus privilegios. La supuesta meritocracia
es la que justifica que la extrema derecha en todos los países haga una cosa y
diga la contraria sin pagar un precio electoral por ello. La meritocracia le
hace decir a Isabel Díaz Ayuso, de 43 años, que lleva 40 años trabajando y no
se le mueva un músculo de la cara. Porque se siente arropada en el castillo
medieval en donde vive con su partido y sus aliados del posfranquismo. De la
misma manera, VOX puede votar invariablemente contra los taxistas pero hacerse
una foto en una manifestación del taxi. O votar en contra de la subida del
salario mínimo pero crear un sindicato para pelear contra los sindicatos que
han colaborado en la subida del salario mínimo. O votar en contra de la ley que
garantiza la subida de las pensiones pero decir que apoya a los pensionistas, o
ir en tractor a una manifestación del campo después de haber votado en contra
de que no se puedan vender productos agrarios con pérdidas.
La izquierda se
está dejando arriconar por mentirosos. Es verdad que los medios de comunicación
son quienes les permiten a las derechas esa vida inmoral, pero también tienen
su culpa los partidos de izquierda por dejar de decirle con más contundencia y
con más asiduidad a los partidos de la derecha que son los enemigos de la
democracia. Eso vale para Colombia -donde un corrupto, Rodolfo Hernández, ha
pasado a la segunda vuelta contra Gustavo Petro-, para México -donde el PRI y
el PAN no dejan acabar un día sin que les salte algún escándalo pero braman
cada mañana contra López Obrador como si fuera Belcebú- o España -donde el
partido de la corrupción que es el PP acorrala al PSOE y el PSOE, acobardado,
acorrala a Unidas Podemos-. Lo que está pasando con la guerra de Ucrania es
emblemático: la inflación está empobreciendo a toda Europa y poniendo una
alfombra roja a la extrema derecha por una decisión que sólo beneficia a los
Estados Unidos. Mientras, las aquí extremas derechas puede apoyar que se manden
armas a Zelenski al tiempo que siguen hermanadas ideológicamente con Putin.
Sin un poco de rencor de clase, vamos al abismo
Alguien invita a un
político de extrema derecha a su programa de entretenimiento, donde todos
sonríen y hablan de la vida, y termina un adolescente asesinando en un colegio
a dos decenas de niños y dos maestraes porque hay políticos que defienden que
es un derecho que todo el mundo pueda ir armado.
Alguien dice que un
Rey es muy campechano y que son más las cosas que ha hecho por España que sus
fechorías y le dan vítores en unas regatas, y un familiar suyo termina dando su
apoyo a una dictadura militar que vuelve a llevar a España a la más oscura de
las noches.
Un monárquico
borracho apellidado Senillosa, que asesinó por conducir ebrio a dos personas,
interrumpe a una periodista que está entrevistando a Serrano Suñer, cuñado de
Franco y responsable de las deportaciones de republicanos, diciendo que los
6000 españoles asesinados en Mauthausen son "una anécdota", y los
medios de comunicación terminan diciendo que lo que le pasa al Emérito es por
culpa de las "indiscreciones" de su amante Corrinna.
Una entrevistadora
de televisión regaña a un contertulio diciendo que deje de hablar de fascismo,
luego la presidenta de la Comunidad de Madrid le dice a esa misma presentadora
que cuando te llaman fascista es que estás en el lado bueno de la historia, y
remata el alcalde de Madrid afirmando que serán fascistas pero saben gobernar;
luego, militares que celebraban un chat donde se invitaba a fusilar a 26
millones de españoles deciden que ya es hora de volver a llenar las cunetas de,
para ellos, los malos españoles.
Un falangista
asesina a García Lorca y se va a celebrarlo al bar diciendo que le ha pegado
dos tiros en el culo por rojo y por maricón, Queipo de Llano autoriza a las
tropas moras de Franco a violar a las mujeres republicanas, Franco dice que le
sobra media España y fusila a 200.000 españoles, el último presidente del
franquismo es el primer presidente de la transición después de haber sido
responsable del fusilamiento de, quizá, 4000 españoles en Málaga, y al final,
un miembro de la Real Academia, que se estremece cuando ve un "sólo"
que quiere decir "solamente" sin tilde, termina no entendiendo la
diferencia entre la bandera tricolor republicana francesa, que peleó contra los
nazis, y la bandera monárquica española roja y amarilla, que ayudó a Hitler a
gasear judíos y españoles.
Un periodista que
abochorna hasta a los periodistas más corruptos llama hija de puta, en sede
parlamentaria, a una diputada que, según la teoría liberal, representa a toda
la nación aunque sea vasca, y finalmente grupos de extrema derecha vuelven a
recorrer la noche de Madrid con bates de beibol y cadenas.
La iglesia católica
robó cientos de miles de recién nacidos a republicanas y a pobres y termina,
del dinero que recibe de la declaración de la renta, dedicando más euros a
pagar a Carlos Herrera en la COPE que a Caritas.
Una diputada de
extrema derecha se empadrona ilegalmente en Andalucía para poder seguir siendo
política y miles de personas subsaharianas se ahogan en el Estrecho porque eso
es mejor que la posibilidad de que se empadronen ilegalmente con la malsana
intención de poder trabajar.
Un gurú económico
del PP plagia su tesis igual que un rector de la Universidad donde le han
regalado al PP sus títulos y máster y al final la universidad pública, que es
donde estudian las mayorías, tiene que cerrar sus puertas por la escasa calidad
de sus titulaciones.
Conclusión: no dejarse acorralar
Me pasa leyendo a
algunos filósofos sociales -como
Innerarity- que tengo la sensación de que en sus análisis no hay
gorrones, canallas, egoístas sin escrúpulos, mentirosos y vividores a los que
les da lo mismo la regla de la democracia y están en la sociedad a ver qué
depredan. Al contrario, parece que tienen más culpa los izquierdistas que
señalan a los que incumplen la Constitución y se ciscan en la bandera pero van
de constitucionalistas y llevan la roja y amarilla hasta en los calzones. Esos
free riders son individuos minoritarios pero consistentes (como explicó Norbert
Lechner) que en los tiempos de crisis en que vivimos, representan una sociedad
Mad Max donde está justificado todo porque están en guerra. Y tienen a la
izquierda entre las cuerdas.
A veces, cosas
insignificantes que se dejan pasar terminan en catástrofes y catástrofes que
algunos quieren olvidar, convierten a la democracia en insignificante y
preparan el camino de las nuevas catástrofes.
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