MCDONALD'S Y LA GUERRA
RENÁN VEGA CANTOR
McDonald's nunca dio muestras de sensibilidad y empatía cuando EEUU masacró al pueblo iraquí o afgano, o cuando el régimen de Israel asesina a diario a los palestinos
Cuando se impulsó en la Unión Soviética la Perestroika, en tiempos de Mijaíl Gorbachov, llegaron los restaurantes McDonald’s como barómetro que marcaba la llegada del capitalismo a ese país y a los que formaban parte del Pacto de Varsovia.
En la propaganda
capitalista se exaltó ese hecho como muestra del triunfo indiscutible y eterno
del “libre mercado”, puesto que esas sociedades habían aceptado finalmente la
superioridad de la libertad capitalista, ejemplificada con la comida basura.
Incluso como
muestra de sumisión, en 1997 Mijaíl Gorbachov participó en un vergonzoso
anuncio publicitario promocionando el consumo de Pizza Hut (otro restaurante de
comida chatarra). En ese anuncio, diseñado por la agencia de publicidad de
Nueva York BBDO, aparece el expresidente soviético caminado por la Plaza Roja
con su nieta, y luego entra a un restaurante de Pizza Hut. Lo más
significativo, para revelar el carácter político del anuncio publicitario, es
que se genera un “debate”: mientras que un hombre de mediana edad cuestiona a
Gorbachov por hundir en la miseria al país, un joven de la misma familia
argumenta que "gracias a Gorbachov tenemos oportunidades y libertad".
Una mujer que tercia en la discusión resuelve el asunto al decir que gracias a
ese personaje los rusos pueden tener restaurantes de Pizza Hut. Al final todos
los asistentes al restaurante se levantan y comen un pedazo de pizza a modo de
brindis y gritan al unisonó: "¡Por Gorbachov!".
Por esta bochornosa
publicidad a Gorbachov le pagaron un millón de dólares, mientras gran parte de
la población de las antiguas republicas soviéticas se moría de hambre, como
resultado de la devastación económica y social que dejo la destrucción de la
URSS, de la que Gorbachov fue directo responsable.
Como no podía
faltar, en los EEUU el periodista Tomas Friedman, uno de los ideólogos del
capitalismo triunfante, elaboró a partir de los McDonald’s la “teoría” de los
“Arcos Dorados” (emblema representativo de ese restaurante). Ese disparate
sostiene que el triunfo del capitalismo (al que se presenta como sinónimo de
democracia) implica que jamás entrarán en guerra dos países que tengan en su
territorio restaurantes McDonald’s, como ejemplo de la paz perpetua a la que
conduciría el libre mercado. Esta ocurrencia, formulada en 1999, ha sido
desmentida en varias ocasiones, cuando, por ejemplo, en ese mismo año la OTAN
(es decir, los EEUU) bombardearon a Yugoslavia, en la que había restaurantes de
arcos dorados.
No obstante ese
hecho, muchos consideraban que esa “brillante” teoría (de la que lo único
brillante son los arcos del restaurante) había pasado la prueba al cabo de los
años. Pero ahora, esa vulgar suposición ha quedado hecha añicos con la Guerra
entre Rusia y Ucrania, en la que, entre otras cosas, los restaurantes
McDonald’s en Rusia adoptaron una postura claramente favorable a Ucrania, es
decir, a la OTAN y a los EEUU. Esos restaurantes, como parte del bloqueo y de
las sanciones que EEUU y la Unión Europea decidieron cerrar los 850 locales que
tenían en Rusia, con el argumento de que "nuestros valores significan que
no podemos ignorar el sufrimiento humano innecesario que se desarrolla en
Ucrania".
Llama la atención
ese súbito despertar de valores y sentimientos de una compañía multinacional
que representa como ninguna los antivalores de la precarización laboral, de la
comida chatarra y del consumo perjudicial para los seres humanos (que produce
obesidad, enfermedades y muertes a granel). Además, McDonald's nunca dio
muestras de sensibilidad, solidaridad y empatía con las miles de personas que
sufrían cuando EEUU masacró al pueblo iraquí o afgano, o cuando el estado de
Israel asesina a diario a los palestinos, o cuando estadounidenses, franceses e
italianos destruyeron el Estado de Libia en tiempos de Gadafi y mataron a miles
de sus habitantes.
Es evidente que los
dueños de McDonald’s solo se atragantan de indignación ‒y no se intoxican con la basura que
producen y obligan a comer a millones de seres humanos‒ cuando eso le conviene a EEUU. Esa
compañía de comida
rápida ignora
siempre el sufrimiento humano, incluyendo el de sus propios trabajadores, salvo
cuando EEUU dice estar embargado por algún dolor, cuando eso le conviene a sus
intereses imperialistas, como ahora sucede en Ucrania. Porque las lágrimas de
los dueños de McDonald´s por el pueblo ucraniano son como las de los EEUU, de
puro cocodrilo. Si McDonald’s abandonara a un país cada vez que invade a otro,
tendría que haberse ido de EEUU ‒su lugar de origen‒ desde hace décadas.
En realidad, la
geopolítica de la comida basura sigue la misma trayectoria de la geopolítica
del imperialismo estadounidense: hace 30 años marcó el comienzo de la hegemonía
unipolar de los EEUU y ahora marca la crisis de ese dominio. Si hace 32 años
todo era optimismo para los EEUU con la desaparición de la URSS y la conversión
de Rusia en una periferia bananera, ahora cuando ese país se niega a ser un
suburbio de la Unión Europea y de los EEUU, cunde la desesperanza, como se
manifiesta alrededor de los McDonald’s. Así lo dice, con frustración no exenta
de ingenuidad, Darra Goldstein, profesora emérita de ruso en Williams College,
al certificar que la huida de McDonald’s de Rusia ya no era esperanzadora para
los EEUU como lo fue en 1990: "Si la apertura de McDonald’s en 1990
simbolizó el comienzo de una nueva era en la vida soviética, una con mayores
libertades, entonces la salida actual de la empresa representa no solo el
cierre del negocio, sino de la sociedad en su conjunto”.
Claro, una sociedad
se cierra cuando se niega a aceptar las imposiciones imperialistas de los EEUU,
y esa suposición señala entre líneas que la teoría de los Arcos Dorados era
pura demagogia, como Tomas Friedman tuvo que reconocer: “La mano oculta del
mercado nunca funcionará sin el puño oculto. McDonald’s no puede prosperar sin
McDonnell Douglas. El puño oculto que mantiene el mundo seguro para que
florezcan las tecnologías de Silicon Valley se llama el ejército, la fuerza
aérea, la marina y el cuerpo de marines de EEUU”.
Bueno, eso era lo
que se creía hasta hace poco tiempo, porque la guerra de Ucrania ha lanzado por
la borda el presupuesto de la paz entre dos países con McDonald´s y también
aquello de que la fuerza bruta de EEUU siempre iba a operar sin opositores a la
vista, como lo demuestran hoy Rusia y China y el nuevo orden geopolítico que se
está consolidando más rápido de lo esperado y como nadie lo imaginaba hace 32
años cuando se abrió el primer restaurante McDonald’s en la desaparecida Unión
Soviética y se anunciaba el fin de la historia.
La historia sigue y
McDonald’s se fue de Rusia, probablemente, para no volver. Un favor que le hace
a los habitantes de Rusia si recordamos que la M de la primera empresa
productora de comida chatarra en el orbe también significa Muerte. Por eso
McDonald’s te mata de varias formas: directamente con la basura que produce y
vende como alimento y también con el patrocinio a los criminales y terroristas
que conducen a los EEUU en sus campañas asesinas en todo el planeta Tierra.
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