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miércoles, 22 de junio de 2022

LAMENTABLES

LAMENTABLES

JOSU AIZPURUA

Estos tiempos hacen extrañas amistades. En el cajero automático de mi barrio, duerme un sintecho, realmente sin nada, ni suelo ni paredes tampoco, poco madrugador y con el que suelo charlar cuando voy a sacar unos cheles para pasar el día.

Yo ya voy desayunado, pero “el banquero” (así lo conocemos) no y aprovecha un Super de la zona para para desayunar. Se conoce todas las cámaras y a su espalda come con disimulo el desayuno y con una pieza de fruta pasa por la cajera después de tomar lo que ese día le apetece. Yo pienso que la cajera se hace la tonta, pero dudo.

Yo paso el rato comprando algo de postre para mi almuerzo, y luego nos dirigimos al banco, que en estos días está concurrido, tanto, que algunos asiduos traen su banqueta plegable y se organiza un buen debate que los envidiosos de otros bancos nos llaman “La Moncloa”.

Cuando llegamos, “Pitufo” está cargando contra el jefe del Banco España, del que asegura no tiene madre.

-        Es un recogido en la puerta del banco y lo criaron los bedeles -

nos cuenta convencido.

Las risas invaden el banco, y esos pensionistas de 500 €, no contributivos, olvidan sus tragedias.

-        A mí me la suda lo de la gasolina; no tengo ni para guagua. -

-        Si; pero te joden en el Super. –

-        Creo que quieren eliminarnos a los pensionistas. -

Un rosario de lamentaciones recorre el banco y eso hace que la gente se sienta más ligeros y olviden sus penas al ver las de los demás con peor aspecto.

-        A ver si hacemos un “cofundin” de esos que tengo que comprar bastón nuevo. –

-        Espera que yo palmo pronto y te lo cedo. – je,je.

Y así vegetamos en el banco, crítica suave, esperanza nula.

De regreso hacia mi casa, pienso como hemos podido llegar a esto. Los ancianos de hace pocos años eran venerados, escuchados, respetados, pero ahora te llaman vejestorio, pureta, y los mangantes te siguen para robarte. Los munipas nunca se ven pues están custodiando al alcalde y su sostén, y nosotros en la selva con los mangantes sueltos y los patinetes raudos. Los patinetes son silenciosos y nuestros oídos ya sólo son orejas.

No es buena ciudad, ¿ciudad?, la nuestra para los ancianos, pero tampoco es mejor para el resto.

Lo peor es que ya nadie puede mejorarla pues una red, tupida, de intereses petroleros ha decidido cual será nuestro destino, si el Sultán no lo remedia.

Santa Cruz, cruz del vecino y pesebre de lo mas necio de las islas. Aupa Tete.

 

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