LA MEMORIA OCULTA EN
EL CORRIDO D` LUCIO CABAÑAS
POR MAITÉ CAMPILLO
Voy a cantar un corrido que se oiga en el mundo entero para que sepa la gente lo que pasa allá en Guerrero. De campesinos armados defendiendo la montaña comandados por un hombre de nombre Lucio Cabañas! No son ni desesperados ni les falta la razón son hombres que han decidido hacer la revolución.
Ley de
oferta y demanda de países en venta reventando guerras
Érase una vez la historia de una maravillosa mujer… que un reportero divulgó en
su encuentro, la caracterizó con dignidad, ensalzando el latido del corazón de
aquella humilde y misteriosa mujer de 77 años de edad, descalza, con la trenza
recogida y un rostro lleno de surcos como la sierra donde vive en la más
extrema pobreza. Se trataba de Rafaela (madre de Lucio Cabañas Barrientos) con
su cuerpo y voz al vuelo del estallido de sus alas, en carga de liberación,
derecho de protesta y reclamo de sus hijos asentando la palabra, haciendo
pública e internacional reivindicación y principios contra la impunidad. La
mujer asomó fuera de aquella cabaña que la daba cobijo, con el misterio de los
sencillos fluyendo de la naturaleza viva llena de internos recuerdos
imborrables. Irrumpió en la escena principal frente al reportero, soldando su
corazón a los hechos en 1992, sobre la cara de una putrefacta política, la del
crimen, consciente de que ya nada tenía más que perder sino recuperar todo lo robado,
en memoria contra el ultraje en abusos de poder: <<Que el gobierno me
entregue el cadáver de mi hijo Lucio Cabañas. Que me regresen vivo a mi hijo
Manuel desaparecido desde 1967. Que dejen en libertad a mi hijo David preso en
la Ciudad de México… sólo yo sé lo que es el sufrimiento de una madre (aquél
hilo de su voz percute entre pecho y corazón donde anida el amor saliendo de
sus labios como reclamo sin demora), no digas dónde vivo, ¿para qué?, sería
prolongar el llanto, vendrían otra vez a molestarme (…). Nomás una cosa sí
digo, que mis hijos lucharon por el pobre para sacarlo de la pobreza, y por eso
me siento orgullosa de haberlos parido>>. Una declaración impregnada de
entereza, sensibilidad y principios valerosos básicos al alcance de la cima donde
habita la vida contra la muerte anunciada, pues como diría el hijo docente
Lucio Cabañas, dirigente político y líder de naturaleza propia antagónica a los
que tildan de ello sin autoridad de los pueblos oprimidos: ”Desgraciados los
pueblos donde la juventud no haga temblar al mundo y los estudiantes se
mantengan sumisos ante el tirano”. El cuerpo perseguido años atrás, detenido y
apaleado de Rafaela señala los estragos que en nombre del poder gubernamental
la habían perforado. Amargos recuerdos a los que sumó la detención de que fue
objeto en 1974 en Tixtla, Guerrero, y, encarcelamiento padecido durante un año
y ocho meses en el Campo Militar Número Uno de la Ciudad de México. Era la voz
firme y revolucionaria contra tanta miseria y represión, era la madre del
mítico maestro y guerrillero, la de una mujer de clase curtida en mil batallas,
imponiendo derecho y razón contra el sometimiento a la esclavitud, la del
derecho a la tierra e independencia contra toda ley de opresión y especulación
venga de dentro, venga de fuera. Era la voz de una mujer madre y guerrillera
curtida de explotación presta hacer justicia. Una voz sin titubeos férrea y
segura que una vez luchó soñando conseguir el poder del pueblo y para el pueblo
contra el poder de la corrupción lucrativo del derroche de leyes injustas y
crímenes de la ‘guerra sucia’. La voz de la verdad de peso, llena de contenido
y sustancia en manantial de vida, de luz futurista aplastando quien impone
arrodillarse ante el capitalismo, su fascismo y su imperialismo como
pensamiento único: <<Lucio nunca me dijo nada hasta que ya andaba en la
guerrilla. Siempre luchó por los pobres, para sacarlos de la pobreza pero ya
ves que aquí nada se puede en contra del gobierno… es una historia muy larga
que no termina. Me siento orgullosa de haber parido a hijos valientes, pero es
muy grande el sufrimiento, lo único que tengo es coraje a poco crees que si el
gobierno fuera buena gente, tendría a tanto inocente desaparecido y
encarcelado, en cambio a los ladrones, a esos sí los enriquece y los deja
libres para que vayan a ladronear más. Y una muriéndose aquí, mírame aquí sola…
voy a morir sola, pero eso sí, ante ningún desgraciado me humillo>>.
Voz de
acero forjada por y para la vida contra la supeditación al impostor que se
humilla ante el mayor de los tiranos poniendo cercas a las tierras robadas,
trancando fronteras, violando y asesinando. Voz y bandera, ella misma,
transparente e intuitiva se dirige resuelta al reportero del érase una vez…
abrazada a la matriz principal de esa parte de la historia que siguen por ley
sin dar solución, no permitiendo que fluyan los hechos tal y como se dieron,
alimentando instituciones y mandato en la impunidad. Era el érase un vez… la
voz de una mujer recorriendo espontánea la Sierra, que tan bien conocía la
catadura de los crueles mandatarios de L`autoridad, de la violación perforada y
balacera suelta. Voz madre sonora de la que moriría sola como dijo apartada de
sus hijos, cinco años después de la mítica entrevista como jalón de historia,
sobre una década justiciera guerrillera avivando la esperanza de los pobres,
contra la miseria y los miserables. No era sino la historia vivida de una madre
involucrada con sus hijos, un pueblo, una familia. Una historia cruel y
visceral que días antes de asesinar a Lucio -un 26 de noviembre de 1974 el
gobierno se venga atormentándolo… había sido detenida en Tixtla, cerca de
Chilpancingo. Y aquella voz, no podía morir, tras su desaparición de entre los
vivos ensancha su indignación en voz d` David Cabañas: ”Mi familia desde los 70
tenía que vivir clandestinamente y prueba de ello es que el Ejército llegó por
mi madre al pueblo, pero ya había pasado a la clandestinidad para evitar ser
detenida, sólo por ser madre de Lucio. Pero ese día son detenidos diez
familiares míos: mi madre, mis hermanos, mi cuñada que era la esposa de Lucio,
mi cuñado, esposo de mi hermana que me sigue en edad. Ya antes había sido
detenido y desaparecido mi cuñado en el 71, el esposo de mi hermana Facunda, la
mayor; había permanecido como un año desaparecido en el Campo Militar Número 1.
En el 74 detienen a mis hermanos, mis sobrinos, mis cuñados y a la hija de
Lucio, que tenía dos meses de edad, a mi madre que ya tenía cerca de 60 años.
Fueron llevados al Campo Militar Número 1, donde permanecieron en calidad de
desaparecidos casi dos años. Nunca les dijeron por qué ni para qué, simplemente
los tuvieron ahí. Mis hermanos que salieron del Campo Militar Número 1 viven
aquí en la Ciudad de México, ya no volvieron al pueblo. Mi madre murió en el 97
allá en su pueblo natal. En el 97 yo estaba preso en Almoloya, no pude ir a su
sepelio (…) Salí el 31 de agosto del 98 “ocho años y nueve meses después, y
salí absuelto, no hubo delito que perseguir”. Desde que Lucio comenzó la
movilización “toda persona que tuviera apellidos como los nuestros era
sospechosa de ser parte del movimiento guerrillero y había que perseguirlos,
había que detenerlos y había que torturarlos a ver cuánto decían”. Así, de la
familia Cabañas, desde el día que murió Lucio hasta la fecha, hay 252 parientes
detenidos-desaparecidos. Los últimos dos eran normalistas de Ayotzinapa, de los
43: Cutberto Ortiz Ramos y Bernardo Flores Alcaraz”.
Guerrero
es uno de las estados más pobres de México y las causas que dieron origen a la
guerrilla siguen impunes aplastando su naturaleza, fulminando su vigor,
silenciando sus voces. Escribe Carlos Montemayor Romo de Vivar en su obra
‘Guerra en el paraíso’ un brillante relato trágico de la violencia que se vivió
en México a principios de los años sesenta durante la ‘guerra sucia’, en la que
aborda la guerrilla de Lucio Cabañas: << A partir de la dignidad de Lucio
Cabañas nuestro país es más grande, más puro, más orgullosamente vivo. Esta
dignidad no desaparece como la sangre que se derrama, no desaparece como la
corrupción que se oculta, no desaparece como los desaparecidos, perseguidos y
reprimidos que los policías y ejércitos de nuestro país y de todo el mundo
desaparecen. Esta dignidad se acrecienta cada día. Desaparece la memoria de
aquellos gobernantes y de aquellos asesinos “que lo quisieron llamar gavillero,
ladrón, delincuente, asesino…”>>. Lucio Cabañas fue el segundo hijo de un
matrimonio de campesinos pobres: su abuelo paterno Pablo Cabañas luchó en las
filas revolucionarias como zapatista; su padre Cesáreo Cabañas fue asesinado a
manos de un pistolero a sueldo bajo las órdenes de un cacique, por defender la
tierra que pertenecía legalmente al pueblo: Lucio tenía 12 años, y junto a su
hermano Pablo, eran alquilados como peones por dos pesos con cincuenta centavos
o cinco pesos diarios trabajando de 10 a 12 horas sembrando maíz, criando
animales, cortando leña y cargando costales. A los 17 años viajó a Tixtla para
terminar la primaria, mientras trabajaba en el campo, vendiendo paletas de
hielo y como velador en un hotel (Estudió la secundaria donde destacó como
dirigente estudiantil). Ya como maestro se unió al descontento de los
ejidatarios contra las compañías madereras que habían incumplido con los
contratos firmados con los campesinos. Para evitar que las compañías siguieran
talando, bloquearon con troncos de árboles el paso hacia Mezcaltepec logrando
expulsar a los madereros de esa zona. Las empresas madereras lo denunciaron
ante la Secretaría de Educación Pública en Chilpancingo; fue entonces que los
mandos educativos ordenaron su remoción a la escuela Modesto Alarcón, ubicada
en la cabecera Atoyac. En poco tiempo organizó a los padres de familia para que
le pusieran un alto a las exageradas exigencias de la directora, que entre
otras cosas, pedía uniformes a los niños cuyas familias no tenían ni para
comer, además de exigir cooperaciones e imponer castigos: << Mándemelo
con huarachitos, aunque venga con su ropita remendada, no importa, pero sí que
venga bien desayunado, decía Lucio a los papás>>. El Movimiento de Padres
de Familia logró destituir a la directora Genara Reséndiz, pero Lucio fue
desterrado de Guerrero y lo enviaron a una escuela de Tuitán, una pequeña
comunidad en Durango. Ya estando en Durango, organizó a campesinos y un grupo
de mujeres para mejorar sus condiciones de vida.
Matanza
de Atoyac: el 18 de Mayo de 1967, la Sociedad de Padres de Familia de la
escuela primaria Juan N. Álvarez, realiza un mitin en el que pedían la
destitución de la directora de la escuela. Piden a Lucio Cabañas que fuera el
orador, lo acepta y propone que esperen hasta las diez y media para aprovechar
el recreo. Fue entonces cuando policías judiciales, bajo órdenes del gobernador
Raymundo Abarca Alarcón, llegaron a disolver el mitin y disparan contra los padres
de familia, quitando la vida a cinco de ellos e hiriendo a tres más. Los hechos
obligan a Lucio, a huir de Atoyac y refugiarse en la sierra, donde activa su
lucha contra el gobierno federal. Un tema polémico dentro del movimiento fue
el secuestro de Rubén Figueroa, senador por parte del PRI, y que en su afán
de acabar de cualquier manera con la guerrilla, terminó siendo uno de los más
sanguinarios, de todos los gobernadores del estado de Guerrero. Figueroa
persistente insiste a que Lucio Cabañas acepte una entrevista (de suerte que
pudiera persuadirlo de que desistiera de la guerrilla). En tal propuesta,
Figueroa ofrecía al maestro guerrillero dinero y un espacio político para que
actuara de manera legal, a través del Partido de los Pobres. Por el contrario,
Lucio se niega a aceptar su propuesta (Figueroa se había dirigido a la Sierra
para mantener aquella entrevista). Lucio ordenó su secuestro al parecer con la
intención de mantenerlo cautivo hasta ver cumplidas las exigencias de la
guerrilla. Casi tres meses después de que Figueroa se internó en la Sierra, el
ejército salió a su rescate y éste regresó a tomar posesión de la
gubernatura, convirtiéndose en el peor enemigo de los grupos armados
sobrevivientes. En el sentido opuesto, Lucio se entrega de lleno a organizar,
dirigir y fortalecer lo que de ello resultaría una de las guerrillas más
importantes de todo México en la década de 1960-1970. Durante casi siete
años la Brigada Campesina de Ajusticiamiento estuvo operando en la zona
serrana. Durante el sexenio de Luis Echeverría el estado mexicano se valió de
todo su poder, para exterminar cualquier asomo de inconformidad, por parte de
la población con métodos y medidas contrainsurgentes atroces; su fanatismo
obsesivo llegó a detener, torturar y asesinar personas que no habían tenido
participación directa con la Brigada: sufrieron los ataques de militares,
violaciones a mujeres y niñas, quemaron casas, asesinaron campesinos, les
robaron sus cosas… todo
era permisivo y hasta plausible para el asesino Luis Echeverría Álvarez. La
Brigada Campesina de Ajusticiamiento era el brazo armado del Partido de los
Pobres, grupo de autodefensa encabezado por Lucio Cabañas que pretendía
detener los actos de injusticia por caciques y pistoleros a sueldo contra los
pobladores, para ello llegó a mantener activos unos cien guerrilleros armados
combatiendo en la Sierra. El 2 de diciembre de 1974 se dio el último
enfrentamiento con tropas militares de las Fuerzas de Tarea, iniciándose un
tiroteo en la selva cafetalera El Otatal. A una distancia de 30 metros Lucio y
sus hombres descubrieron entre la maleza a la tropa, comienza el tiroteo, el
enfrentamiento dura una media hora. Existen dos versiones sobre la muerte de
Lucio Cabañas; una de ellas cuenta que, fue ultimado por las balas de los
militares; la otra que él mismo se disparó dada la encerrona, para impedir
según dicha versión, ser capturado con vida.
El 23 de
mayo de 1975 se recibe la visita del presidente cuando aún estaba reciente, y
sin ser aún aclarado el crimen de Lucio Cabañas, frente a miles de pobladores
de cuya región y serranía fuera reducto de los grupos armados de Genaro Vázquez
Rojas y Lucio Cabañas -que al tiempo que los ovacionaron- pidieron por la voz
de más de un centenar de mujeres la libertad de cientos de guerrilleros (se
hablaba de unos 800). El Presidente Luis Echeverría Álvarez dijo que el
gobierno federal, tiene una deuda con la sierra de Guerrero y propone “un pacto
de trabajo” -¿a quién se lo propone?-. Las mujeres ancianas lloraban por sus
hijos y otras, que cargaban críos pequeños, preguntaban por la suerte de sus
esposos… “Sólo queremos saber si han muerto o lo seguimos esperando”. Las voces
se iban turnando, se oye la voz de Andrea Pérez de Vargas clamar: “Me faltan
dos hijos y un nieto: Juan, Agustín y Francisco”. En Atoyac de Álvarez, Luis
Echeverría se dirigió directamente a la muchedumbre congregada en términos
despectivos como un dictador del absolutismo: Necesitamos ser valientes para
ver los problemas, para conocer nuestros derechos, para tener capacidad de
diálogo, para cumplir con la palabra empeñada cuando el diálogo se concerta y
no cometer actos de traición, porque los valientes no traicionan. Cuando se
hacen citas para discutir los problemas de los hombres, se afrenta con valor la
palabra contraída y sus consecuencias. Lo fácil en las relaciones familiares,
en la política, en cualquier tipo de relación entre los hombres, es cometer
cobardes actos, de traición. Seamos valientes, enseñemos en camino recto a los
jóvenes, conozcamos los problemas y valientemente dispongámonos a resolverlos…
(Una oleada volvió como aluvión de granizo tras el chaparrón del impresentable
martillando su demencia y felonía). María Romelia Martínez gritó: “Quiero ver a
mi hijo, quiero saber de mi hijo. Él sólo trabajaba en la milpa”. Luis
Echeverría presidente maldito, quien hablaba desde el monumento a Juan Álvarez,
expresó con ruindad a forma de seguir ejerciendo a la vez golpe a golpe el
poder sobre la ley, avaricia e injusticia: Vengo a declarar a estas mujeres que
me piden la libertad de sus maridos o hijos, que estudiaremos caso por caso,
que no ayudaremos a nadie que haya cometido un asesinato cobarde; pero al que
sea víctima de una injusticia lo ayudaremos, desde luego>>.
PD.
Durante
la disfrazada ‘guerra sucia’ fueron miles los desparecidos, los torturados, los
ejecutados; muchos los jóvenes que tomaron las armas para defenderse, del
Estado criminal, del hambre y miseria contra asesinos como Luis Echeverría que
había sido ya en 1964, nombrado secretario de Gobernación, por el presidente
Gustavo Díaz Ordaz. Época en la que ocurrió la matanza de estudiantes en Plaza
de las Tres Culturas, en Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968. Fue al inicio del
movimiento estudiantil en una conferencia de prensa la noche del 30 de julio de
1968. Luis Echeverría intentó rastrero deslindar al Presidente Gustavo Díaz
Ordaz, de su responsabilidad, por la intervención del ejército reprimiendo a
los estudiantes y derribado con un proyectil de bazuca la puerta de una
preparatoria. En dicha conferencia de prensa el ya ambicioso de medallas
Echeverría dijo haber solicitado él mismo, junto con el Jefe del Departamento
del Distrito Federal, la intervención del ejército (facultad que estaba
reservada para el titular del ejecutivo). Cierto es que si bien en México, no
existió una dictadura como en el caso del Cono Sur, sí se sabe sin lugar a
dudas y el que dude es un implicado en la trama que el gobierno del PRI,
protagonizó, una repugnante, vergonzosa y descabellada contrainsurgencia con el
apoyo de Estados Unidos, cuya finalidad, fue lograr destruir los movimientos de
liberación armados, al sindicalismo combativo, campesino y estudiantado
comprometidos en la misma causa común. Entre los jóvenes destaca un muchacho,
un maestro campesino del Estado de Guerrero, que se hizo guerrillero para
defender la causa de los pobres lo más desprotegido y explotado, para enarbolar
dicha causa crea El Partido de los Pobres -su nombre es Lucio Cabañas- con la
implicación de toda su familia en la lucha con su madre a la cabeza, de un gran
coraje, conocedora como tantas otras de quien era su hijo y, sobre todo,
quienes eran los verdaderos asesinos acosadores contra los que luchaban.
Rafaela de nombre por igual guerrillera, muere peleando hasta el final de sus
días como refleja la entrevista en pluma del reportero. Dentro de esa época
existió otro líder por igual maestro y guerrillero de nombre Genaro Vázquez
Rojas (nace un 10 de junio de 1931 en San Luis Acatlán, Guerrero), hijo del
líder campesino Alfonso Vázquez y de Felicitas Rojas. A él pertenecen palabras
tan emblemáticas como hermosas dignas de un manifiesto avivando el futuro entre
líneas: << (…) Me invita usted a renunciar a mi postura que es contra la
mala administración (tengo pruebas) gubernamental del Sr. General Raúl
Caballero Aburto y con todo respeto le contesto que en la Patria de Guerrero y
Altamirano no caben los traidores (…) Y renunciar a mi postura sería traicionar
a mis amigos y a mi pueblo, y yo seré siempre un modesto ciudadano de Guerrero,
pero respetuoso de mi integridad y de las tradiciones de dignidad que nos han
legado nuestros ancestros (…)>>. Fue la respuesta de Genaro, a su padre,
a su petición de retirarse de la Asociación Cívica Guerrerense (ACG) organización
recién formada por él: Comandante Genaro Vázquez, maestro, líder y guerrillero
guerrerense; líder nato sindical del magisterio guerrerense, que tras formar
parte de la oposición política al gobierno pasó a la clandestinidad y forma uno
de los varios grupos armados que se desarrollaron en la Sierra Madre del Sur
durante las décadas 1960-1970. Un íntegro militante del Movimiento
Revolucionario en la docencia y después del Movimiento de Liberación Nacional;
integrado en la Central Campesina Independiente CCI, víctima de la Guerra sucia
en México. Recibe en un principio la influencia de su padre, quien organizaba a
los campesinos, copreros, caficultores e indígenas para enfrentar a los
caciques y terratenientes del municipio, a lo que Genaro desde bien joven
manifiesta una gran conciencia social por las condiciones de la población en su
lugar de origen, caracterizado por una gran pobreza y desigualdad social en
pésimas condiciones de vida que dio origen a diversos movimientos campesinos y
cafetaleros con la exigencia de tierras y denuncia de la marginación que ha
atravesado fronteras. Como en el caso del otro joven líder mencionado Lucio
Cabañas (hijo, de Rafaela, que como él luchara sin desmayo), el hecho de ser
maestro rural implica cuando se es honesto y verdaderamente consecuente,
adentrarse lógicamente al México de abajo, al profundo de estragos roto de
necesidades y penurias; una docencia comprometida con la población que
siguiendo el ejemplo de otros luchadores sociales, permite entender el papel
tan importante que un tiempo han jugado los maestros rurales, como en la
República en el Estado español, en este caso el estado de Guerrero como líderes
naturales de diversos movimientos sociales: donde el maestro de origen
campesino cumplió un papel fundamental contra los malos gobiernos en la
historia de las grandes protestas en México.
Maité
Campillo (actriz y directora d` Teatro Indoamericano Hatuey)
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