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jueves, 30 de junio de 2022

EL DECLIVE SOCIALISTA ANTE LA BICHA

 

EL DECLIVE SOCIALISTA ANTE LA BICHA

El PSOE vive un momento de debilidad política ante un plausible cambio de ciclo político si no se aborda la inflación con seriedad y legislando con una visión más estructural.

VÍCTOR GUILLOT

El veterano periodista y poeta asturiano José Luis Argüelles lo escribió muy bien: “Sánchez tiene problemas, pero el principal se llama inflación, esa ‘bicha’ que tumba gobiernos y hasta sistemas constitucionales”. Enric Juliana, en su cuenta de Twitter, ha visto en la inflación de este año, más de un 8,5%, la razón por la que el gobierno de Sánchez puede caer, si no se apresura a cerrar un acuerdo de rentas que incorpore el consenso de los partidos y los agentes sociales. Juliana se remonta a la inflación de 1977, muy superior a la de ahora, para demostrar que los pactos de La Moncloa, de los que abjuraron el PSOE primero y el PCE después, permitieron, entre otras razones, que Suárez aguantara hasta 1981 en el poder. No está de más recordar que España solo tuvo una inflación similar a la actual en 1995, un año antes de que José María Aznar fuera elegido presidente del gobierno español, por mayoría absoluta.

 

Las piezas van encajando lentamente y se va configurando un paisaje poco halagüeño. Los socialistas que sobrevivieron al tsunami de Sánchez tras el 39º Congreso del PSOE, hace cuatro años, comienzan a observar un cambio de ciclo político en España, consecuencia no solo de la derrota electoral que tuvo lugar en las pasadas elecciones autonómicas de Andalucía, sino de un modelo orgánico de partido instaurado desde entonces en las siglas y un gobierno de coalición que no deja de dar muestras de estar en peores condiciones de adaptación al horizonte económico que vendrá, inspirado en la austeridad.

 

Algunos cargos públicos tienen en estos momentos la sensación de que el país aún está disfrutando de las últimas horas de una boda en la que se ha regado de champán hasta las plantas

Algunos cargos públicos tienen en estos momentos la sensación de que el país aún está disfrutando de las últimas horas de una boda en la que se ha regado de champán hasta las plantas. Concejales, alcaldes, diputados, consejeros, cualquier cargo público de la administración, sea de izquierdas o de derechas, sabe perfectamente que la economía española está asistida o dopada por los fondos que ha ido inyectando la UE desde hace dos años, reconoce que la brecha social entre los más ricos y los más pobres es cada día mayor, admite que la clase media pierde a pasos agigantados poder adquisitivo como consecuencia de la inflación. También prevé que el día en que la Comisión regrese a los dogmas neoliberales, exigirá con la misma rigidez el cumplimiento de la regla de gasto y el déficit cero a una España más endeudada. Ese día está cada vez más cerca y está generando incertidumbre y mayor tensión.

 

Aunque Núñez Feijóo no ha dado señales todavía de ser el gran gobernante que afirmaba ser en Galicia, su figura encaja en el marco que las instituciones europeas quieren para España

El PSOE está comenzando a dar síntomas de debilidad orgánica. Que en las elecciones andaluzas haya perdido plazas como Dos Hermanas pone de manifiesto que su implantación territorial se ha debilitado en los últimos cuatro años desde que no gobierna Andalucía. La ‘podemización’ de las estructuras orgánicas del partido ha podido influir en la configuración de un cuadro clínico que acentúa el poder de las ejecutivas en detrimento de los órganos intermedios decisorios entre congresos como en otras épocas fueron los comités locales, autonómicos y, sobre todo, el federal. Aún se recuerda eso de que el partido era de la militancia, pero las bases solo cuentan en los procesos de primarias y esos procesos suelen estar habitualmente muy condicionados.

 

No deja de llamar poderosamente la atención que Pedro Sánchez haya resuelto la debacle electoral del pasado 19 de junio convocando una ejecutiva al día siguiente, a pesar de que los barones socialistas hubiesen encendido las alarmas y exigido, como el presidente aragonés Javier Lambán, una profunda y seria reflexión. Sus ojos expresaban tensión, desconfianza, vértigo ante una derrota que no admitía paliativos. El cabreo entre los barones por la intervención leída de Adriana Lastra, vicesecretaria del partido, tras el escrutinio, sin el menor atisbo de autocrítica, ha encendido la mecha de la desestabilización. Las reflexiones que exigía Lambán suelen darse en los comités federales, que hasta la fecha, han sido pocos y solo han buscado, por parte de Sánchez, su aclamación.Un mayor poder ejecutivo del sanchismo ha debilitado la presencia territorial de su partido en las estructuras sociales y territoriales en las que históricamente había estado implantado. La derecha ha seducido primero y ocupado después aquellos espacios en los que el PSOE ha dejado de estar. Las medidas económicas y sociales que ha introducido la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, han resultado inocuas a efectos electorales ante la inflación y, en gran medida, también se debe a las guerras internas que en un caso y en otro se están sucediendo en el seno de sus respectivos partidos. Este sábado, el Consejo de Gobierno Extraordinario ha aprobado una nueva rebaja del IVA de la luz y otras acciones de contenido social en un intento por demostrar que lo que ha sucedido en Andalucía no va a cambiar el itinerario de Pedro Sánchez hasta que termine la legislatura.

 

Pero el mero hecho de que el decreto ley haya sido aprobado en un Consejo Extraordinario de Gobierno evidencia que Sánchez, antes que una agenda política concreta, definida y creíble, y el gobierno bifronte transmiten solo la capacidad de adoptar medidas provisionales y no del todo consensuadas en los Consejos de Gobierno ante situaciones económicas aparentemente coyunturales que, sin embargo, se están mostrando con un claro sentido estructural. De ahí procede la frustración de la clase trabajadora que, a pesar de la reforma laboral, los descuentos en la factura de la luz, la rebaja del IVA en el combustible y las ayudas sociales, no acaba de sentirse partícipe de ninguna de ellas. De ahí que invocar las medidas contra la crisis adoptadas por el gobierno de Sánchez no haya servido para contener la victoria electoral de Juan Manuel Moreno Bonilla en Andalucía. De ahí, finalmente, la incertidumbre que desgasta paulatinamente el gobierno de coalición de Sánchez y ensombrece la gestión.

 

El PSOE vive un momento de debilidad política ante un plausible cambio de ciclo político si no se aborda la inflación con seriedad y legislando con una visión más estructural. Esa debilidad se ha manifestado también en el repliegue de los presidentes autonómicos socialistas a sus respectivos feudos, como en su día hicieron cuando Javier Fernández abandonó la gestora del partido, manteniendo una relación distante e, incluso, exigente, con el líder de su propia formación. Un claro ejemplo de esta situación es la actitud del presidente asturiano Adrián Barbón que, en recurrentes declaraciones, ha manifestado su decepción con el grado de ejecución de las inversiones del gobierno central en el Principado de Asturias. Y citamos a Adrián Barbón porque entonces, en aquel periplo heroico y trágico, el exalcalde de Laviana fue su principal valedor.

 

El rumor de que el Presidente del Gobierno está decidido a no repetir dependerá de la voluntad de otros, y no solo de sí mismo. En ese capítulo, de nada valen ni los manuales ni los esfuerzos de resiliencia. En este caso, dependerá de los principales países de la UE que deberán decidir si Pedro Sánchez está o no llamado a ser Presidente de la UE

Mientras, tanto, en el PSOE nadie ha convocado un Comité Federal para analizar los resultados de las andaluzas y marcar el rumbo político de la organización y del gobierno en lo que resta de mandato hasta las próximas generales. En un contexto en el que el PSOE necesita los votos del PNV, Bildu, ERC y Unidas Podemos para hacer frente a una economía de guerra será muy difícil mantener la geometría variable que permita a Sánchez aguantar toda la legislatura. La desaparición de Ciudadanos y el trasvase de votos a PP y Vox alimentan la tan cacareada posibilidad de que se produzca ese nuevo cambio de ciclo político. Feijóo habría encontrado en el discurso de Juan Manuel Moreno Bonilla la tecla que le permita ganar las próximas elecciones. Si no quieren que gobierne con Vox, entonces vótenme a mi. Así las cosas, ¿qué propuesta y qué discurso pretende emplear el PSOE para calmar el miedo ante la irrupción de la ultraderecha? ¿con qué proyecto y con qué objetivos pretende convencer? El problema no es Feijóo, es la bicha.

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