EN VUELO A LA LOCURA
X MAITÉ CAMPILLO
Me reafirma seguir cantando a poetas, aprendo de filósofos, científicos e historiadores entre otras magistrales glorias de un tiempo no tan lejano.
Intenté un reencuentro del lado más rojo del
corazón que henchido aún motiva contra la miserable vieja Europa, la del terror
oscuro que hoy sigue dominando el continente, aciago para una revolución
proletaria que es la más que sonó sobre él en un tiempo, que en mi prevalece su
marcha triunfal tambaleando los viejos cimientos, a ella uní mi propio canto,
en un contexto complejo conspirando entre tablas tras el ojo de la cerradura
impuesta que prevalece como armazón en bloque hermético hoy impregnado de silenciado
y cobardía.
La vida de Valle-Inclán (1866-1936) atraviesa entresiglos
Me reafirma seguir
cantando a poetas, aprendo de filósofos, científicos e historiadores entre
otras magistrales glorias de un tiempo no tan lejano. No fue fácil enfrentarme
a la cuarentena consciente de la patraña donde se ubica el engaño. Sigo
enfrentando los desaparecidos por ella, que nunca llegaremos oficialmente a
conocer sus números, como a los que ellos llaman víctimas (de una guerra civil)
por ese misterio, tan misterioso, dentro de los poderes fácticos del gran
todopoderoso que aplasta y domina. Mi canto es un canto herido recorriendo un
camino mutilado sobre un recuerdo entrañable, tan cerca como lejano de nuestros
días y noches que aquí y ahora, reivindico de puro vital en sabiduría al
talentoso Valle-Inclán, regenerando mis vías en despertares sobre una primavera
deslumbrante de amapolas rojas desbloqueando otoños. Unida a su cráneo
privilegiado admiro respetuosa sus luces, propias de una bohemia sin parangón,
que emanaron entré viejos cafés con historia y tertulias llenas de savia
alumbradora; hoy bancos del capital y sus doblones, de la oligarquía como
pilar, muro de carga con sus lacayos y monstruos del ocio como contracultura.
Talento mágico, maestro de tablas y retablos, piedra filosofal de referencia en
equilibrio contra la avaricia, la lujuria, el absolutismo del pensamiento único
y la muerte anunciada. Que parte de un siglo de grandes cambios y luces de
ciencia y bohemia intelectual detonando en la II República, su gran esplendor,
de ámbito internacional. Valle Inclán forma parte de la modernización de la
producción como del diseño editorial, que jugó a su vez un papel crucial, como
guía y consejero de jóvenes artistas que se acercaban a escuchar su prodigiosa
prédica, que se erigía, como escritor crítico de las artes y las letras. Del
que a los 19 años ya publicaba pequeñas historias y ensayos insertados en
distintas revistas y diarios; cuyas contribuciones, en los medios gráficos,
fueron una constante durante toda su vida. A través de ellas, o gracias a
ellas, pudo sobrevivir como persona, escritor, y padre, facilitándole una más
que humilde salida económica, sirviéndolo, las contribuciones, para ensayar
textos que después publicaría en formato libro e ir haciéndose un hueco como
autor. Para ello ha de instalarse en Madrid, donde consigue vincularse a
consagrados como noveles en diferentes cafés de dicha ciudad; espacios de
sociabilidad, donde primaba la colectividad en intercambio de voces. Pío Baroja
le describe en La Pluma (en 1923): ''En una mesa cercana a la mía vi a un joven
barbudo, melenudo, moreno, flaco hasta la momificación. Vestía de negro y se
cubría con chambergo de felpa gris, de alta copa cónica y grandes alas''. A
ellas acuden escritores de diversos estilos, a las que se suman artistas
plásticos que en adelante será una constante, donde emergía con inequívoca
vocación rupturista la nueva generación de escritores. Escenario desde donde el
escritor de las Sonatas, se convertiría en una de las figuras más atrayentes de
la cultura madrileña del siglo XX. Sus palabras inquietarán a algunos literatos
con diferente concepto y ética como artistas plásticos desde el Nuevo Café de
Levante, donde el orador Valle Inclán, propaga su prédica.
Paralelamente acude
a tertulias teatrales, son años de inquietud fecunda, en trasiego de
intercambios de opinión y rivalidades. El Nuevo Café de Levante destacará en
uno de los más importantes de principios de siglo, como una especie de 'piedra
de toque o escaparate mágico' de toda una generación cuya tertulia (cátedra es
que la llamó Cansinos Asséns) lideró Valle-Inclán de 1903-1916, fecha en que se
disuelve por la división entre germanófilos y aliadófilos que incluye a los
llamados noventayochos y modernistas entre ellos: Anselmo Miguel Nieto, Rubén
Darío, Arteta, Azorín, Zuloaga, Pío y Ricardo Baroja, los hermanos Zubiaurre,
Bargiela, Juan de Echevarría, José y Antonio los hermanos Machado, Julios
Romero de Torres, Corpus Barga, Bueno, Ciro Bayo, Gutiérrez Solana, Mir, Urbano,
Vivanco, Francisco Vighi, Victorio Macho, Ricardo Marín, Moya del Pino,
Palomero, Penagos, Regoyos, Rusiñol... el escritor y periodista sevillano
Alejandro Sawa Martínez (1862-1909) de origen griego-andaluz que inspiró a
Valle Inclán, a crear el personaje de Marx Estrella de su inmortal obra Luces
de Bohemia; que muere al parecer pobre, ciego, y hasta habiendo perdido la
razón, una razón, de brillantes reflexiones: <<Mis primeros tiempos de
vida madrileña fueron estupendos de vulgaridad —¿por qué no decirlo?— y de
grandeza. Un día de invierno que Pi y Margall me ungió con su diestra
reverenda, concediéndome jerarquía intelectual, me quedé a dormir en el hueco
de una escalera por no encontrar sitio menos agresivo en que cobijarme. Sé
muchas cosas del país Miseria; pero creo que no habría de sentirme
completamente extranjero viajando por las inmensidades estrelladas ¡Irme, irme!
Ya no sueño sino con eso. Irme a una tierra cualquiera donde la villanía no sea
el estado social de la gente, donde a lo menos las afirmaciones y negaciones
tengan el sentido filosófico que todos los léxicos les prestan, donde el honor
se asiente en las almas y no en los labios ¡Irme, huir de aquí, por dignidad,
por estética, por instinto de conservación! ¡Es que yo me noto aún sano en esta
sociedad de leprosos!>>. Algunos escritores de la generación del 98 lo
evocaron: Pío Baroja en una de sus mejores obras El árbol de la ciencia.
Valle-Inclán en Luces de bohemia (Max Estrella personaje central de la
esperpéntica tragicomedia inspirado en él). El dramaturgo galego le dedica un
extraordinario epicedio en verso; con motivo de su muerte, Valle-Inclán escribe
a Rubén Darío: ''He llorado delante del muerto por él, por mí y por todos los
pobres poetas. Yo no puedo hacer nada, usted tampoco, pero si nos juntamos unos
cuantos algo podríamos hacer. Alejandro deja un libro inédito. Lo mejor que ha
escrito. Un diario de esperanzas y tribulaciones. El fracaso de todos los
intentos para publicarlo y una carta donde le retiraban una colaboración de sesenta
pesetas que tenía en El Liberal, le volvieron loco durante los últimos días.
Una locura desesperada. Quería matarse. Tuvo el fin de un rey de tragedia:
murió loco, ciego y furioso''. Les unía la búsqueda de la renovación de los
lenguajes artísticos y la subversión de los códigos establecidos que
identificaban con la escuela realista. Exposiciones, redacciones de periódicos
y revistas, iniciativas editoriales constituyeron vehículos de difusión de sus
propias propuestas estéticas y centros de discusión (Vida nueva, Gente nueva,
Germinal, Vida Literaria, Helios...), fueron algunas de las revistas donde la
mayoría de ellos estampó su firma.
En 1913 bajo el
nombre de Opera Omnia, Valle Inclán, comenzará la empresa de su vida. Edita su
obra completa, bajo un mismo formato; el autor de las Sonatas, propondrá a
algunos artistas plásticos -colegas de tertulia- que embellecen sus libros por
medio del diseño y la ilustración. Opera Omnia fue innovadora dentro del diseño
editorial, de la época enmarcada, de la estética modernista de las artes
gráficas y de la ilustración; sus libros, guardaban características que los
distinguían de las ediciones anticuadas del siglo XIX. Con respecto al diseño
gráfico había una estrecha relación, entre el texto y la imagen, sobresalía una
concepción decorativa, que se reflejaba en los ornamentos con forma de filetes
curvilíneos y motivos florales, y se utilizaban sofisticadas tipografías. Su
extensa obra simula tener una unidad por su aspecto exterior, pero en su
interior, esconde una variedad gráfica donde se puede distinguir por sus
diferencias, cinco grupos de obras: las Sonatas; las cinco primeras obras
dramáticas en prosa editadas en la Opera Omnia; Los cruzados de la Causa, El
resplandor de la hoguera, Jardín Umbrío y Flor de santidad; los esperpentos:
Luces de Bohemia, Los Cuernos de don Friolera y Martes de carnaval; y el
quinto, las obras poéticas. Corría el año 1927 (¡Que lejos, y tan cerca, las
calamidades gubernamentales del ismo-imperial!!). Valle-Inclán avanza y revoluciona
su tiempo acechando la vida en volumen insostenible de tragedia donde asoma El
embrujado, en 1913, entre Ligazón, La rosa de papel y La cabeza de Bautista y
Sacrilegio, entre otras obras. Etapa de gran literatura valleinclaniana a la
que correspondo a los esperpentos del subtítulo definitivo que siento a
raudales, de indudable sacralidad la luna, el agua, el fuego, la rosa, el
cuchillo... y, al mismo tiempo lo grotesco, lo paradójico, la concepción del
personaje como muñeco o “fantoche”, con ese lenguaje culto, rico en contrastes,
variante y sin límite que a menudo recurre a los bajos fondos y en medio de
estas miserias, donde toma vida la lucha descomunal, el sexo y la muerte, entre
otros grandes enigmas que retracta apasionado de carácter experimental motivándome
a seguir tras sus huellas. Arte entre las artes, arte fabuloso en contenido
crítico, denunciando una sociedad difícilmente soportable (como lo es la actual
salvando distancias, preñada de fascismo interno y externo que por igual
oprimen y acorralan; cuarentena, que duplicó asesoramiento importado, abarcando
'Ucrania en el corazón' y muerte a Rusia). Silencio mordaz por donde se filtra
el dolor hacia un final sin demora. Sigo las lluvias tras sus huellas, la
utopía, el arte de su genio inmortal, su pensamiento y ensayo, sobre una puesta
en escena asentando horizonte a la vista sobre el dulce abismo de mis
derroteros. Y pareciera que lo veo, que llega con más canto y más vida, como
lucero de luz sobre el optimismo. Jamás pudieron con él las copias asesinas,
del contra arte y cultura y contra toda ciencia y toda filosofía marxista ¡¡No
pasaran Ramón del Valle Inclán!! ¡Sometidos, pero jamás vencidos! Que junto a
Federico García Lorca; uno en corta, y el otro, en larga vida hambrienta y
raída, fueron dos de los más grandes rubís de la dramaturgia mundial, junto al
maestro inmortal Benito Pérez Galdós, como reparadores de sueños y luchas de
victorias. Sí, Max Estrella, existió; se llamaba Alejandro Sawa Martínez.
Maité Campillo
(actriz y directora d` Teatro Indoamericano Hatuey)
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