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sábado, 23 de abril de 2022

RUBIALES, EL PATRIOTA

 

RUBIALES, EL PATRIOTA

DAVID TORRES

Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española

de Fútbol. EFE/Rodrigo Jiménez

Se rumorea que el escándalo de las comisiones por la organización de la Eurocopa en Arabia Saudí no es más que una cortina de humo para tapar el escándalo de las comisiones por las mascarillas en el Ayuntamiento de Madrid. No sería la primera vez que el PP intenta apagar un fuego con gasolina, una táctica que suele dar excelentes resultados en un país apasionado de las Fallas, los volcanes en erupción y los incendios que arden solos.

 

Como muchas otras veces, es posible que al artificiero supuestamente responsable de esta deflagración controlada se le haya ido un poco la mano, tanto que para desviar la atención sobre Almeida ha tenido que salir el rey Juan Carlos proclamando su inocencia en un programa de televisión. Lo que, entre otras cosas, presenta la interesante cuestión de todas las demás ocasiones en las que el rey ha dado la callada por respuesta. El siguiente paso podría ser la reposición de El mejor alcalde, el rey, de Lope de Vega, en cualquier teatro madrileño.

 

Una vez disipados el humo y el desmentido borbónico, ha aparecido un señor calvo llamado Rubiales quejándose de que lo quieren crucificar a traición pasada la Semana Santa. En su comparecencia ante la prensa, explicó que esta manía de crucificarlo le viene desde que era un niño, cuando una hermana suya se sentó encima de él y le partió las piernas, haciendo peligrar una prometedora carrera de futbolista.

 

Normalmente, lo de partir las piernas es una amenaza que se cumple fuera del entorno familiar y cuando uno ya está más crecido, pero se ve que a Rubiales le tienen ganas. Tantas que conjeturó que esta campaña en su contra lo mismo culmina con un saco de cocaína en el maletero de su coche o con su propio cadáver con un balazo en la nuca y abandonado en una cuneta. Desmintió todos los amaños, explicando que él siempre trabaja por el bien del fútbol español: incluso al profetizar su asesinato, mencionó el tiro de gracia y el cuerpo tirado en la cuneta, un escenario español donde los haya.

 

El patriotismo de este hombre llega al extremo de exportar el fútbol español al extranjero, a Arabia Saudí, concretamente, un país cuyo deporte nacional consiste en decapitar gente por docenas y hasta crucificarla en público, sin necesidad de amenazar o partir piernas primero. El descuartizamiento de periodistas y el maltrato generalizado de mujeres también podrían optar a disciplinas olímpicas en Arabia Saudí, aunque Rubiales entiende que hacer negocios allí no constituye ningún problema, como lo demuestran tantos empresarios españoles que se forran con el tren a La Meca o la venta de armas. No menos patriota que Rubiales, Piqué aparcó por un día su amor incondicional por Catalunya para solicitar la ayuda del rey Juan Carlos en las negociaciones con los jeques árabes. Podía haber pedido la intercesión de Puigdemont y a lo mejor habríamos visto a Susanna Griso traduciendo un desmentido en catalán en directo.

 

Gracias a estos indiscretos cotilleos periodísticos, nos hemos enterado de que el señor Rubiales cobra un sueldo anual de 634.518, 19 euros anuales, unas siete veces la cantidad que percibe el presidente del gobierno, aunque nos parece muy poco teniendo en cuenta el esfuerzo agotador que supone estar todo el día trabajando por el bien del fútbol español y sus alrededores. De hecho, ni le alcanzaba para el alquiler de una vivienda de lujo en la Plaza de España, 3.100 euros mensuales que le pagaba la Real Federación Española de Fútbol. Menos mal que se ahorra una pasta en champú, porque si no, íbamos a tener que hacer una colecta.

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