FEIJÓO SE QUITA AÑOS
ANÍBAL MALVAR
Cómo rejuvenece la política. Tras conocerse la tercera sentencia condenatoria al Partido Popular por la trama Gürtel, va Alberto Núñez Feijóo y nos dice que el tema no va con él, que no le preocupa, que "son hechos que ocurrieron hace muchos años", antes de las glaciaciones, cuando Feijóo aun no había nacido, y todo en este plan.
Algo sí ha cambiado con el liderazgo de Feijóo. Si en la época pasada los dirigentes del PP engordaban sus currículums con masters regalados y títulos de Harvardavaca, ahora Feijóo se apresura a borrar sus méritos. Porque sí, se puede decir que los hechos condenatorios al PP se produjeron hace tres lustros, pero Feijóo ya estaba allí cual dinosaurio monterrosino, que se olvida el hombre de sus tempraneros méritos cuando en 1991 empieza a escalar peldaños de la mano del ideólogo de la privatización sanitaria José Manuel Romay Beccaría. O sea, que no es que Feijóo estuviera en el meollo del cogollo cuando se monta la Gürtel, sino que ya antes, en tiempos del caso Naseiro, ya andaba pisando moqueta y flirteando con las intrigas palaciegas de esa máquina de corromper que siempre fue el Partido Popular.
Por supuesto,
ninguno de los tres periódicos de la derecha madrileña da nada en portada de
esta nueva condena contra los buenos gestores, que es como se definen a sí
mismos los evasores fiscales y redactores de contabilidades B. Tampoco en sus
editoriales profundizan en el análisis de la sentencia. La corrupción pepera se
ha naturalizado tanto que ya no es noticia.
Feijóo no se quiere
dar cuenta de que se ha ido convirtiendo en un señor mayor. Todo el pasado del
PP le pertenece. Está en todas las fotos. Y hasta manchado con los hilillos de
plastilina del Prestige. Su borrón y cuenta nueva no son muy creíbles. Para
encontrar a un líder del PP que no haya convivido con la corrupción habría que
escoger a un preadolescente, y creo que no está permitido pervertir menores.
Editorializa ABC
que Sí hay 'efecto Feijóo con su encuesta de GAD3, que pronostica para los
populares una holgada victoria que los elevaría hasta los 124/128 escaños. De
la mano de Vox, el gallego tendría garantizado un dormitorio en La Moncloa.
El joven Feijóo ha llegado
a la presidencia del PP con 60 años, por mucho que nos quiera convencer de que
nació ayer y de que su partido redactó la Constitución en el pleistoceno
democrático de Manuel Fraga. Ahora que nos estábamos acostumbrando a las pieles
tersas de la nueva política (Pedro Sánchez, Inés Arrimadas, Ayuso, el pizpireto
fallecido Pablo Casado, el fornido Santiago Abascal...), van los populares y
nos geriatrizan los carteles con un señor que se acerca peligrosamente a la
edad de jubilación. Un hombre que estuvo en los gobiernos de Fraga y de
Josemari Aznar. Un antepasado.
La nueva y
despiadada sentencia de Gürtel no afectará seguramente a los resultados
electorales del PP, pues nuestro conservadurismo sociológico considera mejor
gestor a quien más roba. Pero Feijóo sabe que sus batallas serán a la interna,
con la cancilleresa in pectore Isabel Díaz Ayuso, y con los incómodos vecinos
de Vox. En los medios derechones, además, no se nota excesiva simpatía con el
gallego. La gloria nacional para las hordas mediáticas sigue siendo la
irrefrenable IDA. Ya digo que, quizá, esta guerra le pille a Feijóo un poquito
mayor, por mucho que su desmemoria quiera disimularlo
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