AYUNO INTERMITENTE EN RABAT
Mohamed, a
pesar de la insistencia en que no habíamos cambiado, estaba triste y, de
pronto, se ha mudado a muy contento y ha convidado a Sánchez a Marruecos a la
ruptura del ayuno para darle solemnidad a la 'proskynesis'
JAVIER AROCA
Pedro Sánchez junto al
ministro de Exteriores, José Manuel
Albares, en una imagen de archivo
Dicen tanto el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, como el de la Presidencia, Felix Bolaños, que España no ha cambiado de posición con respecto al Sáhara. A lo Walter Matthau: “Rubia, qué rubia”. Estas afirmaciones han sido respaldadas por el presidente Zapatero, que de siempre, hay que reconocerlo, se mostró africanista, como Felipe el tanyaui.
El mando de las
operaciones y la narración de lo “sucediendo” lo ha tomado el ministro de la
Presidencia, mientras que el de Exteriores guarda una distancia preventiva, tal
vez porque en la carrera diplomática no están felices y porque en Argelia nadie
asegura haberse enterado formalmente del asunto como aseguró Albares, aunque
vaya usted a saber en estos tiempos de disfraces y toda clase de gorras en la
Plaza Mayor.
Pero lo de la
postura de apoyo a las tesis marroquíes sobre la marroquinidad del Sáhara no se
lo creía nadie, a lo mejor porque escucharon a Pedro Sánchez en la ONU. Tanto,
que el presidente Sánchez tuvo que remitir una carta autógrafa, al parecer
redactada con la colaboración del destinatario, para que Mohamed VI lo tuviera
claro. Su progenitor, Hassan II, primo de Juan Carlos, tampoco lo tenía. Lo
cierto es que Mohamed, a pesar de la insistencia en que no habíamos cambiado,
estaba triste y, de pronto, se ha mudado a muy contento y ha convidado a
Sánchez a Marruecos a la ruptura del ayuno para darle solemnidad a la
proskynesis.
En el corte mediático
se han apresurado a darle importancia a que fuera convidado al iftar. Es lo que
tocaba, estamos en Ramadán, se ayuna, y no podía ser un almuerzo. Hay que
recordar a la grey que, además de jefe del Majzen, Mohamed es el jefe
espiritual de los marroquíes creyentes como descendiente, sostienen, del
profeta Mahoma, homónimo del susodicho. Es como si Francisco se comiera en
público un chuletón español al punto el Viernes Santo. No, procede dátiles,
lácteos, fruta, zumos y harira. Este último plato de proverbial sustancia te
lleva a seguir de ayuno unos días más so riesgo de perder tipín.
Sánchez no se ha
traído una carta de repuesta a la suya aunque quizá, que me los conozco, muchos
pasteles para su parte del Consejo de Ministros. La otra parte no está para
pasteles, ni el resto del arco parlamentario que ha dejado a Sánchez en la
soledad de la noche rabatí. Un disenso de Estado como un piano.
Pero para eso
tenemos a Bolaños, que lo explica. Para lo práctico, dice el ministro que las
fronteras ya están seguras. No ha dicho cuáles, es tabú; que no habrá
unilateralidad en las decisiones sin que Marruecos haya retirado la suya con la
ampliación de las aguas territoriales en Canarias y tampoco ha anunciado que
España, como potencia administradora de iure, vaya a ir a la ONU a decir lo que
crea conveniente. Aunque sea por estética y para hacer el ridículo.
Además, explicando,
Bolaños dice que la autonomía se hará bien tras un acuerdo entre Marruecos y
los saharauis. No ha dicho cómo, ni si en todo el Sáhara ni cuándo van a poder
volver los extrañados en el desierto hamada del Tinduf, ni si, mientras, se van
a respetar los derechos humanos en el Sáhara y va a haber libertad de
expresión. Y lo más importante, si cabe en el asunto sostener otra cosa. Desde
luego, al legítimo representante de los saharauis, el Frente Polisario, no lo
ha citado Sánchez para explicárselo, ni creo que se lo permitan ni que los
polisarios vayan a un desayuno castizo en La Moncloa, con chocolate y porras,
que sería lo suyo, porque ya han suspendido las relaciones con el ejecutivo
español.
Por lo demás, la
sumisión ritual y pleitesía al Majzen, el almacén del rey, ha traído
compromisos en materia de inmigración. Como si se tratara del jefe de la
agencia de viajes, Mohamed Tours, desde Palacio se ha anunciado la apertura de
viajes, autorización de vuelos y navegaciones y vagas promesas de apertura de
fronteras y creación de una aduana comercial en Ceuta. Aunque es de esperar que
la selección española de fútbol, masculina se entiende, juegue un partido en
Rabat, nuestra arma diplomática más potente, ya que Marruecos no está en
Eurovisión y no podemos darle los puntos.
En lo serio, es
decir, Ceuta y Melilla, la UE, su integración plena, Schengen y la OTAN, aún no
se advierte movimiento alguno en Madrid. Con las sentencias constantes del
Tribunal Europeo de Justicia sobre el Sáhara, no se sabe si España las acata o
se viste de muhami (abogado) del Majzen.
A la espera de
conocer con quién se habla Albares de la parte de Argelia, los vientos traen
arena y no gas. Están mosqueados los argelinos, pero España está bien y
confiada. Más contenta está Francia, aunque no es tiempo ahora de fiestas,
España apoya sus tesis y, de camino, se aleja de Argelia y no echa músculos en
el sur de Europa. Toda una jugada histórica.
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