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sábado, 26 de marzo de 2022

LA 'DESBANDÁ'

 

LA 'DESBANDÁ'

Mientras se les infla el pecho defendiendo los “valores europeos” frente a las atrocidades de Putin, el PP y Vox se desmarcan de una iniciativa para honrar a 4.000 personas asesinadas hace 85 años en la carretera Málaga-Almería cuando huían de la represión franquista

MARCO SCHWARTZ

Hay que ver con qué pundonor nuestra derechita y nuestra derechona -dos caras de la misma moneda, como se ha confirmado en Castilla y León- condenan la agresión de Putin a Ucrania. Hay que ver con qué desgarro se solidarizan con el sufrido pueblo ucraniano y cómo claman con ira cuando el ejército ruso bombardea un hospital, un teatro o la carretera que utilizan mujeres, ancianos y niños para escapar del infierno. Estas almas nobles y sensibles, siempre prestas a levantar la voz ante las tiranías, jamás guardarán silencio ante lo que sucede en la milenaria Rus de Kiev. No pueden soportar que los delirios de grandeza de un déspota lleven a castigar con tanta crueldad a un pueblo entero. ¡Hay que pararle los pies a Putin!, truenan. ¡Están en juego nuestros valores!

 

Es una pena que no tengan esos valores tan claros cuando se habla de ciertos acontecimientos ocurridos en España. El 8 de febrero de 1937, decenas de miles de civiles –algunos historiadores elevan la cifra a 300.000- huían despavoridos por la carretera de Málaga a Almería, la inmensa mayoría a pie, intentando escapar de la brutal represión de las tropas franquistas que avanzaban por el sur del país. De repente, la armada en poder de los sublevados abrió fuego contra la muchedumbre, mientras la aviación nazi y la fascista italiana colaboraban en la carnicería ametrallando desde lo alto. Unas 4.000 personas perecieron en la masacre, en aquella “Málaga arada por la muerte / y perseguida entre los precipicios” que nos grabó Neruda en la memoria.

 

 

 

Este jueves, el Congreso aprobó una proposición no de ley del PSOE para que se declare La Desbandá –nombre con que ha pasado a la historia el estremecedor éxodo- como Lugar de Memoria Democrática, coincidiendo con el 85 aniversario del espantoso baño de sangre. La iniciativa, que describe sin exageración el acontecimiento como “la mayor huida de masas en Europa antes de la Segunda Guerra Mundial”, fue apoyada por todos los grupos… con la excepción del PP, que se abstuvo, y Vox, que votó en contra. Los mismos que pretenden erigirse en defensores de los valores europeos frente a la agresión de Putin contra la población ucraniana.

 

El argumento de los populares es el que llevan repitiendo cada vez que surge alguna iniciativa para honrar a las víctimas del franquismo: que no hay que “reabrir heridas”, dando por hecho de que estas se hubieran cerrado alguna vez. Siguen sin entender que, para lograr algún día algo parecido a una reconciliación, será necesario reconocer con nitidez, sin ambigüedades, que Franco fue malo, del mismo modo que hoy lo afirman tajantemente, sin la menor vacilación, sobre Putin. Y que todo intento de justificar el sangriento golpe contra la democracia de 1936 por el supuesto caos en que la República había sumido a España resulta tan cuestionable como justificar el ataque despiadado de Putin a Ucrania por el supuesto genocidio de la minoría rusa en el Dombás. La Guerra Civil fue mucho más que una pulsión fratricida en que se desatan los demonios de una sociedad: tal como han documentado prestigiosos historiadores como Paul Preston, y sin desconocer los crímenes y excesos cometidos en el bando republicano, fue un plan sistemático de exterminio que contó con el apoyo activo de Hitler y Mussolini y que no concluyó con la victoria de los sublevados, sino que se prolongó durante años hasta la destrucción física o moral de los vencidos. Lo que resulta moralmente insostenible es que, casi medio siglo después del fin de la dictadura, se siga advirtiendo sobre el riesgo de “reabrir heridas” en un país atiborrado de placas en honor a los ‘caídos por Dios y España’ mientras decenas de miles de republicanos continúan desparecidos en las cunetas.

 

Vox, fiel a su incansable estrategia de reescribir sin complejos la historia, rechazó la proposición no de ley con el argumento de que la masacre de La Desbandá, lisa y llanamente, no existió. Que todo fue un invento de un médico comunista a las órdenes de la Pasionaria. Que los muertos fueron en realidad víctimas de la “imprevisión logística” en la evacuación de Málaga por parte de la República. Y que la iniciativa para erigir La Desbandá en Lugar de Memoria Democrática no responde a un acto de compasión, sino a la sed de venganza de la izquierda. El partido de Abascal podría de igual modo decir que los 10 ucranianos muertos en un bombardeo ruso cuando hacían cola para comprar el pan fueron víctimas de una imprevisión logística del gobierno de Zelenski, qué más da, cualquier disparate vale; pero no, en ese caso parece tener bien claro quién fue el victimario.

 

Valores europeos, dicen.

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