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viernes, 18 de febrero de 2022

LOS NIÑOS DE PABLO IGLESIAS Y EL JUEZ BENCHIMOL

 

LOS NIÑOS DE PABLO IGLESIAS Y EL JUEZ BENCHIMOL

ANÍBAL MALVAR

De madrugada, por puro morbo, me puse a ver La Base, el programa de Pablo Iglesias que da este periódico. Pablo Iglesias estuvo fatal: acelerado, a veces inconexo, más lleno de gestos que de ideas, interrumpiendo constantemente a sus compañeros, rozando el furibundismo, que no es lo suyo.

Miguel Mora, director de Ctxt y otras muchas cosas bellas que no pienso desvelar aquí, cortó el monólogo del ex vicepresidente con esa sonrisa zen con la que escribe periódicos:

 

--Te has venido arriba, Pablo.

 

Me fijé más en estas cosas que en el debate. Ya os dije. Puro morbo. Quería saber cómo se comporta un ser humano, además famoso y en directo, cuando acaba de enterarse de que un juez español, europeo y tal, avala que se pueda acosar a tus hijos de diecisiete meses porque los niños de diecisiete meses no se enteran. No soy pediatra, pero, científicamente, eso de que los bebés no se enteran me parece discutible, señor juez (el juez se llama David Yehiel Maman Benchimol: en 2004 no vio delito en que José María Aznar hubiera destinado 2,3 millones de euros del erario público a comprar la Medalla del Congreso de EEUU. No se la dieron a pesar de tanto gasto. Pobre Aznar y pobre erario público).

 

El caso es que este juez (David Yehiel Maman Benchimol, recordad con miedo el nombre por si os toca) considera lícito que un tipo acose a la niñera de unos bebés de diecisiete meses por teléfono, llamando al timbre de su domicilio y persiguiéndola por los parques mientras paseaba el carrito.

 

La cronología de los hechos es entretenidísima. En septiembre de 2019, Irene Montero y Pablo Iglesias contratan a una cuidadora para sus hijos. No quieren llevarlos a la guardería. Los niños son prematuros. Propensos a infecciones.

 

Galapagar, donde vive la podemita pareja, es un pueblo pequeño de la serranía de Madrid, así que enseguida todo el mundo supo adónde mandaban P&I a sus niños.

 

Días después, un particular llamó a OK Diario para denunciar que los niños de P&I hacían mucho ruido y estaban en una guardería ilegal (esto lo contaron Eduardo Inda y Manuel Cerdán en el juicio).

 

Cerdán e Inda encargaron a su reportero Alejandro Entrambasaguas investigar el asunto. Entrambasaguas, en principio, no hizo mal su trabajo. Se pateó el barrio y consiguió el teléfono y la dirección de la niñera. No se sabe cómo, pero da igual. Cualquier periodista que os diga que nunca utilizó la picaresca o la artimaña para conseguir un contacto, un teléfono o una dirección, os está mintiendo.

 

La deontología empieza cuando usas esa información de manera razonable o no. Te pones en contacto con la posible fuente y, si te dice que no o no te contesta, te buscas otra manera de seguir tus indagaciones. No te pones a perseguirla.

 

El absuelto Alejandro Entrambasaguas, en este caso fecales, estuvo llamando al timbre y al teléfono de la niñera durante días, persiguiéndola por el parque, mintiendo incluso a la Policía cuando lo identificaron como anónimo merodeador (declararon los policías en el juicio que el aludido ocultó que era periodista).

 

A causa de este acoso, P&I se quedaron sin niñera, porque la señora se autodespidió por miedo a ese señor de aspecto extraño que la llamaba y la seguía a todas partes. Y porque temía por la seguridad de los niños.

 

OK Diario nunca pudo demostrar irregularidad alguna. Ni siquiera, tras el acoso, publicó la información. No había información. Solo buscaban el escándalo. Y así se justificó Entrambasaguas ante el juez: "Si se niega a hablar, no puedo amenazarla". No sé si esas palabras os tranquilizan. Al juez parece ser que sí.

 

Pero eso de no amenazarla y llamarla y timbrarla y seguirla no es acoso, dice el juez David Yehiel Maman Benchimol, porque los niños de Iglesias y Montero no se enteraban. Yo no sé lo que sabe de pediatría este juez Benchimol, ya lo dije antes, pero estoy seguro de que si yo, en plan periodista carroñero, me pusiera a sacar fotos a sus hijos o nietos en los parques lo mismo no sería tan defensor de la libertad de expresión. Son azarosas especulaciones que uno se hace a sí mismo.

 

Y yo no sé si todo esto tiene que ver con el hecho, que es el núcleo del artículo, de que Pablo Iglesias haya estado horrible ayer en el programa. O sea, que si el mando de la tele no tuviera las pilas gastadas, yo me habría cambiado de canal. Pero el hombre acababa de enterarse, pocas horas antes de la emisión, de que los manipuladores y los mendaces tienen derecho legal de acosar a sus hijos y a sus niñeras y a su padre.

 

Mi jefe, Torrús, que es muy pesado y muy pejiguero, me manda el artículo 39.1 de la Constitución para que lo ponga: "Los poderes públicos aseguran la protección social, económica y jurídica de la familia, así como la protección de hijos e hijas".

 

Según el juez David Yehiel Maman Benchimol, Iglesias y Montero no son competentes para denunciar el acoso a sus hijos porque no fueron los directos acosados. Su denuncia queda archivada, ratas coleteras. Perseguir niñeras y bebés de vicepresidentes rojos es legal en España. A no ser que denuncie la niñera o el bebé. Suena absurdo, pero así es la sentencia.

 

Quizá por eso el programa que se montó ayer Pablo Iglesias fue horroroso. Estaba nervioso y alterado, casi iracundo, y muy triste, me parece que muy triste. Solo se refirió a la sentencia absolutoria a favor de Entrambasaguas al final. No quería molestar al respetable con sus cuitas. Solo informó. Sin regodearse.

 

Que jueces de la calaña de David Yehiel Maman Benchimol anden dictando sentencias es ya muy preocupante. Que un representante electo del pueblo tenga que exponer a sus hijos ante el acoso impune de los Entrambasaguas es denigrante para un estado de derecho. Y que la sociedad sea simple espectadora (también caso Julian Assange) de tales abusos, es lo que provoca que a gente como Pablo Iglesias los programas de radio le salgan mal y tristes. O que se haya ido de la política. No pidamos ideólogos ni partidos fuertes y renovadores si no sabemos proteger ni siquiera a sus hijos. Contra jueces como Benchimol, por ejemplo, es necesario hacer algo. No es comprensible que de esta sentencia salga más dañado Pablo Iglesias que Benchimol. Si le ha pasado a un vicepresidente de Gobierno, imagínate cómo será cuando te pase a ti. ¿Qué se os ocurre para que este Benchimol no vuelva a dictar una sentencia en su vida? Menos violentas, estoy abierto a todas las ideas. Y espero que vosotros también.

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