HIPOCRESÍA EN TORNO A LA BRECHA SALARIAL
KOLITZA.
De que existe
una mentalidad nazi enraizada en todos y cada uno de los trabajadores que
valora a quienes consiguen un buen puesto de trabajo socialmente aceptado y con
salario elevado, mientras que se desprecia a quienes desempeñan labores de bajo
salario.
Ana Patricia Botín
Cuánta importancia se le da a la brecha salarial entre géneros en un mismo trabajo, y qué poca importancia se le da a la brecha salarial real y masiva entre distintos trabajos. Qué capacidad tiene esta sociedad hipócrita de fijarse en las pequeñeces y de tapar la mierda.
¡Qué injusticia que un mismo trabajo »se remunere» con cantidades desiguales! Eso sí, por ejemplo que distintos trabajos escondan entre ellos diferencias salariales gigantescas, eso cabe justificarlo siempre. Es que, ya se sabe, ¡algunos valen más que otros!
El mando
capitalista lo tiene tan fácil como suprimir jurídicamente ese pequeño residuo
de brecha salarial de género en trabajos similares, proceso que está muy
avanzado, para maquillar su sistema social edificado sobre la desigualdad bruta
y la injusticia social más extrema.
¿Vamos a seguir
enfocando el problema en los dos oficinistas, o los directivos que por razón de
género tienen un diferencial de salario mínimo, o vamos a empezar a
problematizar por qué un profesor tiene que cobrar el doble o triple que quien
limpia su despacho?
Porque el secreto
de la producción burguesa, que tiende a asignar el nivel de acceso al consumo
según la productividad individual del trabajo, reside en esa guerra de
ganadores y perdedores, de que los más productivos merecen más, y los menos
productivos no merecen nada.
De que existe una
mentalidad nazi enraizada en todos y cada uno de los trabajadores que valora a
quienes consiguen un buen puesto de trabajo socialmente aceptado y con salario
elevado, mientras que se desprecia a quienes desempeñan labores de bajo
salario.
Y lo peor de todo;
es que esta mentalidad justifica esas enormes diferencias salariales, que
esconden enormes diferencias de calidad de vida incluso entre los propios
trabajadores. Y la cuestión de género en el orden del salario encaja
exactamente en las mismas coordenadas:
Lo principal es la
diferencia entre salarios de distintos trabajos, donde los trabajos peor
pagados (y esto está bien visto por muchísimas feministas de clases medias e
intelectuales) son desempeñados por las mujeres proletarias, trabajos
caracterizados por su naturaleza de trabajo manual simple en muchas ramas como
la limpieza, el comercio, los cuidados, etc… trabajos todos desempeñados por
mujeres proletarias, socialmente valorados como trabajos de perdedores y de
poco caché, y socialmente toda esa progresía clasista ve bien que de facto se
paguen peor. Trabajos dicho sea de paso que mientras los siguen haciendo las
mujeres proletarias, único género femenino (que no ‘la mujer’ en general) en el
orden del salario, el capitalismo no se ha ocupado de socializar ni tecnificar
por motivos estructurales; de tal manera que en cuanto a su modo de ejecución
siguen desempeñándose en forma prehistórica, individualmente y prácticamente
manualmente con ayuda de pequeñas máquinas baratas. Limpieza, labores
domésticas, cuidados individuales, atención al cliente en comercios, y un largo
etcétera de trabajo organizado de forma totalmente prehistórica y aberrante,
que consume la vida de decenas de millones de mujeres proletarias para que se
lleven a casa un salario de miseria.
La única manera de
enfocar el problema correctamente es apuntar a la enorme brecha salarial a
todos los niveles que es el mismo sistema de salario, que genera desigualdad de
forma permanente, que condena a dos tercios de la población mundial a vivir en
condiciones de miseria, y que pone a vencedores como aristocracia obrera
triunfante que mira por encima del hombro, que disciplina con sus juicios y
llena de su abominable discurso limosnero el ambiente político. Las soluciones
globales y reales pasan por el poder proletario en gran escala y guerra sin
cuartel a estos farsantes socialdemócratas que señalan los árboles para que no
veamos el bosque.
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