CASADO SE DESINFLA EN CASTILLA Y LEÓN
DAVID BOLLERO
Los barones del PP: de izquierda a derecha, Alfonso Fernández Mañueco (presidente de Castilla y León), Isabel Díaz Ayuso (presidenta de Madrid), Alberto Núñez Feijóo (Galicia), Pablo Casado (líder del partido) y Juan Manuel Moreno (Andalucía). /
Diversas encuestas apuntan a que la jugada del PP en Castilla y León con su adelanto electoral podría salirle rana. Apenas aumentaría su representación y no podría gobernar en solitario como esperaba. Con su socio en esta legislatura fulminado, la extrema derecha de Vox se convierte en la llave de Gobierno para los de Pablo Casado, al que de ser así le va a faltar vino a las once de la mañana para ahogar las penas.
El adelanto de las
elecciones en Castilla y León estuvo orquestado desde Génova. Casado precisaba
cuanto antes una victoria para reafirmar su liderazgo, en horas bajas. La
sombra de la corrupción, una vez más por financiación ilegal, alcanza a Alfonso
Fernández Mañueco, y éste claudicó a las presiones.
El papel lo aguanta
todo: de ganar, sería la primera de otras victorias populares, pues este año
Andalucía también acudirá a las urnas -seguramente con otro adelanto- y Juan
Manuel Moreno se perfila como el vencedor, aunque podría también depender de
Vox.
Sin embargo, el
experimento no está saliendo como se dibujaba en la cabeza de Casado. A medida
que avanza la campaña, los sondeos le son más desfavorables, hasta el punto de
que ha sido preciso sacar a escena a Isabel Díaz Ayuso, lo que ha vuelto a
evidenciar la debilidad del liderazgo de Casado. La paciencia de Génova se está
agotando, pues no ven que la dirección del licenciado de Aravaca un revulsivo,
más bien lo contrario, un lastre.
Además, el objetivo
de merendarse a Ciudadanos tampoco se alcanzaría, pues la formación naranja,
que casi con toda probabilidad se esfumará de la Junta, nutre más a otras
opciones, como los regionalistas Soria ¡Ya! o Unión del Pueblo Leónes (UPL).
Así las cosas, la gran vencedora será la extrema derecha. Vox va a incrementar
significativamente su representación y eso es una muy mala noticia para
Castilla y León, que ve cómo son los pueblos, abandonados por unos y otros, el
nuevo escenario electoral.
La subida de Vox no
se debe ni a su líder en Castilla y León, que ha tenido que adosar su rostro al
de Santiago Abascal para la propaganda electoral, ni a las medidas que propone
para la Comunidad Autónoma, apenas diez que se pisan y solapan unas con otras,
pudiendo reducirse a la mitad si su redacción fuera más coherente. Se vota,
pues, la marca Vox, el ruido se abre paso en una Comunidad donde existe
demasiado eco.
Juan Manuel Moreno
está tomando muy buena nota de lo que sucede en Castilla y León. Hasta la
fecha, ha estado instalado en una posición de fuerza que le ha bastado para
escapar de las presiones de Génova pero, de producirse un mal resultado para
Mañueco, Andalucía se convertirá en la respiración asistida para Casado. Y le
hará falta aire para afrontar el Congreso Nacional del PP, previsto para julio,
y el Congreso del PP de Madrid, en el que Ayuso se convertirá en presidenta del
partido en esa Comunidad.
Dicho de otro modo,
Casado no podrá esperar al mes de diciembre, que es cuando el calendario
electoral marca la cita en las urnas si no se produce adelanto. La oposición
andaluza tampoco va a permitírselo, ahora que Moreno Bonilla no anda en su
mejor momento por, entre otras, la dramática situación en que ha sumido a la
Sanidad Pública. Y de nuevo, la incógnita de qué peso tendrá la marca Vox, que
con un programa básico, no exento de desconocimiento del funcionamiento
institucional, cala en un sector del electorado. ¿Cuánto más aguantará Casado
al frente del partido al que ha llevado a sus peores resultados electorales de
la historia?
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