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domingo, 16 de enero de 2022

LAS MACROGRANJAS Y PANCHO VILLA

 

LAS MACROGRANJAS Y PANCHO VILLA

JORGE BEZARES

El ministro de Consumo, Alberto Garzón, se reúnen en el Ministerio de Consumo, a 13 de enero de 2022, en Madrid (España).- Ricardo Rubio / Europa Press

Quizás sea cierto que la derecha española es tan ultramontana porque la Transición democrática no le pasó factura a Francisco Franco y a toda su obra: una guerra civil y cuarenta años de dictadura de persecución del derrotado hasta el exterminio. Sí, por eso mismo, porque no se siguieron los pasos de países como Alemania tras la caída de Hitler, el franquismo siguió vivito y coleando tras su muerte. Apenas algunos intentos legislativos de memoria, y un desalojo del Valle de los Caídos.

 

De hecho, Alianza Popular, encabezada por Manuel Fraga, parecía salida del mismísimo testamento del dictador, que pretendió dejarlo todo atado y muy atado.

 

Es verdad que existía una corriente más radical, Fuerza Nueva y todas sus variantes de la ultraderecha, pero AP, repleta de ex ministros de Franco, era la heredera con una débil pátina democrática.

 

En los tiempos que corren no digo yo que todos los dirigentes del partido que encabeza ahora Pablo Casado sean franquistas. Si lo dijera, faltaría a la verdad. Pero no es menos cierto que existe un poso franquista importante en el principal partido de la derecha española. En Vox están alicatados de franquismo hasta las orejas.

 

La impunidad que les dio la joven democracia española está en su ADN, y ahí nace esa tendencia a la corrupción desde que Aznar sentara sus posaderas en el trono de Fraga, entre 1989 y 1990. Con Gürtel y Púnica como mangancias estelares, el PP ha acumulado 272 causas judiciales abiertas por toda la geografía española. ¿Se imaginan qué le ocurriría a un partido político con un historial similar en un país de la Europa con más trienios democráticos? Pues que estaría clausurado a cal y canto por la autoridad gobernativa, con un cerrojo de seguridad de los tribunales de justicia.

 

Esta tendencia al enriquecimiento a través de la política, con una estación de paso en la financiación del partido, no está en el credo de la derecha como un pecado, sino como un milagro, como un negocio que conlleva una comisión como Dios manda.

 

Otra de las señas de identidad del PP de Aznar, Rajoy y Casado es una oposición poco generosa, entre mezquina y feroz. Cuando están en el poder, todas sus actuaciones son políticas de Estado. Sin embargo, cuando pasan a la oposición, España se rompe a cada decisión que toma el Gobierno de izquierdas. Esta reacción está asociada a un profundo sentido de la propiedad: si la Patria no es mía, que se vaya al carajo.

 

Durante todas las etapas desde la refundación han operado con la misma mala baba. Aznar machacó a Felipe con aquel "váyase, señor González", y una operación mediática mafiosa para desalojarlo del poder. El tercer presidente de la democracia española llevó a España a la CE y protagonizó la mayor transformación de la historia de nuestro país.

 

Rajoy, que era algo más sensato, hizo lo propio con Rodríguez Zapatero: llegó a decirle en un debate parlamentario la siguiente parrafada: "Si su mandato terminara aquí, usted pasaría a la historia como el hombre que en un año puso el país patas arriba, detuvo los avances, creó más problemas que soluciones, hizo trizas el consenso de 1978, sembró las calles de sectarismo y revigorizó a una ETA moribunda". ZP logró que ETA bajara la persiana de su actividad criminal.

 

En una de las peores etapas de la historia reciente de España, con una pandemia que va por la sexta ola y que dejó sin empleo a millones de españoles, Casado no le ha dado tregua a Pedro Sánchez. Apenas algún gesto, como la renovación del TC y la RTVE. El CGPJ no se toca, que ahí se dirime en parte sus porquerías. El resto, leña al mono: todo día Pedro Sánchez volando en el Falcon (lo último: 16.000 vacas contaminan menos que una hora de avión presidencial), todo el día Gobierno bolivariano, todo el día ETA y los independentistas.

 

Ahora, Casado y sus mariachis quieren acortar la legislatura por lo civil o por lo criminal. Sus medios, que son casi todos, están todo el santo día especulando con ese adelanto electoral, y machacando a Pedro Sánchez con mentiras y medias verdades. La estrategia del peor trumpismo en Europa. El objetivo es que el actual Gobierno no pueda gestionar los 69.500 millones de euros (recibió en agosto los primeros 9.000 millones) del Fondo de Recuperación de la UE. El Gobierno de Ayuso, que se ha alineado recientemente con Génova, ha llevado al Tribunal Supremo el "reparto arbitrario" de dichos fondos europeos.

 

Blanco y en botella. La batalla política está ahí, en esa ingente cantidad de dinero que recibirá España hasta 2026 para su transformación. ¿Se imaginan la que puede liar el PP con esa pasta gansa? De entrada, se podría cambiar de sede, en una especie de nueva refundación, ¿no? Y una nueva hornada de Albondiguillas, Bigotes, Cabrones y Correas recuperarían la vieja tradición de cuantos más sinvergüenzas, mejor.

 

Por eso, porque está meridianamente claro dónde está el punto filipino, no se entiende muy bien en estos momentos el debate de las grandes explotaciones ganaderas, que solo está sirviendo para debilitar al Gobierno por la sensación de ‘ejército de Pancho Villa’ que transmite.

 

El don de la oportunidad no está entre el arsenal de virtudes del ministro de Consumo, Alberto Garzón, que, además, parece que ha ido por libre, sin coordinarse con el Gobierno, en ese afán por crearse una agenda propia en un Ministerio con poca chicha, con la urgencia de poner el sello de Unidas Podemos en los medios y en el BOE.

 

Dicho esto, y a la espera de un momento político algo más oportuno -superada la sexta ola, con la reforma laboral enjaretada y alejado de procesos electorales-, no tengo ninguna duda de que la mayoría de las macrogranjas son "inhumanas" y representan una bomba de relojería para los acuíferos por la gran cantidad de lixiviados que llegan hasta ellos sin control alguno.

 

Quizás, solo quizás, la próxima vez sería interesante conocer, antes de nada, la opinión de la vicepresidenta de Transición Ecológica, Teresa Ribera, sobre estas explotaciones.

 

Es la voz autorizada, y me fío de ella en estos asuntos tan volátiles mediáticamente.

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