INVIERNO
DUNIA SANCHEZ
Invierno. Nace la madrugada. Las estrellas entonan una sonata humilde, simple con el tintineo del tiempo. Ella, sola, se enfrenta a su despertar, se enfrenta a su cuerpo dormido donde los sueños recurren a su auxilio y sueña. Sueña en la placidez de ese momento donde todo es silencio. Abre los ojos y lentamente se saborea de la oscuridad aunada a la soledad de las farolas que discurren en la ciudad. Es invierno…
Ella:
Buenos días, me
comprometo que, en el instante este, despierta, correré bajo el brazo de la
vida. Me comprometo con la sugerencia de lo callado seguir las rutas de los
soles hasta que la muerte venga a mí. Venga a mi soledad y me abrace. Estoy
cansada, estoy en una atmósfera donde los años pesan y yo soy leve canto a la
esperanza. Escucho el tic-tac de mi reloj. Escucho el absoluto mutismo de mis
labios. Escucho la soledad, esta soledad que me enfrenta conmigo misma, con estas
alas falladas en el amor.
La oscuridad:
Te levantas como
hija de corrientes gastadas. Te levantas bajo las inclemencias de la nada.
Estas sola, con tu callar. Yo soy esa noche eterna que se desliza sobre tus
hombros, todo es carga, todo es una desgana que injustamente hiere tu espíritu
libre. Porque eres una mujer libre y sueñas con esa libertad y sueñas con otra
vida y sueñas con otros propósitos. Mientras la espera se ha alargado
demasiado. Te levantas como hija de corrientes dañadas. La molicie revienta tu
sonrisa, tus ojos que solo miran cuando la luna esta presente. Te desprende de
tus años y vagas donde la bruma sigue tus pasos.
Ella:
Buenos días, me
comprometo que, en el instante este, despierta, se entereza de mis pisadas.
Dejaré atrás mis huellas, mis cicatrices, extinguiré todo mal rozando mis
sentidos. Y me asoma al balcón de este piso donde solo habito yo y no más que
siento la calma de una madrugada que se va. Tomo aliento, respiro e
inspiro…inspiro y espiro y mi alma dice ánimo, hoy será otro día. Siempre lo
mismo. Me da ganas de decir mierda pero hay un cierto foco grande y poderoso
que se yerta ante mi y sigue. Tomo aliento, respiro e inspiro…inspiro y espiro.
Me enfrento a mi misma, a mi soledad y este aislamiento prolongado.
La oscuridad:
Te miro y una
cierta pena cabalga junto a tu mano. Pero no desesperes, todo cambia. Si, en
esta vida giramos y giramos y tal vez…. El amanecer viene, viene despacito con
sus deseos, con sus besos, para ti. Aprovecha cada instante de él.
Sol:
Maltratada por ser.
Maltratada por tu verticalidad. Maltratada con tus pisadas. Maltratada con tu
todo. Maltratada como este mundo, este mundo enfermo y delirante. Buenos días,
aquí estoy con mis rayos entregando la firmeza de los que amanecen en el hoy,
en este presente donde nuestro equilibrio se tambalea. Maltratada por la nada.
Maltrata por ser como eres. Maltratada por no despedirte. Maltrata con tu todo.
Buenos días mujer, el eco de la mañana se vierte fresco, es invierno y se hace
notar. Toma mi todo como cálido abrazo a la esperanza. Toma mi todo como un
despertar entre ganas de continuar.
Voz 1:
Te vas y dejas tu
balcón. Y dejas a tu sol. Y dejas a los pájaros que un pesado invierno cantan a
la alegría.
Voz2:
Frente un espejo te
desnudas. Frente a un espejo haces añicos tu ayer. Y por ello eres fuerte, eres
jardín encantado donde los arco iris amanecen al son de tu respiración.
Ella:
Me enfrento a mí.
Aquí, en este espejo. Miro mi rostro, aun me queda algo de belleza, algo de que
confiar, algo de que seguir. Y tengo la sensación de que se aproxima. Y tengo
el propósito de la espera. Y tengo la percepción de un espacio donde míralo me
mima, me acoge con su tibieza. Me enfrento a mí. Aquí, en este espejo. De el
salen imágenes de todo ese ayer, un pasado rasguñando mi garganta, un pasado
desvalijando mi presente.
Espejo:
Estás ahí, frente a mi. Te veo consternada, en una nube
que sugiere una lluvia de lágrimas. Entra, donde el resonar de los sueños se
hacen realidad. Una verdad te contempla.
Una verdad te admira. Una verdad te quiere. Una verdad te hará presa de la
felicidad. Desencajada, enrarecida por los campos de la negación. Pero esa
verdad está ahí, en tu belleza. Porque eres bella, con la exacta imperfección
de tus movimientos.
Voz 1:
Te dejas llevar por
ese espejo que te da sombra. Te ves. No hay mal en tus besos. No hay mal en tus
manos. No hay mal en tus ojos.
Voz 2:
Te vistes. Examinas
cada deseo. Examinas cada circunstancia de tus años. Años anclados en pasos
nuevos.
Ella:
Abro la ventana y
recojo todo el fragor de esta urbe. Ahí, cerca de mí, el océano. Una pardela
deja su gemido y se en envuelve en un vuelo espiral, en un vuelo libre. Observa
la isla. Eta isla en medio de un mar que bravo y violento canta al
invierno. Un invierno con tendencia a lo
nuevo. Al nuevo resurgir de unas gentes atrapadas en la duda. Todo termina.
Todo se estabiliza y la injusticia se evade en el terreno de los ahogados. Oigo
los gritos de los náufragos. Gritos callados donde sus espíritus pueblan las
profundidades de este océano, de esos mares que anunciaron la libertad y el
todo fue un engaño. Traficantes de existencias. Traficantes de guerras.
Traficantes de hambre. Traficantes de sed. Traficantes de miseria. Lo real se
vuelve avaro cuando se trata de la inocencia. Y, sin embargo, veo la luz.
Voz 1:
Te vas y dejas la
ventana, abierta. Te alientas con la gelidez de este mundo que te rodea. Estás
en la calle, donde las aceras desvisten tu pena, donde las aceras pronuncian
tus pisadas, donde las aceras lamen los ladridos de los perros.
Voz 2:
Te sientas en un
banco. En una playa vacía. Solo miras el vuelo de las gaviotas, de las
pardelas, de esas palomas a ras de la arena. Solo el tiempo dirá de ti. Solo el
tiempo dirán de ellos. Anónimos cementerios en la expansión de esta tierra, de
todos.
Ella:
Y digo de lo
hermosa de la balada de la naturaleza. Y digo de lo bonito del paseo de las
gentes en la orilla. Y digo de mi yo, un yo indivisible entregado a la vida. Y
digo de mi mañana, de este mañana que será otro ayer.
Invierno. Nace el
día, una jornada de la balada del ser se
le antoja vivir, se le antoja enamorarse, se le antoja seducir cada mirada
posada en sus ojos. Ojos infinitos, ojos eternos en el instante del
pensamiento. Ella, sola, conversando con su yo. Ella, persona, desenredando
cada enigma de la vida. Ella, conjugando con el oleaje, fiel a su acaricia. A
la sombra de unas aves que cantan, que bailan en el esbozo de la calma.
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