MARIANO PARA ADULTOS
DAVID TORRES
El expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, acompañado por el alcalde
de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, a su llegada a la presentación de su
libro "Política para adultos", este miércoles en el Casino de Madrid.
EFE/David Fernández
Que Mariano Rajoy haya escrito otro libro es una noticia sorprendente teniendo en cuenta las pocas veces, por no decir ninguna, que se le ha visto con un producto de papelería en las manos más allá de un ejemplar del Marca. En cierto modo, la carrera literaria de Mariano recuerda la de aquel otro autor que publicaba seis o siete volúmenes anuales sobre los más diversos temas y del que un crítico llegó a decir, con notoria maldad, que sería un hombre muy culto si alguna vez llegara a leer todos los libros que había escrito. Ni en cantidad ni en variedad puede la obra mariana compararse con la de ese sabio prócer, aunque en su descargo debe decirse que nunca presumió de cultureta, al estilo de Aznar, por ejemplo, que fue al programa de Dragó a charlar de sus lecturas y que hasta hablaba catalán en la intimidad.
El último libro de
Mariano tiene un título extraño, Política para adultos, un título que hace
pensar si los dos anteriores no los habría escrito para niños, una posibilidad
que no habría que descartar, ya que ambos tochos mejorarían sensiblemente de
haber incluido el editor ilustraciones, dibujos y unas cuantas figuras
desplegables de esas que al abrirse una página se levanta un zoológico. Este
tercero también ganaría mucho si llevara un guiñol con un monigote de Pablo
Iglesias en un extremo y una marioneta de Santiago Abascal en el otro, más un
Casado en miniatura zumbándoles con un palo. Sí, habría sido un buen resumen de
su contenido.
Comienza Mariano
por recordar el barullo con que se encontró al tomar las riendas del gobierno a
finales de 2011, cuando tuvo que rescatar cajas y bancos con el mismo
desparpajo que Usillos, el fontanero de El milagro de P. Tinto: "Si hay
que sanear, se sanea, que al final, por h o por b, se acaba saneando". Más
adelante arriesga una predicción sobre los votantes de Vox, quienes más
temprano o más tarde, dice, volverán al redil del PP, un pronóstico que sin
embargo no asegura cuántos políticos de Vox, empezando por Abascal, regresarán
a la nave nodriza. Tampoco hace ninguna falta porque incluso bajo distintas
siglas, sea en Andalucía, en Madrid, o donde sea, siguen siendo uña y carne. O
uña y roña, que están más juntos.
Lo de Política para
adultos también puede entenderse como esa señal de dos rombos que ponían antes
en algunos programas para avisar a los padres que retirasen a los niños del
televisor, que lo mismo se asomaba una cacha, un poco como avisando de que
Mariano, ese señor habitualmente tan serio, iba a hacer un estriptís, pero sin
sacar sus iniciales en los papeles de Bárcenas, que eso ya sería un full monty.
Por algo su carrera política concluyó en una comilona de ocho horas en un bar
con una moción de censura -un término muy asociado a los estriptís- y por algo
relegó a la prensa en una sala aparte donde pudieran verlo en cuerpo y plasma:
le está bien empleado a la prensa por cubrir semejantes espectáculos.
Frente a la
ausencia de pesos pesados del partido en la presentación del último libro de
Cayetana (donde, como diría Macedonio Fernández, vino tanta gente que si falta
uno más, no cabe), a la del ladrillo de Mariano ha acudido la flor y la nata
del PP, es decir, Ayuso y Casado, sin que quedara muy claro cuál era la flor y
cuál la nata. No obstante, es la primera vez en tres meses que se los ve
juntos, lo que no debe interpretarse forzosamente como un signo de
reconciliación y menos aún bajo el título Política para adultos.
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